𝐒𝐎𝐔𝐋𝐌𝐀𝐓𝐄 ── chris evans [𝐓𝐄𝐑𝐌𝐈𝐍𝐀𝐃𝐀]

𝐒𝐎𝐔𝐋𝐌𝐀𝐓𝐄 ── 069:

𝐒𝐎𝐔𝐋𝐌𝐀𝐓𝐄

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CHAPTHER SIXTY-NINE:

MARATÓN 3/3

—¿Cómo te pudiste caer cuatro veces de las escaleras de la escuela?—pregunta Chris.

—Cinco, me caí hoy también.—eso hace que él se comience a reír y tengo que tomarlo de los hombros para que deje de moverse.

—Tienes dos pies izquierdos.

—¿Tú crees? Ya deja de moverte.—tiene labial en básicamente toda la cara.

Parece que se me metió un demonio a la hora de besarlo.

Y si, la imagen es terriblemente graciosa, pero también tenemos que apuntarnos porque ya hay música dentro de la casa, así que mi papá ya debe de andar de DJ improvisado.

—Creí que era de esos labiales que nunca se corren.

—¿Creíste? Belle, tengo manchada toda la cara.

Me río de la situación.

—Si, se te ve chistoso, lo tengo que admitir.

—Para la próxima vez que me vayas a besar con tanta desesperación, que el labial sea duradero, una sugerencia.

—No te besé con desesperación.

—Dile eso a mi cara.

—Bueno si, pero es que te vez muy guapo, y sonará extraño pero también te veo más grande, ¿haz estado haciendo ejercicio?

—Siempre hago ejercicios.—presumido del carajo.

—Uy, te fuiste todo Capitán América contra mí.

—Comenzaste con tus fetiches.

—No te conviene hablar de fetiches.—cuándo termino de limpiar su barbilla, me alejo para que comencemos a caminar hasta la puerta de la casa.

—Oye amor, ¿yo también puedo entrar a la apuesta del bebé de Mandy? Porque creo firmemente que será una niña.

—Claro que puedes, aunque ganaré yo de todas formas porque estoy convencida que es un niño.

—¿Sabes algo? Cuándo tenga hijos, quisiera que el primero sea una niña.

—¿Enserio? Que extraño, casi siempre los hombres quieren que su primer hijo sea un niño para que sea heredero y mil cosas más.

—Si, lo sé, pero me gustaría que fuera una niña y poder mimarla y cuidarla siempre.—la idea de Chris cuidando de una pequeña niña me hizo sentir ganas de llorar.

Ya parezco a Mandy llorando por todo.

Toco la puerta un par de veces antes que mamá abra y nos mire con desaprobación.

—¿Dónde estaban metidos?—uy señora.

—Estábamos...

—Hablando.—termina Chris por mí.

—Descuida mi vida, tú no me tienes que explicar nada.—en mi propia cara, la mujer que me trajo al mundo agarra a Chris del cachete y lo mira con ternura, pero a mi si me mira como si me fuera a matar.

—Que bien se siente ser el favorito.—susurra Chris.

Tengo ganas de decirle 'me vale' porque al fin y al cabo yo soy la favorita en su casa.