Kelaia;
Los días pasaban y una parte de mi seguía rota, porque, si bien mudarme con Manuel había sido una muy buena decisión, yo seguía triste porque me hacia falta la compañía de Valentín.
Tengo un vacio en el pecho, de esos que no sabes si se te van a pasar, que no sabes como curarlos o simplemente distraerte para dejar de sentirlo.
Lo habia intentado todo, pero no podía, el dolor seguía allí, intacto...
Cada día que pasaba, más me lamentaba y creía que alejarme de él no fue buena decisión.
Y el hecho de no saber nada de Valentín hacía más de un mes no ayudaba en nada, me ponía nerviosa. El simple hecho de ya no verlo me ponía nerviosa.
No sé como está, que siente él, si se siente mal o bien, si me extraña, si le dolió ésto tanto como a mí, no lo sé... pero moría por saberlo.
Manuel, mi incondicional, me consolaba siempre y daba lo mejor de él para que yo este bien, eso me alegraba mucho. Manu siempre fue un amigo de oro.
Suspiré y abrí la puerta de mi casa. Los chicos vinieron a ranchar y para mi mala suerte, estaba la persona que menos quería ver en este mismo momento.
Saludé a todos y llamé a Manuel para que venga.
-- ¡Ya voy, gatos!--gritó mi amigo cuando lo llamé.
-- ¡Apúrate, Vainstein!--gritó Mateo.
-- Ya va amor, ¿me extrañaste?-- bromeó bajando la escalera.
-- Sí, bebé --le tiró un beso y reímos.
-- ¿Trajeron porrito? Con el Manu no tenemos más --pregunté viendo como se acomodaban en nuestra casa.
-- Sí, yo traje -- respondió Valentín --también traje escabio pero me lo olvide en el auto --rió y fue a buscar lo que recientemente nombró que se habia olvidado.
A los minutos ya estaba de vuelta, con escabio en la mano y Dani a su lado ayudándolo para que no tire todo al piso como buen boludo que era.
-- Vení, dejálas acá --hablé para que me sigan.
Les indiqué dónde dejarlas y cuando lo hicieron, Daniel fue nuevamente con los chicos porque lo estaban llamando. Nos quedamos solos en un silencio incómodo y tenso, pero cuando estaba por irme, habló logrando que me sorprenda.
-- ¿Cómo estás?
-- Mal, Valentín, no puedo estar bien --desvié mi mirada a cualquier lugar de la cocina. No quería mirar sus bellos ojos azules, me generaban algo raro -- ¿vos como estas?
-- Estoy mal, Kelaia, te extraño mucho --habló muy bajito, pero por suerte logré escucharlo.
-- Yo también te extraño, pero vamos a seguir sufriendo si volvemos a lo de antes, o por lo menos yo --lo miré y acaricié sus mejillas lentamente.
Él me miraba triste, transmitiéndome nuevamente la sensación de que no fue buena ésta distancia, pero no importaba, ya lo habíamos hecho e íbamos a acostumbrarnos pronto...
¿O no?
-- Pero Keli... --fue interrumpido por una voz chillona que no conocía.
-- ¿Quién sos y quién te invitó a mi casa? --le pregunté a la rubia que se encontraba parada en frente mío, abrazando a mi ex mejor amigo.
-- La prima de Tadeo --habló rápidamente Valentín, un poco nervioso.
No respondí y volví a donde estaba anteriormente con los chicos. Hoy quería pasarla bien, pero con Valentín y esa chica mis planes se estaban arruinando, y ni siquiera sabía porqué.