𝐒𝐎𝐔𝐋𝐌𝐀𝐓𝐄 ── chris evans [𝐓𝐄𝐑𝐌𝐈𝐍𝐀𝐃𝐀]

𝐒𝐎𝐔𝐋𝐌𝐀𝐓𝐄 ── 026:

𝐒𝐎𝐔𝐋𝐌𝐀𝐓𝐄

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CHAPTHER TWENTY-SIX:

Luego de la comida, Scott se disculpó porque tenía algo que hacer y terminó yéndose únicamente luego de comer un trozo de cake que mi mamá había preparado.

—Más tarde te escribo, Belle.—y dicho eso, el menor de los hermanos Evans se fue.

Dentro quedó Chris, quién estaba recostado en el mueble como Pedro por su casa, con Sam sentado en sus piernas y ambos viendo algo en su celular.

Sam no dejaría a Chris respirar, no se le despega para nada, y no quiero pelear con mi sobrino sobre quién debe de tener a Chris más tiempo.

Aunque gano de todas maneras porque Aida manda a Sam a bañarse, discuten un poco como cada vez que a Sam le toca bañarse, pero termina yéndose también.

Papá y mamá están en la cocina y Aida sube a la habitación, Chris me hace una seña con su mano para que me acerque a él.

Me siento junto a él, no se porque me sigo poniendo tan nerviosa cuando estoy junto a él, ya llevamos algún tiempo conociéndonos y aún me siento como el día que lo conocí.

Ni bien me siento a su lado me toma del brazo y me acerca a él para robarme un beso.

Volteo asustada a ver a la cocina pero mis padres están de espaldas a nosotros.

—¿Estás loco?—le golpeo el brazo y él solo se muere de la risa.

—Exagerada, ni siquiera nos vieron.

—Aún así, ellos no saben de nosotros.

—¿Que somos nosotros?—ay madre mía, la conversa que no quería tener.

—No lo sé.—imito su posición y me recuesto en el mueble.

Ambos nos quedamos en silencio, esa era la razón por la cuál no quería llegar a esa conversa, porque siempre pone las cosas incómodas.

Siento la mirada de Chris sobre mi, pero me entretengo en contar las líneas del techo para no verle.

Tampoco es como si se que decirle, llevamos poco tiempo juntos pero nos gustamos, y según yo ya daría el siguiente paso, pero no me imaginé que sería tan difícil hacerlo.

—Belle, mírame.—de mala gana le obedezco. No porque no quiera verlo, si no porque si lo veo tanto tiempo mi cerebro como que deja de funcionar.—Dijimos que haríamos las cosas bien, y parte de eso es que hablemos de lo que pasa entre nosotros.

—Esta bien, hablemos entonces.

Maldita sea que sus ojos son hermosos y no me puedo concentrar.

—Belle, me gustas mucho. Se que nos conocemos hace poco pero quería que lo sepas.

No es justo, yo no puedo ni articular palabra.

—También me gustas.—vaya declaración tan ridícula.

—Entonces, si ambos nos gustamos, supongo que está bien que te pida que seas mi novia.

Me siento bien de golpe, no parece estar bromeando.

—¿Qué? Quiero decir, ¿ahora, ahorita?

—Si ahora ahorita.—Chris se sienta bien y me toma de las manos.—María Isabelle, ¿quieres ser mi novia?