Me cago en todo. Me acabo de quemar la mano con la olla. Hoy Mia tiene excursión a la granja y le estoy preparando unos macarrones con tomate y una pechuga de pollo empanada.
Saco la cestita de mimbre de debajo del lavamanos y de una cajita saco una crema para quemaduras para luego aplicarla sobre la zona quemada. Desde que soy madre todo remedio de primera necesidad esta siempre en casa. Nunca se sabe cuando se puede raspar la rodilla en el parque.
Aprovecho una vez guardo la crema y repaso el pintalabios rojo
Meto los macarrones y la pechuga de pollo en el tupper junto a un par de cubiertos reutilizables de bambú y lo meto en su mochila de Frozen. Dos meses pidiéndome esa mochila y aunque trato de no darle grandes caprichos este se lo concedí.
El timbre suena varias veces, limpio mis manos con un trapo y voy abrir la puerta. Emma mi vecina y ex compañera de trabajo
- Vengo contigo al trabajo- Suelto un chillido de alegría
- ¿Vas a volver?- Asiente.- ¡AAAAAH! ¡Lo sabía! Cuanto me alegro Emma. Ven pasa pasa.
- Huele de maravilla.
- Mia tiene excursión. Voy a cambiarme. Mía está en su cuarto, dile que recoja sus juguetes. En cuanto esté lista nos vamos.- asiento.
Llamo varias veces a la puerta de Camila, abre aún viste un pijama rosa bien gordita. Un delicioso aroma a pollo frito llega a mis fosas nasales.
- Vengo contigo al trabajo-Suelto un grito de alegría
- ¿Vas a volver?- Asiente.- ¡AAAAAH! Lo sabía. Cuanto me alegro Emma. Ven pasa pasa.
- Huele de maravilla.
- Mia tiene excursión. Voy a cambiarme. Mía está en su cuarto, dile que recoja sus juguetes. En cuanto esté lista nos vamos.- asiente.
Desde que soy madre aprendí a ser previsora, el tiempo se vuelve oro. Así que como buena previsora cada noche preparo mi ropa y la dejo en el gabán de mi habitación. Coloco el conjunto de ropa de encaje negra, siempre la llevo del mismo color a no ser que lleve blanco, entonces color carne. Subo las finas medias color natural con delicadeza, no estoy dispuesta a volver a comprar unas, compré unas de calidad y pienso hacer que duren, y me pongo un vestido entallado color borgoña.
Repaso las horquillas de mi moño y pinto mis labios en rojo como siempre.
- Vámonos chicas. Se nos hará tarde.
- Tsii Mami- Escucho gritar a mi pequeña rubia desde su habitación. Espero que mi hermana Tay no se haya despertado.
Mia toma su cartera rosa de princesas y se la coloca en su espalda y me guia hacia el recibidor. Camila se ve espectacular con un ajustado vestido color borgoña hasta la rodilla y gabardina color beige.
- Estás espectacular.- dice Emma
- Voy como siempre- Encojo mis hombros.- Vámonos.
- Antes me gustaría parar en un sitio.- Camila alza sus cejas.- Será rápido. Quiero llevar un regalo de bienvenida.
Paramos frente a Dulcinea, mientras espero a que Emma haga por su encargo, miro mi teléfono móvil para revisar el planning del día en el trabajo y tras salir de él. Me gusta ser organizada y cuando una es madre soltera y trabajadora, debe organizar hasta el ultimo detalle.
Observo por espejo retrovisor a mi pequeña jugar con Toto, su oso de peluche. Se lo regaló mi hermana Tay al poco de nacer y desde entonces no se ha separado de él. Mi niña es incapaz de dormir si no tiene a Toto a su lado.
- Mami. ¿Toto podra jugal en la granja?
- Claro mi amor. Ten cuidado que no se manche.
-Tsiii mami. Voy a cuidarlo mucho.-Me temo que esta noche te va a tocar bañarlos a los dos Camila.
Lanzo un gesto de complicidad a Emma, quien no deja de mirar al suelo mientras sujeta la cajita de dulces. Noto su nerviosismo. No ha de ser fácil volver a la oficina cuando todo el mundo cree que has traicionado a la empresa. Y pese a que se ha demostrado que así no ha sido, esa sombra la va a perseguir un tiempo.
Me despido de Emma y subo a mi planta, tres más arriba y empiezo con mi rutina de cada mañana, saludo a mis compañeros y tras dejar mi bolso y mi gabardina en el colgador, guío de forma automática mis pasos hacia el office a preparar un par cafés. Con leche y sacarina para mi y solo con una de azúcar para mi jefe.
Soy Camila Hernández, rubia, rubia, nada de cabellos teñidos, el mío es natural, ojos azules y piel blanca como porcelana. Mis gastos cuesta mantener esta piel tan delicada de la luz solar durante el año. A los dieciocho años me independicé de mi familia y me mudé a la ciudad procedente de un pequeño pueblo pesquero para estudiar psicología y poco antes de terminar la carrera entré a trabajar como asistente de Enzo Ferretti, jefe de recursos humanos y del departamento legal y administrativo de la prestigiosa firma de joyas Turandot. Mis planes eran trabajar unos años en Turandot y viajar por el mundo ayudando a victimas de guerras, desastres naturales. Pero todo cambió cuando me enteré que estaba embarazada.
Toco la puerta un par de veces y tras recibir el visto bueno entro con la pequeña bandeja y dejo el café junto a un croissant. Me jefe devora algo que no consigo distinguir que es.
- ¿ Has desayunado y no me he enterado?
- Emma me ha traído unas magdalenas de colores.
- Cupcakes. ¿así que eran para ti?
- Algo así mencionó. Quería agradecer por confiar en ella por la venta de los diseños.- Me tiende la caja para ofrecerme uno.
- Gracias.- Muerdo un trozo de mi cupcake y un pequeño gemido sale de mi.- Es tan tan ricos.
- ¿Los habías probado antes?
- Yo misma le recomendé a Emma esta pastelería. Suelo comprar los pasteles de cumpleaños de mi, de mi hermana.- digo nerviosa.- ¿Leo el planning de hoy?- Enzo asiente.
Enzo se sienta en su sillón de piel marrón, se ajusta las gafas de pasta negra y con una señal indica que puedo empezar a leer el planning para hoy.
Redacto un informe pendiente de terminar, tecleo a toda prisa cuando el pitido el telefonillo de mi mesa de vidrio suena. Sin despegar los ojos de la pantalla el ordenador, coloco entre mi oreja y el hombro para seguir tecleando con las dos manos.
- Natalia, dime.
- Tu hija está aquí abajo.
Una vez las puertas del ascensor se abren corro hacia el escritorio de recepción. Mi pequeña rubia está sentada en una de las sillas de la recepción principal. Dibuja mientras menea sus piernas que apenas alcanzan el suelo de mármol blanco.
-Mamiiiiii- grita Mia.
Mi pequeña corre para abrazar a mis piernas. Me bajo a su altura para besar su frente. Su rostro se ve algo apagado. Sufro por verla así.
- Mi amor. Vuelve a sentarte. Mami tiene que hablar con Natalia.- La pequeña rubia asiente.
Tatiana, tienes suerte que no tengo nada que darte en herencia porque si no hoy quedarías desheredada. A la poco iluminada de mi hermana, no ha tenido mejor idea que salir de compras con unas amigas y dejar a mi hija, a su sobrina, enferma en mi trabajo. Encima ni me llama para avisarme de la indisposición de la niña, ni de la llama del colegio, ni que va a traerla aquí. Al menos ha tenido el detalle de ir a buscarla. Esta noche cuando la vea se va a enterar.
Observo a mi pequeña que reposa dormida en mi hombro, sin soltar a Toto su león de peluche, mientras la cargo para llegar a mi piso. ¿Qué hago ahora? Siempre he tenido a alguien que cuidase de Mía cuando estaba enferma y parece que esta vez los astros, los planetas, las constelaciones, los pokemons se han alineado para que todo el mundo esté ocupado o no disponible para cuidar de mi hija.
Ironías de la vida, mi hija de cuatro años ha cambiado su excursión por primera vez a la granja y ver algunos animales por primera vez de verdad, a ir de excursión a Joyas Turandot a conocer a su padre y jefe de su madre
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Siempre fuiste tú #2 Saga Amor Destinado
RomanceSiempre fuiste tú: ¿Qué pasaría si años atrás te hubieses acostado con tu jefe y fruto de esa relación hubieses tenido um hijo de él? Eso mismo lo sucedió a Camila. Poco después de entrar a trabajar como secretaria en la prestigiosa firma de joyas T...