—Jesy tiene muchos contactos en los medios informativos. Me advirtió que mañana la prensa rosa publicará un artículo sobre tus antecedentes penales— explicó Jade, tensando la mandíbula—. Decidí que sería mejor que la bebé y tú estuvieran lejos del alcance de las cámaras. Mientras el Diva Queen esté en alta mar, estarán a salvo de ellas.—
Perrie manifestó el impacto de la noticia con una serie de reacciones físicas. Palideció y sintió náuseas. Mareada, se sentó silenciosamente. Un segundo después sufrió otra reacción que le dolió mucho más: descubrió que no tenía valor para enfrentarse a los ojos de su esposa, por lo que pudiera ver en ellos. ¿Repulsa, enfado, desprecio? No podía culparla por odiar que saliera a la luz su vergonzoso pasado. Ninguna persona decente desearía que el mundo supiera que su esposa había sido procesada por robar a una anciana enferma.
Sin embargo, Perrie tuvo que admitir que no podía hacer absolutamente nada para cambiar la situación.
—Siento mucho todo esto —admitió Perrie, pesarosa.
—Las dos sabíamos que esto podía ocurrir —respondió Jade con voz templada—. Pero me sorprende que haya ocurrido tan pronto.—
Perrie aún no se atrevía a mirarla. El café estaba servido. Sintió un golpeteo en el pecho y una inquietante sensación de vacío en el estómago. A pesar de haber cumplido su tiempo en la cárcel, la condena seguía siendo como una roca encadenada a su tobillo. Y parecía que siempre lo sería.
Pero lo que realmente la destrozaba era el cambio en Jade. No era alguien que se hubiera planteado tener una esposa que la avergonzara socialmente. Perrie no podía olvidar que una vez había intentado persuadirla para que cambiara de nombre y se trasladara a Francia para huir de su pasado. Su predicción de humillación pública estaba a punto de cumplirse y era casi un milagro que no le hubiera dicho aún «Te lo advertí». Su fachada de formalidad sólo podía estar ocultando la frustración que debía sentir.
—Por fortuna, me había preparado para esta eventualidad —le informó Jade.
—¿Voy a desaparecer en el mar? —murmuró Perrie, porque en su opinión sólo un escándalo mayor quitaría importancia al que estaba a punto de ocurrir.
Siguió un silencio eléctrico.
—Eso no tiene gracia, Perrie —dijo, soltando el aire con un siseo.
Perrie nunca había tenido menos ganas de reírse. Las lágrimas le atenazaban la garganta. Sólo unas horas antes había estado regocijándose ingenuamente por su felicidad. Jade parecía haber olvidado sus antecedentes penales en gran medida. Pero sería una tontería ignorar que Jade tenía opiniones muy conservadoras con respecto al crimen y su castigo. Aborrecía la deshonestidad. Y en ese momento se avergonzaba de ella, sin duda. Intentaba ser compasiva, pero percibía su reticencia como un muro que se interpusiera entre ellas.
Se preguntó cómo se habría sentido cuando Jesy Nelson la había advertido sobre el artículo. Jesy podía ser una de sus mejores y más antiguas amigaas, pero a las personas no les gustaba mostrar sus puntos vulnerables, y tener una esposa ex delincuente sólo podía ser motivo de vergüenza para ella.
Se preguntó cuánta tensión podía soportar un matrimonio y si sería capaz de seguir respetándola. Estaba muy orgullosa del apellido Thirlwall y ella la estaba arrastrando por el fango. Había querido que ella ocultara su pasado para proteger a su hija. De repente, Perrie veía cómo los acontecimientos podían unirse para destrozar su relación. Hizo un esfuerzo para reponerse.
—¿Has dicho que te habías preparado para esto? —murmuró con voz débil.
—Lo superaremos, bella mia —gruñó Jade. Cruzó la habitación, la alzó del asiento y la rodeó con sus brazos.
Perrie, reconfortada por su abrazo, se tragó las lágrimas y apoyó la cabeza en el hombro. Quería estar en sus brazos para siempre.
—Mi equipo de relaciones públicas ha redactado un nota de prensa en el tono adecuado —declaró Jade, acomodándola en un sofá—. Acabará con las especulaciones. La semana que viene otra persona se convertirá en su objetivo.—
Perrie no estaba segura de entender lo que estaba diciendo, pero su preocupación por ella había disminuido su miedo de perderla y le había dado fuerzas.
—De acuerdo.—
—No es lo que habrías hecho tú —dijo mirándola con fijeza—, pero lo importante es cómo manejar el asunto una vez se haya hecho público.—
—Esa nota... —Perrie lo miró inquieta.
—Tengo una copia aquí —Jade sacó una hoja de una carpeta y se la ofreció—. Es bastante estándar y, con tu consentimiento, la entregaremos a la prensa.—
Perrie sólo había leído la primera frase cuando se le encogió el corazón. Básicamente, era un reconocimiento de su encarcelación por robo, una referencia a que había cumplido la sentencia correspondiente y la declaración de que había aprendido la lección. La típica historia de castigo y arrepentimiento.
—No puedo permitir que publiques esto —dijo.
—Una disculpa pública es lo que hace falta. Puede parecer tonta y sin sentido, pero la gente te respetará por ser sincera respecto a tu pasado.—
—Jade... —la miró suplicante, buscando su comprensión—. No soy una ladrona. Yo no me llevé esos objetos de plata. Fui a la cárcel por un delito que no había cometido. No puedo acceder a esta declaración porque sería una mentira.—
—Esa declaración pondrá punto final al asunto y acabará con la historia.—
—¿Has escuchado lo que acabo de decir?—
—Ya sabes lo que opino sobre ese tema —dijo Jade con voz firme—. Puede que necesites perdonarte por lo que hiciste antes de aceptarlo. Pero en este momento tenemos algo más inmediato a lo que enfrentarnos...—
—¡No puedo creer que acabes de decirme eso! —Perrie, roja de ira, se puso en pie.
Jade la miró con rostro duro y resuelto.
—Cometiste un error cuando eras joven y no tenías familia que te apoyara. Muchos adolescentes comenten errores similares, los dejan atrás y continúan su vida ateniéndose a la ley, como has hecho tú. Deberías sentirte orgullosa de haberlo conseguido.—
—¡Guárdate el discursito! Hay un pequeño problema... ¡yo no cometí ningún error! Ni siquiera me has dejado que te contara lo que ocurrió en realidad.—
—Evitas el tema.—
Perrie se quedó helada de sorpresa. Lamentó que su deseo de evitar un tema controvertido durante la luna de miel le hubiera dado esa impresión. Un segundo después se enfureció consigo misma por su cobardía.
—No me trates como si fuera tu enemiga. Intento ayudarte —le dijo Jade.
—Lo sé —Perrie apretó los labios.
—¿Accederás a publicar la declaración? —exigió Jade.
ESTÁS LEYENDO
De traición y otros tropiezos || Jerrie (G!P) ✓
FanfictionSería su esposa y la madre de su hijo... pero nunca tendría su amor.