Capítulo 20: Experta manipuladora

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Me sirvo otro vaso de whisky junto a dos hielos y bebo todo de un solo trago sentado en la butaca de piel marrón del salón

- Amorcito. Enzo. ¿Qué tienes?- Se sienta en mis piernas y empieza a besar la curva de mi cuello

- Cristal ahora no.- me aparto.

- Déjame ayudarte- muerde mi oreja.

- Ahora no por favor.- La miro a los ojos. Ella se levanta de mis piernas y alisa las arrugas de su falda.- Necesito que me digas algo.

Cristal se sirve un vaso de burbon, se sienta en el sofá cruzando sus piernas de forma delicada hacia un lado.

- Si por lo del viaje, que sepas que ya esta todo listo. La próxima vez la diseñadora vendrá a verme. Cuando veas el vestido, vas a caer rendido más de lo que estás.

- ¿Sabías que tengo una hija?

- ¿Cómo lo has sabido? ¿Te lo ha dicho, verdad?

- ¿Sabías que la niña de mi secretaria también es mi hija?

- Tu adorada secretaría lleva años que me esta extorsionando, amenazando de separarnos y quedarse todo tu dinero. Y para no hablar utiliza a su hija enferma..- La rabia y la indignación se apoderan de mi cuerpo. ¿Cómo puedes ser tan arpía Camila? Utilizar a tu propia hija.

- ¿Por qué no me dijiste nada?

- Quería protegerte y a esa niña. Ella no tiene la culpa de nada, acepté pagarle el tratamiento todo este tiempo, esa niña es un sol y no merece nada malo.- Deja la copa en la mesilla y se acerca lentamente hacia mi .- Amorcito. Se que actué mal. Solo quería protegerte a ti, a tu familia y a esa niña. No es justo que alguien se aproveche de inocentes por ambición. ¿Me perdonas?

- Si. Entiendo tus motivos, aunque entiende que estoy algo molesto. Ha sido un día de muchas emociones.

- Déjame ayudarte.- Besa mis labios suavemente. Me aparto

- Cristal, no por favor. Necesito estar solo.

Me sirvo otro vaso de whiskey, esta vez más cargado, en estos momentos el alcohol me ayuda a no pensar aunque me temo que eso en estos momentos es tarea imposible. Me levanto copa en mano y mientras juego a remover los tres hielos que flotan en el interior del liquido color caramelo salgo a la terraza y miro al cielo. Pese a la contaminación lumínica de la urbe el cielo se ve algo estrellado. De niño cuando tenía un mal día me gustaba salir a observar las estrellas, papá me regaló unas navidades un telescopio y desde entonces mirar las estrellas ha sido una de mis maneras de evadirme cuando tengo un mal día. Siento tantas cosas que no se ni como definir y todo se resume en rabia y decepción. Solo tengo algo claro, haré lo que sea para alejar a esa niña de su madre.

Camila se ha convertido en una gran decepción para mi. Cuando decubrí que ella era la mujer que tanto me hizo sentir en una sola noche y con la que no había podido dejar de soñar, ver lo fuerte que era como madre soltera, haciéndose cargo de una niña con problemas de salud, luchando día  a día para que esa pequeña rubia de cabellos rizados tuviese una vida feliz y prospera. La empecé a admirar, admiro a las mujeres que salen por delante por si mismas, luchan con uñas y dientes.

 Por desgracia en nuestra sociedad los hombres lo solemos tener más fácil para ascender en la vida. En Turandot no es así, mis padres nos transmitieron el derecho, trato y oportunidades por igual, sin importar el sexo, el talento y el trabajo son lo importante

 Admiraba a Camila por eso, por ser luchadora, por tener esperanza de encontrar un donante para Mia y desvivirse para esa niña. Todo esto, es solo fachada. Cuando estaba en su casa, al ver sus lagrimas, su cuerpo débil a punto de derrumbarse en cualquier momento en el suelo, por un momento creí en todo lo que dijo, en las amenazas y chantajes de Cristal. Ahora solo puedo pensar en, Camila Hernández es una experta manipuladora

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Las puertas del ascensor se abren, mis zapatos de piel negra de punta largada redondeada dirigen sus pasos hacia el escritorio de Lucía, como es costumbre en ella esta con su teléfono.

- Deja el móvil. Cuando venga la señorita Hernández que venga a mi despacho. Es urgente.

- Si señor Ferretti.

Entro a mi despacho, me quito el abrigo y lo cuelgo en un pequeño armario que tengo en mi oficina. Aunque me apetezca poco hoy tengo mucho trabajo que hacer, no es fácil llevar la parte legal de una empresa, requiere mucha responsabilidad. Mi abuelo abrió en Italia una pequeña joyería en la ciudad de Génova, mi padre con todo su empeño y el gran talento de mi madre por el diseño de joyas, expandieron el nombre de Turandot al mundo entero. Ahora era responsabilidad tanto de mis hermanos como mía, mantener en alto el nombre de nuestro legado familiar.

Esos golpes, los mismos de siempre, doy el orden para que pase. Se la ve cansada, esta ojerosa pese al maquillaje, su cabello esta recogido en una coleta baja, viste un pantalón negro y una camisa blanca.

- Enzo, me has hecho llamar.- Habla con un fino y débil hilo de voz. No puedo creer que haga este teatro.

- Señorita Hernández, esto es un lugar de trabajo, soy su jefe y me debe un respeto. Le pido por favor que se dirija hacia mi persona como corresponde.-Me levanto de mi asiento, tomo algunos archivadores de un estante y se los entrego.- Quiero un análisis de estos archivos, un resumen de todos los empleados de la empresa.

-¿ Para cuando lo quiere?

- Al terminar el día.

- ¡Eso es imposible!- Exclama indignada.

- Señorita Hernández, soy su jefe y su trabajo es obedecer mis ordenes.

- Si señor. Con su permiso.

Tomo mi abrigo, guardo mi teléfono en el bolsillo interior de la americana gris.

- Un momento señorita Hernández.- Atura su camino y se gira para verme.- Busque también un reemplazo.

-¿Por el embarazo de Celia Ibarra?

- Ese también, un remplazo temporal. Busque su reemplazo, al finalizar el mes no hará falta que vuelva a la oficina. Si me disculpa voy a ver al sastre para el traje de mi boda.

Observo el rostro de Camila, su mandíbula está tensa, sus ojos brillan, están oscuros con la pupilas extremadamente dilatadas, los puños los tiene tan apretados que sus nudillos se han puesto rojos.

- Podrá odiarme, pensar lo que quiera de mi, me podrá poner el trabajo que quiera. Pero no tiene derecho a despedirme por un motivo personal ajeno a lo laboral. Mi labor aquí es cumplir con mi trabajo, llevo casi cinco años trabajando para usted, siendo fiel y leal a esta empresa, nunca he llegado tarde, he hecho horas extras y he recuperado cualquier hora que hubiese pedido por asuntos propios. Me tomo el tiempo justo en mis descansos, cumplo a rajatabla los estatutos de esta empresa. No tiene motivos para despedirme. Créame que lo que menos me apetece es trabajar para usted, pero aunque usted no me vaya a creer soy leal a esta empresa, a su familia, a este proyecto y ante todo tengo una hija a la que debo alimentar y darle el mejor ejemplo. Ahora si me disculpa debo ponerme a trabajar. 

Sin dejarme responder se va a su escritorio











Siempre fuiste tú #2 Saga Amor DestinadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora