Capítulo 1: Seguridad dentro de los muros

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El silencio previo a la salida, añoraba el aire seco y salvaje de fuera de las murallas, el viento golpeándole en la cara; era algo violento en ocasiones pero en el fondo muy gratificante; de algún modo se parecía a él. Una figura menuda y ligera se acomodaba sobre la silla de montar, las manos pálidas pero delicadas sostenían de manera firme las riendas del negro semental; las botas altas recién enceradas y los pantalones obsesivamente limpios, realmente radiantes. Sus hombros sostenían su silueta de manera realmente imponente, lo cual era difícil teniendo en cuenta su corta estatura, aunque el soldado más fuerte de la humanidad como lo apodaban dentro de los muros era sin duda un completo éxito en cuanto a presencia se trataba. El pañuelo blanco, casi del mismo tono de su piel, que contra todo pronóstico no parecía broncearse a pesar de las horas de misión a sus espaldas, estaba encerrado pulcramente bajo la chaqueta y la capa del cuerpo de exploración y cerrando suavemente su camisa. Tenía el pelo negro como el azabache y le caía suavemente sobre el contorno de las finas cejas ligeramente desordenado, estas mismas, encaraban unos ojos estrechos y aparentemente crueles pero de un color entre grisáceo y azul realmente profundo. Su expresión continuamente estoica contrastaba de manera especialmente curiosa con la presencia de la Major Hange en su caballo a unos pocos metros de él.

- ¡Miren, es el Capitán Levi!- Una voz lo sacó de sus pensamientos, odiaba profundamente el momento de partir, aquellos desfiles le parecían altamente innecesarios y provocaban que le invadiera un hartazgo casi insoportable que no se molestaba lo más mínimo en ocultar.- Dicen que es tan fuerte como una brigada entera...

- Cerrad el pico... -susurró de mal humor para sus adentros mientras Hange lo observaba con una mueca burlona.-

- Seguro que no te adorarían tanto si supieran que eres un fanático de la limpieza con un trastorno obsesivo compulsivo...- contestó mirándole mientras cabalgaban tras el Comandante Erwin.-
El pesado portón del muró se elevó renqueante mientras Levi sólo le dedicó una especie de bufido leve de vuelta.

- Los titanes nos están esperando ahí fuera.- continuó la mujer a su lado, no parecía intentar mantener una conversación, más bien berdorreaba de manera incontrolable cuando estaba emocionada o eso creía él. En realidad la consideraba una amiga, se conocían desde hacía tanto tiempo que apenas recordaba su vida anterior al Cuerpo de Exploración.- ¡Qué clase de titanes nos encontraremos esta vez! ¡Daría lo que fuera por poder ver unos cuantos de los anormales!

- Yo ya puedo ver a una anormal...- Contestó el más bajito de los dos mientras oteaba su flanco derecho con desgana.-

- ¿Qué?¿Donde?- Contestó Hange Zoe realmente emocionada mientras juntaba las manos frente a su pecho y bajo a su barbilla como para tratar de contener la emoción sin ningún tipo de éxito.-

- Justo aquí.- Contestó el capitán mientras agarraba su pelo recogido para girar su cabeza no muy amistosamente para que sus ojos se encontraran a la misma altura mientras pronunciaba su sentencia.-

Hange lo miró con sus grandes ojos bajos las lentes, y sonriendo de lado se zafó de su suave agarre mientras trataba de contener una risa leve. Era curioso, desde que Levi había ingresado en el Cuerpo de Exploradores, también llamada Legión de Reconocimiento, se había puesto de manifiesto que su naturaleza irritable y violenta no suponían un problema para el desempeño de su trabajo, y por alguna extraña razón algunos de sus compañeros le tenían el alta estima; pero es que fuera de los altos muros la vida era muy distinta; era sobretodo peligrosa y solo aquellos dispuestos a correr ciertos riesgos disfrutaban de los momentos de libertad sin límites que suponía ver el sol en el exterior de aquel encierro que llamaban paz. Con la orden del comandante Erwin, el cuerpo de Exploración marchó fuera de la ciudad a galope, dejando tras de sí una lluvia de polvo y unos espectadores que poco a poco se dispersaron volviendo a sus vidas normales. Entre ellos, había un grupo de reclutas recién graduados: Armin Arlet, Mikasa Ackerman y Eren Jaegar que desde la esquina de una taberna habían contemplado la marcha de los soldados como hacían cuando eran niños.

Caminaron calle arriba, sobre el empedrado maltrecho de la vía, tomando el camino de vuelta al cuartel general puesto que tenían asignadas varias tareas tras el permiso que se habían tomado momentáneamente; a Armin, le brillaban los ojos de la emoción bajo el flequillo rubio, siempre había tenido ese brillo de inocencia sobre él; era el más bajito de los tres pero aún así nunca parecía quedarse atrás; si bien es cierto que su valía como soldado a nivel de combate era menor en comparación a la mayoría de reclutas; su talento natural para la estrategia y la observación meticulosa lo habían llevado a graduarse muy satisfactoriamente. Junto a él, con un paso ligero y en silencio caminaba Mikasa, era la más alta de los tres, su cuerpo esbelto y femenino la hacían una de las reclutas más atractivas de su promoción, pero lo más reseñable sobre ella era que sin lugar a duda era la mejor espada doble de la misma; sus habilidades de combate eran asombrosas, sus ojos grises y ligeramente vacíos iban a juego con su pelo negro que a veces estaba suavemente enganchado con la bufanda roja que Eren le había regalado tantísimos años atrás; al otro lado del grupo estaba Eren. Era un chico alto, aunque no tanto como Mikasa, si bien su complexión era aparentemente más fuerte que la de su "hermana" sin duda Miksasa tenía más fuerza que él. Tenía el pelo castaño y alborotado, nunca lo llevaba bien cortado y aquello le había supuesto algún rifirrafe durante sus años de instrucción. Se acomodó la chaqueta del cuerpo de reclutamiento con cuidado, bajo ella vestía una camiseta de algodón verde que hacía resaltar el esmeralda fuerte de sus ojos. Eran grandes y con una rabia interior contenida que era difícil de ocultar. Su piel estaba ligeramente bronceada y contrastaba de manera curiosa con los pantalones blancos y las botas altas del uniforme.

- ¿Habéis visto el Escuadrón de Operaciones Especiales del Cuerpo de Exploración?- Comentó Armin emocionado.- La Major Hange estaba allí, es la mejor científica de todo el cuerpo, sus descubrimientos son increíbles, imaginaos poder acceder a todos aquellos que todavía no se hicieron públicos...

- Es posible que no todo en el escuadrón sea como lo creamos...- comentó Mikasa en un susurro un poco distraído.- La vida fuera de los muros será distinta...

- Para eso nos alistamos, para mirar a la libertad a la cara...- contestó Armin con una pequeña sonrisa.-

- Para eso te alistaste tú, Armin...- comentó Eren dándole un golpecito suave en el hombro.- Y para ver el mar.

- También estaba el Capitán Levi justo a su derecha...- Contestó Armin cambiando de tema mientras comenzaban a subir las escaleras.-

- No es como me lo esperaba...- contestó Mikasa ahora de manera firme.-

- ¿Y eso por qué?- contestó Eren sin seguir el razonamiento de su hermana.-

- Es pequeño, quiero decir, es más bajito que Armin...- Dijo señalando con la cabeza al chico rubio que caminaba a su izquierda.- Pensé que las alas de la libertad serían más imponentes...

-Puede ser...- Contestó Eren pensativo, luego de un rato alzó un poco la barbilla mirando al sol que les quedaba casi encima.- No creo que sea una cuestión de altura teniendo en cuenta la cantidad de titanes que se ha llevado por delante, además, se le conoce como el soldado más fuerte de la humanidad, no como el más alto...

La risa suave de Armin sacó a los dos hermanos de su pequeño encaramiento; siempre estaban haciendo eso, desde que el recluta Arlet los conocía. Eran bastante testarudos y ambos trataban siempre de tener razón. Caminaron un poco más parloteando de cualquier estupidez mientras sus pasos les llevaban a cuartel donde a Eren y Armin se les asignaron trabajos de mantenimiento en el muro y a Mikasa algunas otras tareas. La vista sobre el muro era pacífica, los campos verdes se extendían delicadamente a los pies de la muralla mientras Eren limpiaba uno de los cañones. Durante un instante se podía apreciar la comodidad de la ciudad, puede que los humanos no fueran libres, pero lo que era indiscutible es que en términos generales la vida dentro de aquellas altas paredes protectoras era generalmente pacífica. Hasta ese momento. Con un destello cadmio medio el caos comenzó a desatarse, la figura mastodóntica del titán colosal apareció frente a los ojos del recién graduado Eren Jaeger; el caos empezó a reinar sobre la muralla mientras el escuadrón de mantenimiento, al que todos sus compañeros de promoción que estaban allí pertenecían, trataba de hacer frente a aquel titán que había comenzado la destrucción de los muros cinco años antes, y es que; ese tipo de recuerdos no es de los que se olvidan o se perdonan, no cuando era responsable de la muerte de su madre. Eren estaba dispuesto a acabar con aquel monstruo con sus propias manos lleno de rabia y triste como durante la caída de Shiganshina, donde su madre fue devorada ante sus ojos mientras Hannes lo cargaba por la fuerza para salvarles la vida a él y a Mikasa.

El verdadero corazón de la libertad (SNK fanfiction - Riren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora