Kelaia;
Hoy era domingo, y estábamos Manuel y yo caminando con el skate en la mano, dirigiéndonos a dónde solíamos estar con nuestros amigos cuando éramos más chicos. Ellos ya nos estaban esperando.
Al llegar, nos saludamos y Valentín no estaba, pero cuando me dí vuelta, lo ví andando en el skate y dando un salto que le salió a la perfección. Yo lo miraba embobada.
Si ya era hermoso de por sí, andando en skate lo era el triple.
Andaba bien, serio, concentrado... era muy lindo. ¿Cómo no iba a gustarme? Claramente estoy a sus pies.
Frenó y se acercó hacia nosotros, le sonreí y nos saludó a Manuel y a mí que recién llegábamos.
-- Hola --saludé y él sonrió acomodando su pelo, mirándome fijo.
Se me voló la bombacha con ese gesto.
-- Hola.
Empezamos a hablar un rato hasta que decidimos empezar a andar y disfrutar como cuando éramos chicos.
-- Voy a ver si me sale el saltito que hacíamos siempre --dije subiendome mientras los chicos me miraban.
Comencé a andar, impulsé el pie para saltar y cuando finalicé el salto me caí al piso golpeandome las piernas.
Escuché las risas de los pibes y empecé a reírme yo también, por suerte tenía las rodilleras y no me habia lastimado mucho, aunque sí me había dolido.
Me acerqué hacia ellos aún riendo, ellos estaban tentadisimos y me senté al lado de Mauro, quién era el que más reía.
-- Basta, hijos de puta --dije sonriendo.
-- ¿Estás bien? --preguntó Valentín calmando su risa y yo asentí.
-- ¿Quién me acompaña a comprar unas birritas? Se las paga el Dani --dije parándome.
-- Ey, ¿porque yo? Ni un mango tengo --reí.
-- Yo te acompaño --se ofreció Valentín, pusimos un poco de plata entre todos y con el ojiazul fuimos a comprar.
Estábamos en silencio, no sabia que decir, sólo miraba su belleza y esperaba que no toque el tema del que vino a hablar a mi casa el otro día. No quería arruinar éste día.
-- Que palo te pegaste, che --dijo sonriendo y yo imité su acción.
-- Sí, igual sabía que no me iba a salir, hace bastante que no ando --dije y asintió -- Hoy te ví cuando saltaste, re cheto te salió.
-- Gracias, Kel. ¿Como estás?
-- Bien, no me dolió mucho por suer...
-- No, cómo estás vos --interrumpió.
-- ¡Ah, que pelotuda! --reímos -- Bien, ¿Y vos?
-- Bien -- asentí y entramos al almacén, al que recién habíamos llegado.
Él agarró dos botellas de cerveza, y yo me puse a pensar en cómo nos tratamos hoy. Hablamos como si nada, algo raro, pero me transmitió algo lindo y raro, también.
Cuando lo ví saltando sentí algo adentro mío difícil de explicar, lo mismo que sentía cuando me gustaba, y ahora me sigue gustando, pero las cosas son distintas. Él me dijo que gusta de mí, eso me pone feliz porque es un pibe demasiado lindo en todo sentido.
Cuando quise darme cuenta, ya nos estábamos yendo nuevamente hacia dónde estaban nuestros amigos, y ésta vez estábamos en un silencio cómodo.
Al regresar, yo agarré mi skate y empecé a probar el salto varias veces, en las cuáles me caía y reíamos con mis amigos. Valentín estaba andando, junto a Mauro y Daniel quiénes practicaban andar sobre una baranda. Tobías, Manuel y Guadalupe estaban tomando birra sentados. Mauro y Tadeo estaban comprando puchos.