𝐒𝐎𝐔𝐋𝐌𝐀𝐓𝐄 ── chris evans [𝐓𝐄𝐑𝐌𝐈𝐍𝐀𝐃𝐀]

𝐒𝐎𝐔𝐋𝐌𝐀𝐓𝐄 ── 036:

𝐒𝐎𝐔𝐋𝐌𝐀𝐓𝐄

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CHAPTHER THIRTY-SIX:

MARATÓN 2/3

A la mañana siguiente, me tuve que agarrar la cabeza con fuerza por el intenso dolor que sentía.

Me quedé dormida en la misma cama que Aida, quién por cierto se mueve tanto que parece que sueña que se pelea con alguien.

Cuándo yo me moví ella se despertó, se quedo viendo toda la habitación con el ceño fruncido.

—Belle... ¿qué pasó?—Aida se llevó una mano a la cabeza, estaba confundida, imagino que no sabe ni donde está.—¿Dónde estamos?—Bingo.

—Seguimos en la casa de los Evans... ¡acuéstate!—no la dejo contestar y le pongo el brazo encima y nos hacemos las dormidas, escucho como la puerta de la habitación de abre y luego se cierra.

—¿Me quieres explicar que fue eso?—dice Aida, más confundida que antes.

—Es la señora Evans, llevo como una hora haciéndome la dormida para que no me haga bajar.

Aida frunce el ceño y luego parece que poco a poco comienza a acordarse de todo.

—¡Ay carajo! No puedo creer que seguimos aquí.—La veo sentarse en la cama y le imito.—¿Y Sam, dónde está?

—Descuida, Scott me escribió, Sam está jugando en un parque aquí cerca con los hijos de Carly.

—¿Y piensas quedarte todo el día aquí en la habitación?

—No lo sé, no quiero bajar aún. Aida Lizbeth, ¿qué fue exactamente lo que le dijiste a Chris anoche?

Aida me mira extraño.

—¿A que te refieres? Y no me digas Lizbeth, sabes que no me gusta ese nombre.

—Anoche te emborrachaste y me dijiste que le habías dicho sus verdades a Chris, ¿qué le dijiste?

—Si te soy sincera, no recuerdo nada, solo recuerdo haber tomado una copa, creo que fue vino, luego no recuerdo nada, no se que hice antes de eso pero se que estuve en la sala con Chris y creo que Scott también estaba ahí.

—Bueno, ¿qué hacemos, nos vamos hoy?

—Primero hay que ir a ver a Sam, algo me dice que ahora que es amigo de los niños será imposible sacarlo de aquí.

Y justamente abre la puerta la señora Lisa.

—Mis niñas, ya están despiertas.—no alcancé a hacer mi teatro de que estaba dormida.—Vamos a que desayunen.

Y se va, ya no me queda de otra, si permanezco en la habitación ella pensará que la estoy evitando y no es así, ya me tocó salir.

Arrastro a Aida al baño para que se de una buena ducha que la despierte de su parranda privada anoche.

Yo también me doy una ducha, cuando salgo veo la hora, diez de la mañana, perfecto.

Aida me encuentra en nuestra habitación, aún no tenemos ni idea de quién es la habitación en la que dormimos y si tal vez alguien durmió en el suelo por nuestra culpa.

Me pongo un pantalón oscuro y camiseta blanca con el estampado de una banda que ni conozco, Aida se pone un vestido floreado, ahora la he visto comprarse muchísimos de esos vestidos y la verdad es que le quedan mucho mejor que sus vestidos de gala.