𝐇𝐄𝐋𝐏 ── steve rogers [𝐓𝐄𝐑𝐌𝐈𝐍𝐀𝐃𝐀]

→𝐂𝐎𝐍𝐅𝐄𝐒𝐒𝐈𝐎𝐍

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CHAPTER SEVEN:
→𝑪𝑶𝑵𝑭𝑬𝑺𝑺𝑰𝑶𝑵

A la mañana siguiente, Natasha se encontraba golpeando repetidas veces la puerta de la habitación de Steve, pues ya eran las seis de la mañana y la rubia sabía que aunque Steve ya estaba despierto, no se levantaba de la cama aún.

—Steve, abre ya la maldita puerta.—Natasha siguió insistiendo, le había tomado toda la noche convencerlo de ir a la charla.—Si no abres, voy a patear la puerta.

Silencio. Natasha retrocedió unos pasos y justo cuándo iba a patear la puerta Steve abrió, y por sus reflejos alcanzó a retroceder para que el golpe de la rubia no de en su pierna.

—Lo siento Steve, creí que no te querías  levantar.—Steve sonrió de lado y salió de la habitación, estaba ya cambiado y llevaba una chaqueta en su mano.

Caminaron en silencio hasta la cocina, dónde Rhodey estaba comiendo una tostada.

—Buenos días.—se saludaron todos, la base estaba en completo silencio.

—¿Vas a salir Steve?—el susodicho asintió, mientras se servía un vaso de jugo de naranja.

Natasha y Rhodey compartieron una mirada de felicidad, ambos querían que Steve saliera y Nat ya le había contado todo lo que había pasado a Máquina de Guerra.

Cuándo Steve terminó su jugo, lavó el vaso y se colocó su chaqueta.

—Ya regreso, nos vemos.—y salió, sin esperar respuesta.

Natasha lo observó hasta que desapareció de su vista, quería que Amber pudiera ayudarlo, quería a su amigo de vuelta.

Steve tomó una motocicleta para ir hasta donde Amber.

Le daba cierto escalofrío pasar por las calles y ver todo destruido, muchas personas desaparecieron mientras conducían un auto y ese mismo auto terminó estrellándose contra casas o más autos. Las calles estaban desoladas y no se oía ruido alguno.

Siguió conduciendo hasta que llegó al edificio donde había estado hace unos días, recordó la mirada de odio de Andrew pero trató de ignorar ese sentimiento de culpa, estaba aquí porque quería pedirle disculpas a Amber y aprovechar a hablar un poco con ella, para nada más que eso.

Steve estacionó su moto afuera, tenía dudas de si alguien se la podría robar, pero no había nadie a la redonda.

Antes de entrar sintió un peso de una mirada en su cuello, volteó a todos lados pero no vio a nadie, creyó que se estaba volviendo loco y entró al edificio.