𝐒𝐎𝐔𝐋𝐌𝐀𝐓𝐄 ── chris evans [𝐓𝐄𝐑𝐌𝐈𝐍𝐀𝐃𝐀]

𝐒𝐎𝐔𝐋𝐌𝐀𝐓𝐄 ── 066:

𝐒𝐎𝐔𝐋𝐌𝐀𝐓𝐄

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CHAPTHER SIXTY-SIX:

Regresar a Nueva York después de haber tenido unas buenas semanas de vacaciones en Boston se sintió... pesado.

No me malinterpreten, no odio la ciudad (si la odio), sólo que tampoco estoy de ánimos de cantar New York, New York a mitad del Times Square.

—Que bueno verte de nuevo Bellita, me hacías mucha falta.—Fred es la primera persona en recibirme en la bendita ciudad, nos damos un abrazo como mejores amigos que ya casi somos.

—También me alegra verte Fred, ¿cómo estuviste?

—Aburrido como siempre, ¿dónde está Chris?—es increíble que en el edificio conocen a Chris pero no saben que yo también vivo aquí.

Incluso mis supuestos vecinos me hablan únicamente para preguntar por él, el cinismo puro.

—En Boston, viene el otro mes.—bueno, al menos le dijeron que las grabaciones se detienen en enero.

Fred toma mi maleta y me ayuda a ir al ascensor.

—Tus plantas están bien cuidadas, Aida las cuidó hasta que se fue y luego me dejó el trabajo de hacerlo yo, están vivas y lucen hermosas.—Fred sonríe orgulloso.

—Muchas gracias, no se que haría sin ti.

Mi departamento está como lo dejé como me fui, la única diferencia que tiene es una nueva planta que Fred dejó, su esposa se la dio diciéndole que atrae la buena suerte.

No se que tan buena reputación tengo que me regalan plantas que atraen la buena suerte.

Pero en estos momentos no estoy en condiciones de rechazar esas ofrendas.

Ni bien llego, me tumbo en el sillón, estoy demasiado rendida.

Scott quedó en traerme a la ciudad tal como hizo cuándo me fui, pero el mismísimo día amaneció enfermo, y no podía conducir.

Así que yo, en mi calidad de ser humano, conduje sola por cuatro horas.

Claro que esas cuatros horas se convirtieron en seis porque manejo muy despacio y me da mucha hambre así que frenaba en cada gasolinera posible.

Llegué a la ciudad a las seis de la tarde, y ahora solo quiero dormir porque mañana tengo que trabajar.

Porque si, la vida es tan injusta que los maestros regresamos a trabajar mientras los niños siguen de vacaciones.

Solo me levanto para ponerle un seguro extra a la puerta, porque si ustedes creían que mi suerte no podía ser peor, me superé a mi misma.

La puerta volvió a dañarse a pesar que recién la arreglé.

Ahora tendré que dormir en una silla junto a la puerta y con una escopeta por si acaso alguien me quiere robar.

Estar en la bulliciosa Nueva York después de unas buenas vacaciones en Boston se sintió extraño, aún más si dejé a mi sugar allá porque tiene que seguir trabajando.