Capitulo 30: Fingiendo.

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Saco del horno el solomillo de cerdo, en el fuego tengo la salsa hirviendo a fuego lento. Enzo esta terminando de poner la mesa.

- La mesa ya está. Huele muy rico- Intenta meter una cuchara en la salsa.

- No. Ni se le ocurra. Se tendrá que esperar a la comida.- Le advierto

- ¿Crees que saldrá todo bien?

- Es bueno en su trabajo. Por supuesto. Puede darme una cuchara de madera.

De uno de loa cajones saca una cuchara grande de madera y me la entrega. Recuerdo cuando Cristal me restregó las opciones que tenían para el diseño de cocina. En toda la casa se nota el toque de ella, no es ostentoso, es lujo de apariencia. Pese a que se que Enzo mandó sacar y tirar lo que fuera suyo, en la construcción se nota la palabra de Cristal.

Enzo y yo repasamos en el salón los puntos a tratar en la reunión. No se si será el cambió de ambiente y estar en una posición diferente. Está todo el rato acariciando mi mano de forma delicada y no deja de mirarme. Creo que ponerme el vestido verde ha sido un error, el azuil habría sido mejor.

- Creo que con esto ya estamos listos. ¿A que hora llega?

- A las 13 horas. Viene junto a su mujer y su secretaría. Recuerde cuando los acompañe al salón servir algo de beber. He traído el vermú favorito de Doña Isabel, a Vittorio sírvale un coñac. - Le indico

- ¿Has comprado?

- No, se que usted tiene. Es a lo que suele oler últimamente.- Touche Lorenzo

El timbre suena, peino un poco las ondas de mi pelo tratando que no se enreden con los pendientes, me los trajo Tay hace unas semanas cuando viajó con mamá al pueblo. Por cierto está encantada con su prima y la tienda, en breves se irán de viaje a París.

Ambos nos dirigimos hacia la puerta de entrada, subimos los dos pequeños que hay del rellano, miro a Enzo, tiene el cuello de la camisa arrugado. Me posiciono en frente suyo y se lo coloco bien. Siento sus ojos clavados en mi. ¿Por qué me tiene que poner tan nerviosa tenerlo cerca? ¿Por qué se me tiene que acelerar el corazón y a la vez tengo tantas ganas de meterle un puñetazo?

- Me gusta cuando llevas los labios rojos.

- Gracias. ¿Está listo?

- Creo que si. Me vas hablar de usted durante la comida? Te recuerdo que piensa que somos pareja.- Mierda, tiene razón. Bueno solo van  ser unas horas.

- Pobre de usted que me bese.- Le advierto. Si me besa se no se si se me va a pasar todo el rencor que tengo o al revés.

Recibimos al señor Castello y a su esposa.

Mientras Enzo los lleva al salón yo junto a la secretaria del señor Castello terminamos de ultimar los detalles del aperitivo. Yo los llevo a la mesa, la secretaria intenta. Como lo digo, un caracol va más rápido que ella. A veces es hasta divertido, otras es un suplicio tanta lentitud.

Isabel nos cuenta como se conocieron. Ella era su secretaria, antes ya lo había sido de su padre. Ambos al principio no se caían bien, peleaban. Y ya se sabe, los que se pelean se desean.

- ¿Y vosotros como os conocisteis?- Nos pregunta Isabel.

¿Qué le decimos ahora? Bueno es fácil. Yo era su secretaria y surgió el amor.

Enzo se acerca aún más de lo que ya está y rodea su brazo alrededor de mi cintura, casi rozando el lateral de mi pecho, no es molesto, es extraño.

- Me fije en ella la primera vez que la vi. Yo entraba a trabajar, ese día había vuelto de un viaje importante. Cami salía a fuera cuando topamos y derramó du café encima de mi. Los primeros segundos la furia se apoderó de mi. Pero cuando vi estos hermosos ojos azules, me quede embobado. Era la mujer más bella que había visto en mi vida. No nos volvimos a ver, soñaba cada noche. Un par de años después, necesitaba a alguien que ocupase el puesto de asistente. Cuando vi su curriculum, sabía que era cosa del destino. Al principio me lo puso muy difícil. Es una mujer muy orgullosa y Debo reconocer que empecé con ella con mal pie.- Explica Enzo.

Siempre fuiste tú #2 Saga Amor DestinadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora