Capítulo 39: La verdad sale a la luz

566 40 4
                                    


—Por una vez, traigo buenas noticias —Jade le dijo, ecuánime—. Esta tarde han arrestado a Lucy Taplow.—

—¿En serio? —Perrie la miró atónita, era lo último que esperaba oír en ese momento.

—La policía obtuvo una orden de registro y encontraron algunas de las piezas de plata desaparecidas en su casa. La señora Taplow falleció el año pasado. Lucy empezó a vender las piezas hace unos meses, cuando le pareció que sería seguro. Pero, como ya sabes, Niall identificó un par de piezas y el rastro lo condujo directamente a ella.—

—Cielos... —a Perrie le temblaban las piernas y tuvo que sentarse en el brazo de un sofá—. Después de tanto tiempo, se descubre la verdad...—

—Un marchante de antigüedades ha identificado a Lucy y su hermana va a declarar en su contra, porque está furiosa de que le robara una gran parte de lo que debería haber sido una herencia compartida. Tengo a los mejores abogados trabajando en el caso. Tomará tiempo, pero están seguros de que podrás demostrar tu inocencia.—

—No lo puedo creer —Perrie se cubrió el rostro con las manos—. No sé cómo darte las gracias...—

—Todo se debe a los esfuerzos de Niall. Él es el héroe. Si no hubieras intervenido, ya no trabajaría para mí. Yo no he hecho nada —declaró Jade—. La prensa sensacionalista ya se ha hecho eco de la noticia. Una sentencia errónea es mucho más interesante para ellos que la noticia original. Seguramente te asaltarán con peticiones de entrevistas sobre tu experiencia en la cárcel.—

—No, gracias —Perrie hizo una mueca de horror.

—¿Cómo te sientes?—

—Atónita —Perrie titubeó—. ¿Y lo de Grazia?—

—No tuve más remedio que hacer un trato con ella cara a cara —Jade se pasó los dedos por el cabello—. Pero debería haber adivinado que tendría a periodistas preparados para realizar esas fotos en el hotel. Grazia nunca desperdicia la publicidad gratuita.—

—¿Qué clase de trato? —Perrie la miró interrogante.

—Karl está en Londres recibiendo tratamiento contra la leucemia. No está nada bien —le dijo Jade con voz pesada.

—Oh, cielos, ¡por fin te has puesto en contacto con tu hermano! —su rostro se ensombreció al captar el significado real de sus palabras—. ¿Leucemia?—

—Sus posibilidades son más o menos del cincuenta por ciento —Jade hizo una mueca—. No necesita el estrés añadido de un divorcio en este momento, así que la compré.—

—¿A eso te refieres con lo del trato? ¿Le diste dinero a Grazia?—

—A cambio de ciertas condiciones firmadas, selladas y legalizadas —Jade sacó un documento de la chaqueta y lo desdobló—. A nuestra reunión en el hotel fui con un equipo de abogados. Lo hicieron muy bien. Habría pagado el doble.—

—¿Qué condiciones? —Perrie movía la cabeza como una marioneta, asombrada.

—Grazia ha accedido a devolver las joyas de la familia que tiene en su posesión y concederle a Karl un divorcio tranquilo. También ha prometido no volver a acercarse a ti.— Ella abrió los ojos con sorpresa.

—¿Quieres decir que te molestó que me acorralara esa noche el club?—

—¡Por supuesto!—

—¿Y por qué no me lo dijiste?— Jade la miró con ojos claros como el día y un leve rubor tiñó sus marcados pómulos.

—Me sentí muy culpable por lo sucedido, y la culpabilidad me enfureció. Te molestó antes de nuestra boda y casi arruinó el día...—

—¿Cómo descubrió dónde iba a estar?—

—El director del club le avisó.—

—Sabía lo de Monserrat.—

—Pero no por mí —contestó Jade, comprendiendo sus dudas.

—Grazia me dijo que tú le pediste que se divorciara de Karl.—

—Es mentira. Pero fue culpa mía que te convirtiera en el objetivo de sus dardos envenenados.—

—¿Por qué iba a ser culpa tuya?—

—Grazia es como un buitre. Cuando intentó volver a mi vida, no la desanimé tanto como debería haber hecho, y su vanidad pudo con ella —reveló Jade con desgana—. Su persecución me divertía. Fue antes de conocerte y no vi razón para no jugar con ella, igual que ella había hecho conmigo antes...—

—¿Querías vengarte? —a Perrie la desconcertó esa posibilidad que no había tenido en cuenta antes, y sintió un gran alivio al comprender que Jade no seguía interesado por la bella rubia.

—Nunca la habría buscado —Jade agitó una mano con desdén—, no me importaba lo suficiente. Pero me enfadé cuando ella se atrevió a insinuarse hace un año. No tuve que hacer nada para saldar viejas deudas... sólo quedarme quieta y ver cómo Grazia tramaba y planeaba la manera de recuperarme.

—Pero era la esposa de Karl —Perrie soltó un suspiro consternado.

—Grazia va donde va el dinero, y en el momento en que Karl perdió el suyo, se convirtió en historia antigua. Él lo sabe tan bien como yo y creo que por fin ha superado su amor por ella. ¿Qué clase de mujer abandonaría a su marido en medio de una enfermedad como ésa?—

—Una despiadada..., la clase de mujer que pensé que tú admirabas.—

—Ella no me ganaría al ajedrez en un millón de años, delizia mia. No se le ocurriría decirme que me prohibía escalar el Kilimanjaro porque es demasiado peligroso y podría perder la vida... por cierto, ya lo hice hace unos años. Es una suerte que disfrutara de algunas experiencias antes de conocerte, porque hay un montón de deportes arriesgados que te provocan crisis de ansiedad, ¿verdad?—

Perrie enrojeció. No se había dado cuenta de que su terror ante la idea de que le ocurriera algo resultara tan obvio. Jade agarró sus manos y miró sus ojos.

—Grazia me habría animado a practicar deportes peligrosos, porque habría disfrutado más como viuda alegre que siendo mi esposa. ¿Cómo has podido pensar que la deseaba cuando te tengo a ti?—

—Tú y yo nos vimos precipitadas a una relación. No estaba planificada... sobre todo Monserrat —a Perrie le tembló la voz—. Pero tú elegiste a Grazia. Quisiste casarte con ella.—

—Diablos —suspiró Jade, compungida—. Yo tenía veintiún años y ella era una chica que mis amigos envidiaban. Creí que la amaba. Era una niña descubriendome a mi misma, pero ahora soy una mujer y busco algo muy distinto en una esposa. Pero hasta que no te conocí no supe que quería...—

—Sólo querías sexo —afirmó Perrie con descaro.

—Puede que fuera así al principio, pero tú me enseñaste a querer otras cosas que ni siquiera sabía que necesitaba.—

—¿Por ejemplo?—


Ya estamos llegando al final, estoy pensando en ponerles dos finales porque me estoy volviendo fanática de los finales alternativos, ¿qué opinan?

De traición y otros tropiezos || Jerrie (G!P) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora