Era Grazia. Al principio Perrie no pudo creer lo que veían sus ojos. No la ayudó nada que otras muchas personas estuvieran demostrando sorpresa por la aparición de la que había sido prometida de una de las novias. Grazia respondía a las miradas con movimientos de cabeza y sonrisas, e incluso alzaba la mano a modo de saludo, como si fuera un miembro de la realeza que estuviera de visita. Era obvio que había llegado hacía poco.
—¿Qué ocurre? —preguntó Aby, porque Perrie se había detenido y estaba en silencio.
—¿Estaba Grazia Thirlwall en la lista de invitados de Jade?—
—Lo comprobaré —Aby hizo una seña a uno de los empleados—. ¿Quién es? ¿Pariente suya?—
—Aún está casada con el hermano de Jade, pero Jade estuvo comprometida con ella —Perrie se estremeció y sus pómulos se tiñeron de color—. No puedo creer que haya tenido la desvergüenza de venir a nuestra boda...—
—¿Estás segura de que no la estás confundiendo con otra? —preguntó Only.
—¡Desde luego que no! ¡Es de las que no se olvidan!— Ambas mujeres siguieron la dirección de la mirada de Perrie.
—Cielos, ¿no es la misma mujer que se acercó a ti anoche en el club?—
—No te preocupes, Aby. Me estoy comportando como una boba— Perrie movió las manos, quitando importancia al asunto.
Pero fue sólo por cortesía, no quería que su anfitriona se sintiera en modo alguno responsable por la indeseada aparición de Grazia. No. Perrie sabía exactamente con quién hablar de ese asunto. No tardó en encontrar a Jade con Jesy y Leigh, charlando de negocios en un rincón tranquilo.
—¿Podemos hablar un momento? —preguntó Perrie, yendo hacia Jade.
—Eso pinta muy mal —Leigh le lanzó una mirada divertida.
—No lo creo —farfulló Jade, con voz suave.
—Créeme —le urgió la magnate con una sonrisa burlona—. Llevo más tiempo casada que tú.—
—Lee —intervino Jesy, con tono irónico.
Jade se encaminó hacia el salón con Perrie.
—¿Hay algún problema?—
—¿Invitaste a tu ex prometida a nuestra boda? —preguntó Perrie con voz tersa.
—¿A quién te refieres? —Jade se quedó inmóvil.
Perrie, sospechando que intentaba evitar una respuesta directa, irguió la cabeza.
—¡Grazia! ¿A quién si no?—
—Ni siquiera sabía que conocieras su existencia —comentó Jade con voz inexpresiva.
Perrie cruzó los brazos, a la defensiva, recordando cuánto se había esforzado Grazia porque supiera exactamente quién era.
—Oh, sí la conocía. Está creando un buen revuelo.— Su rostro frío, impasible y bronceado escudriñó el salón del baile. Grazia estaba apoyada en una mesa, flirteando con un grupo de jovencitos, y su aura sensual ejercía una atracción magnética.
—Me temo que no entiendo cuál es el problema.—
Perrie tomó aire. Estaba tan irritada que le costó un gran esfuerzo. En ese momento no habría podido explicar por qué se estaba enfadando tanto. Sólo sabía que la presencia de Grazia era como un bofetón en la cara. Se sentía humillada, insegura y nerviosa. Empezaba a pensar que lo que había dicho Grazia no se basaba sólo en la amargura.
—¿No? No debería estar aquí. ¿Por qué la invitaste?—
—No lo hice —murmuró Jade con calma—. Pero está con su primo y él sí está invitado. Quizá la trajo como su acompañante.—
No era un buen momento para obligarla a aceptar que Grazia y sus parientes tenían entrada libre en su exclusiva sociedad. Inevitablemente, eso implicaba que mucha gente seguiría recordando los vínculos entre Jade y la bellísima rubia.
—Quiero que salga de aquí —anunció Perrie. Le tembló la voz por el esfuerzo de no gritar.
—Ahora eres una Thirlwall. No tratamos así a nuestros invitados, sean bienvenidos o no —la miró fijamente con ojos sardónicos.
—No estoy de broma, Jade —dijo ella, sonrojándose—. Líbrate de ella. No me importa cómo lo hagas, simplemente hazlo.—
—No —replicó Jade con voz resuelta—. Ahora intenta tranquilizarte.—
Perrie se alejó de ella. Temblaba de dolor, ira y resentimiento. Aceptó una copa de vino para ocupar sus inquietas manos. Su mente y su imaginación ardían con sospechas y miedo de que había más entre Jade y Grazia de lo que sabía. ¿Qué podía pensar? ¿Qué todo lo que había dicho Grazia era cierto? ¿Qué a Jade no le importaba que asistiera a su boda porque eso formaba parte de su venganza? Al fin y al cabo, su hermano no era más culpable de traición que ella, pero Jade se negaba a hablar con Karl y más aún a verlo. Y, según Grazia, ella iba a divorciarse por petición de Jade. ¿Sería ese divorcio el primer paso con el que recuperaría el afecto de Jade?
Perrie empezó a unir datos y a temer lo peor. Tal vez eso explicara que Grazia hubiera sabido dónde iba a estar Perrie la noche anterior y que conociera la existencia de Monserrat. Cabía la posibilidad de que mantuviera un contacto regular con Jade.
Empezó a sudar. ¿Cómo se atrevía Grazia a presentarse en su boda y por qué la protegía Jade? Sobre todo en ese día tan especial de su vida, en el que Perrie debería haber sido la protagonista exclusiva.
Grazia se acercó a Perrie, sonriendo.
—¿Han empezado ya los problemas en el paraíso? —se burló, dejando claro que había estado observando a las novias detenidamente.
Los segundos siguientes quedaron grabados en la memoria de Perrie para siempre. Alguien la empujó desde atrás y se tambaleó. Aunque intentó controlar la copa, el vino tinto salió disparado y salpicó el vestido blanco de Grazia, dejando manchas como gotas de sangre.
—Oh, Dios mío, ¡lo siento mucho! —gimió Perrie, apresurándose a agarrar una servilleta de la mesa más cercana.
Grazia chilló como si hubiera sido atacada y se negó a que Perrie se acercara a ella. Mientras la rubia examinaba las manchas con furiosos ojos turquesa, siseó vitriólicos insultos en italiano. Perrie no sabía qué hacer o decir pero, por fortuna, Only apareció en su rescate. Sin inmutarse por el histerismo de Grazia, agarró a la mujer y la sacó de allí. Siguió un silencio transitorio en el salón de baile. Después se iniciaron los susurros y comentarios.
Una mano se cerró sobre la de Perrie y le dio la vuelta, quitándole la servilleta que aferraba. Alzó la vista hacia Jade, desconcertada. Impasible, la llevó a la pista de baile en silencio.
—Ha sido un accidente —dijo Perrie. Jade no habló. No hizo falta. Sus ojos marrones irradiaban incredulidad.—Di algo —le urgió Perrie.
Bueeee volví. Lamento la demora, en menos de una semana se acaban mis clases y ahora si podré subir capítulos a diario. Jiji, denme una semana más. :3
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De traición y otros tropiezos || Jerrie (G!P) ✓
FanfictionSería su esposa y la madre de su hijo... pero nunca tendría su amor.