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Valentina:

—¿No te has levantado?. —Me pregunta Massimo al abrir los ojos.

Trago saliva.

Él se levanta y me da la espalda para comenzar a vestirse, se quita la ropa llena de suciedad y Whisky, mis ojos se quedan ahí.

—Dámelo. —Digo.

Él se gira.

—¿Qué?

—Me hare cargo de tu ropa.

Massimo me observa en silencio y luego dice. —Tenemos personas que hacen eso.

—Lo sé, pero quiero lavarla, solo déjala ahí.

Después de la forma en la que me suplico anoche, yo...

—Y vamos a desayunar.

—¿Te sientes bien?

—Sí, lo estoy.









(*)










Después de desayunar, regreso a la habitación por la ropa, antes de ingresar, le pido a uno de los del aseo que me indiquen el cuarto de lavado.

Cojo el pantalón, lo doblo y lo mismo hago con la camisa blanca, pero cuando lo que mis ojos ven ni suciedad, ni Whisky.

Lápiz labial.

Rojo, un rojo fuerte, junto a la media figura de un beso.

A pesar de que se quién es el, aun así, me sorprendo y me quedo unos segundos mirando la mancha de labial en la camisa.

No, no son celos.. claro que no.

Pero estoy decepcionada de alguna manera, porque anoche me suplico que lo amara y lo hizo después de que viniera de revolcarse con una mujer.

Massimo Gabbana.

De verdad es difícil entender lo que hay en la cabeza de un hombre como tú.








(*)










Me llaman Mafia (#3 Hijos de la Mafia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora