—Estás en la ciudad con un ejército de guardaespaldas y en compañía de Aby y la princesa de Bakhar. ¿Quién podría ser sino la novia de Jade? En lo referente a haberte encontrado, tengo mis contactos.—
—Estoy segura de que es así, y me gustaría sentarme a charlar, pero no puedo separarme de mi grupo. Nos marcharemos pronto —apuntó Perrie.
—Jade sólo está utilizándote para castigarme, Perrie —los diminutos ojos turquesa de la rubia eran insolentes y afilados como cuchillos y su voz destilaba desdén—. No es alguien que perdone fácilmente. Le fallé cuando me casé con el perdedor de su hermano y ahora tengo que pagar el precio de verle casarse contigo. Es así de sencillo: casi un acto bíblico de venganza. Cuando Jade decida que ya he sufrido suficiente, chasqueará los dedos y dejará que vuelva a su vida de forma permanente.— Sonrojada y tensa, Perrie estudió a Grazia, cuyos perfectos rasgos estaban enmarcados por sedosos mechones de cabello rubio platino. Era aún más bella de lo que le había parecido en las fotos.
—Creo que eres tú quien tiene un problema. Puede que nunca olvidaras a Jade...— Grazia soltó una risa sarcástica.
—Te estoy advirtiendo. Tú eres quien está fuera de lugar; una jovencita inglesa que no tiene ni idea de cómo actúa una persona tan compleja como Jade. Estás envuelta en algo que no tiene nada que ver contigo y no puedes ganar porque yo siempre seré la chica a la que idolatró a los dieciocho años.—
—Por Dios santo, ¡estás casada con su hermano! —reprochó Perrie, perdiendo la paciencia y poniéndose en pie.
—Estoy en proceso de divorciarme de Karl, como Jade me dijo que hiciera —declaró Grazia con una sonrisa—. No te engañes. Puede que Jade actúe como si me despreciara, pero sigue empeñada en tenerme. Va a casarte contigo para dar un apellido a su hija, igual que su padre hizo por Karl hace una generación. ¿Pero qué valor tiene una alianza en esos términos? ¿Un buen acuerdo de divorcio? Sin duda, Jade puede permitírselo.—
Perrie se alejó sintiéndose vacía, insegura y enfadada consigo misma por haber escuchado. Pero la noticia de que Grazia y Karl iban a divorciarle le causó impacto. Se dijo que, en cualquier caso, eso no implicaba que hubiera ningún vínculo entre Grazia y Jade. Sentía un golpeteo en las sienes y alzó la mano para masajearlas. Aby sugirió que tal vez fuera hora de regresar a casa. Tulisa le preguntó a Perrie si estaba cansada y ella admitió que sí.
Lo cierto era que Grazia había contado una buena historia. Jade tenía mucho orgullo, fuerza de voluntad y un carácter oscuro y dada al secreto; todo ello podría alimentar el concepto de venganza. Se reservaba sus sentimientos. Y nadie sabía tan bien como Perrie que amor, odio y deseo sexual podían fundirse y mezclarse sin fronteras. Grazia debía tener muy buenos contactos, porque no sólo había sabido dónde encontrarla esa noche, también era una de las pocas personas que conocía la existencia de Monserrat.
* * * * * * * *
Los Nelson tenían una inmensa casa de campo en las afueras de Siena. Perrie bajó del coche con premura, deseando ver a Jade, aunque eso supusiera una confrontación. Pero no había rastro de ellas. Aby llevó a Perrie a ver a Monserrat, que dormía profundamente en su cuna. Después la condujo a la maravillosa suite privada para uso exclusivo de la novia y la dejó sola. Sintiéndose agotada, y libre para demostrarlo, Perrie se relajó como una muñeca de trapo. Incluso la idea de desvestirse le suponía un reto.
La puerta se abrió y ella dio un bote. Una mujer un poco alta y bronceada apareció en el umbral, y a ella se le aceleró el corazón de placer y alivio.
—No diré que te lo había advertido —murmuró Jade vagamente.
Ella la contempló. Era la viva imagen de la elegancia natural, con una chaqueta bien cortada y pantalones vaqueros. Enterró la ansiedad que le había creado Grazia y decidió no hacer preguntas estúpidas que sólo provocarían fricción.
—¿Qué?—
—Aby y Only no tienen ni idea de lo agotada que estás, delizia mia. Fue un parto difícil y semanas de preocupación constante por Monset, tardarás en recuperarte de todo eso.—
Perrie sintió una punzada de culpabilidad, porque cuando la había telefoneado ella había asumido que le molestaba que saliera por la ciudad, cuando era obvio que en realidad estaba preocupada.
—Podía haber rechazado la invitación —admitió.
—¿Cuándo has elegido la opción sensata desde que yo te conozco?—
Perrie se ruborizó, porque tenía razón. Defendía tanto su libertad que sus elecciones solían ser declaraciones de independencia, en vez de cosas prácticas. Jade se acercó, la alzó en brazos y la llevó a la cama. Ella luchó contra el deseo de acariciar la arrogante cabeza rubia cuando se inclinó para quitarle los zapatos. Quería que se quedara con ella; lo deseaba tanto que clavó las uñas en la colcha. Pero no dijo nada para no dar la sensación de ser una mujer necesitada.
—Necesitas descansar para la boda —Jade se acercó para depositar un beso apasionado en sus labios, que sorprendió a Perrie e hizo que se estremeciera de placer—. Y para mí, dolcezza mia.—
Ella se quedó tumbada en la cama reviviendo el cosquilleo erótico que había sentido. La avergonzaba no haberle hablado de la visita de Karl ni de la venenosa predicción de Grazia. No le parecía bien tener secretos con quien iba a casarse. Por otra parte, si no tenía cuidado ella podría pensar que era una mujer celosa que la amargaría. Era consciente de que no la amaba y sólo iba a casarse con ella por el bien de Monserrat. Aunque se despreciaba por ello, temía que si mencionaba a Grazia, ella cambiara de opinión. En algún momento, la idea de una vida sin Jade se había convertido en una condena de muerte.
Hola, volví antes de lo esperado con una doble actualización por el cumpleaños de mi preciosa x_only_x <3
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De traición y otros tropiezos || Jerrie (G!P) ✓
FanfictionSería su esposa y la madre de su hijo... pero nunca tendría su amor.