kelaia;
Valentín ya estaba en su casa, seguía en reposo por los golpes y yo todavía no habia ido a verlo nuevamente. La última vez fue cuando nos avisaron que le había pasado, después estuve muy ocupada con el trabajo y horas extra en el mismo.
Ahora estaba acostada con Tadeo mientras acariciaba mi cintura y yo su abdomen, escuchando música y pensando. Me gustaba tanto pasar tiempo con él, me costaba creer que realmente había superado al ojiazul y que en algún momento terminaría éste algo con Tadeo.
No quería que cuando terminara dejáramos de hablarnos, yo lo amaba mucho a él, tanto como amigo, novio, amigovio, o lo que sea que fuéramos.
No quería estar lejos de él, su presencia me aliviaba bastante.
-- Amor --lo llamé, éste hizo un ruido con su boca para que siga hablando-- ¿Me prometes algo?
-- ¿Qué? --me miró.
-- Que si termina éste algo que tenemos, no vamos a alejarnos. Yo te amo, de las maneras que sean, pero siempre supiste lo importante que sos para mí.
-- No vamos a dejar de hablarnos, amor. Vos también lo sabés, desde que llegué al colegio en tercer año --reímos-- Nunca dudes sobre mi amistad.
Sonreí, me subí encima suyo y lo besé.
-- Me aburro --murmuré sobre sus labios.
-- ¿Y qué querés hacer?-- murmuró él divertido y ronco.
-- ¿Hace falta que te lo diga? --rió un poco y volvió a besarme, aún más desesperado que antes.
(...)
Eran pasadas las cinco de la tarde y yo estaba caminando en dirección a la casa de Valentín. Quería verlo, necesitaba verlo.
Fueron pocos los minutos que tardé, ya que no vivíamos lejos, pero cuando llegué dudé un poco en si tocar timbre o no.
Finalmente, apreté el botón y pocos segundos después Maia apareció en mi campo de vista con su característica sonrisa.
Le devolví el gesto.
-- Hola, Mai. ¿Valen? --pregunté una vez adentro.
-- Hola, hermosa. Está arriba.
--Paso a verlo, gracias --dije antes de darme vuelta para subir las escaleras, luego de haber escuchado su respuesta.
Subí las escaleras lentamente y cuando llegué a la puerta de la habitación de Valentín suspiré. Sin dudarlo tantas veces toqué la puerta y éste al escucharlo, respondió:
-- ¿Qué pasó, ma?
Abrí la puerta completamente, viéndolo acostado con hielo en la pierna y curitas en el brazo y mejilla derecha. Estaba mirando una película.
-- Soy Kelaia --sonrió sorprendido.
-- Hola, Keli. ¿Qué hacés acá? --preguntó con un tono confundido.
--Quería ver cómo estabas --me senté en su cama junto a él-- ¿Cómo estás?
--Me duele hasta el ojete --reímos-- ¿Vos?
--Bien.
Nos quedamos en un silencio incómodo durante unos minutos, hasta que habló.
-- Kel --lo miré.
-- ¿Qué?
-- ¿Te puedo decir algo? --asentí con la cabeza-- Éste tiempo que nos alejamos me hizo darme cuenta que te necesito en mi vida, no puedo estar sin vos, Keli, sos mi fuerte para todo --me miró a los ojos con un brillo especial.
--Yo tambiéno te necesito --respondí-- , pero no de la misma manera que me necesitas vos a mí. Yo voy a seguir sufriendo si volvemos a ser amigos, y vos también, entonces es mejor estar así, o por lo menos ahora --sonreí levemente -- Yo no te quiero como vos me querés, y lo sabés.
-- Sí, Kela, pero...
-- Vos estás con Sol y yo estoy con Tadeo, dejémoslo acá, por favor --lo interrumpí-- No confundamos las cosas, no quiero seguir confundiéndome yo, quiero estar bien con Tadeo.
-- Está bien, perdonáme --asentí lentamente.
Cuando me dí vuelta para irme, sus manos detuvieron mis muñecas impidiendo que me vaya.
-- Te amo más de lo que pensas.
No respondí, no quería seguir confundiéndome sola, sólo me di vuelta nuevamente y salí de la habitación cerrando la puerta.
Bajé y saludé a Maia, quién me ofreció unos mates que dolorosamente tuve que negar poniendo la excusa de que estaba apurada y tenía que irme.
Cuándo salí de la casa Oliva, me dirigí a la mía mientras hablaba con Manuel por llamada y le contaba lo que acababa de suceder, añadiendo que seguía confundiendo mis sentimientos hacia él.
