Capítulo 38: Tiempos oscuros

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Hay un capítulo antes que este por si wattpad los trae directamente aquí. Ya que esta es una doble actualización.

—Lo mismo, pero esa vez me di cuenta de qué piezas habían desaparecido y las busqué por toda la casa, sin éxito. Empecé a sentirme incómoda, pero Lucy me dijo que no fuera tonta y que los objetos reaparecerían antes o después. No tenía motivos para desconfiar de ella. Uno de mis días libres, cuando me estaba vistiendo para ir a ver a Zayn, apareció la policía —susurró Perrie, sintiéndose fatal al recordar el momento en que su mundo empezó a desmoronarse sobre ella—. Registraron mi habitación y encontraron la jarrita de estilo georgiano en mi bolso. Me acusaron de robo. Pensé que tal vez la anciana la había puesto allí, pero entonces me dijeron que no sufría ningún tipo de demencia senil.—

Madonna diavolo... te contrataron para que su sobrina pudiera robarle y tú cargaras con la culpa —afirmó con amargura.

—Pero no había forma de probarlo y Lucy lo negó todo. Era mi palabra contra la suya y ella era coadjutora de la iglesia. La plata desaparecida tenía mucho valor económico.—

—Pero la prueba era circunstancial.—

—Tres abogados distintos se ocuparon de mi caso, y estaba convencida de que se demostraría mi inocencia. No me di cuenta de lo grave que era el problema —admitió Perrie temblorosa—. Estuve en estado de shock varios días cuando me declararon culpable y para entonces era demasiado tarde. No había nadie en el exterior que pudiera luchar por mí.—

—Debe haber sido terrorífico para ti —dijo Jade.

Perrie alzó los hombros, temblorosa.

Jade, medianita, morena e increíblemente guapa, se situó a los pies de la cama.

—No tenía ni idea, amata mia. Me siento como una auténtica bastarda.—

—No lo hagas. Olvídalo. No te culpo por haber pensado lo peor. Muchas otras personas reaccionaron de la misma manera —le dijo ella—. Pero consumió muchos años de mi vida y no quiero perder más tiempo con ese asunto.—

—Tarde el tiempo que tarde, restableceré tu buen nombre, te lo juro— aseveró Jade con fiereza.

—¿Tan importante es para ti?—

—Claro que sí. Eres mi esposa.—

Jade no se reunió con ella en la cama hasta entrada la madrugada y Perrie notó que no la abrazaba como era su costumbre. De hecho, era la primera vez que dormían juntas y que estaban tan separadas como si ocuparan camas distintas. Cuando se despertó, a la mañana siguiente, Jade ya no estaba y ella pensó que quizá fuera mejor así.

****

Aunque Perrie no tenía ningún deseo de leer la noticia en los periódicos, sospechaba que Jade leería cada palabra y sentiría la humillación en lo más profundo de su ego. En consecuencia, se saltó el desayuno y pasó casi todo el día con Monserrat, preocupándose por el futuro de su matrimonio. Al fin y al cabo, aunque Jade aceptara que había sido condenada injustamente, seguiría viviendo en un mundo en el que todos los demás creerían en la culpabilidad de su esposa. La otra madre de su hija no estaba enamorada de ella, así que no había una red de seguridad que las uniera si las cosas iban mal; no había amor en su relación.

Ya por la tarde, Jade entró en la habitación, vestida con un traje de negocios negro y corbata dorada. Estaba muy guapa, más pálida y tensa de lo normal.

—He estado trabajando todo el día, pero sueles venir a verme al despacho, bella mia. ¿Qué has estado haciendo?—

Perrie bajo los párpados para ocultar su mirada. Había perdido la confianza en que fuera a darle la bienvenida si iba a verla. Además, varios miembros de su equipo habían volado al yate esa mañana, y todos debían haber leído la historia sobre la esposa convicta de su jefa. Se había sentido incapaz de enfrentarse a todos con una sonrisa de indiferencia forzada y había optado por esconderse. También había pensado que a ella la avergonzaría su presencia.

—Con Monserrat..., había olvidado que te ibas a Londres esta noche.—

—Volveré en veinticuatro horas como mucho. No me gusta la idea de dejarte sola.—

—Estoy bien —protestó Perrie rápidamente.

—Por cierto, el artículo del periódico no era nada —Jade encogió los hombros pero no la miró a los ojos—. No te preocupes más de eso.—

Pero ella no podía evitar preocuparse. Culpable o no, se había convertido en un motivo de vergüenza para Jade. Su actitud reservada le indicaba que había sufrido un duro golpe. Tanto Only como Aby la habían llamado esa tarde para demostrarle su lealtad. Only las había invitado a pasar un fin de semana en Bakhar, y Aby se había ofrecido a pasar unos días en el yate con ella. Perrie le había dado las gracias pero había rechazado su oferta. Al día siguiente, Jade telefoneó para decirle que estaría fuera más tiempo del que había pensado.

Cuarenta y ocho horas después, Perrie encendió la televisión del dormitorio y se enfrentó al canal italiano de noticias que solía ver Jade. Antes de que pudiera pasar a otro, la foto de su esposa apareció en pantalla y su mano se detuvo sobre el control remoto. A continuación se vio a Grazia saliendo de un hotel y a Jade saliendo de lo que parecía el mismo edificio. No sabía suficiente italiano para entender el comentario que acompañaba a la filmación. Pero buscó en Internet y, aunque había pocos datos, lo que descubrió la dejó destrozada.

La noche anterior, Jade había pasado un par de horas en el mismo hotel londinense que Grazia, y lo habían abandonado por salidas distintas, obviamente intentando evitar que las descubrieran. Se mencionaba la posibilidad de un reavivamiento de su antigua relación, tras el divorcio de Grazia y los problemas del matrimonio de Jade tras haber sido revelado el pasado de su esposa.

Sonó el teléfono.

—¿Qué hacías en un hotel con Grazia? —preguntó Perrie, en cuando oyó la voz de Jade.

—Los rumores maliciosos viajan a la velocidad de la luz —murmuró ella con calma—. Estaré contigo dentro de una hora.—

—No has contestado a mi pregunta.—

—Tengo compañía, cara mia.—

Ella enrojeció al oír la aclaración. Los minutos siguientes se hicieron eternos. Dejó el dormitorio y fue al salón donde paseó de un lado a otro, intranquila. Finalmente, salió a cubierta, donde el cielo azul empezaba a teñirse con un leve tono melocotón con la caída del sol.

No podía imaginar una vida sin Jade, pero se preguntaba si ella sentiría eso mismo con respecto a Grazia. Una atracción fatal que desdeñaba, pero a la que era incapaz de resistirse. Eso explicaría por qué se negaba a hablar de su ex prometida. Ni siquiera le había preguntado qué le había dicho Grazia la noche antes de la boda.

Su corazón se desbocó cuando el helicóptero iniciaba el aterrizaje. Jade bajó con el rostro serio.

Ahí esta lexaflor , salu2.

De traición y otros tropiezos || Jerrie (G!P) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora