Naruto
Odiaba dejar a Hinata sola, pero teníamos que cumplir con nuestros respectivos trabajos. Ella regresó a su turno de noche el viernes, y yo tenía mi turno de 24 horas el sábado.
Intenté quitarle importancia a su preocupación por Kiba, aunque no debí conseguirlo. Ella seguía algo abatida cuando le vi irse al hospital el viernes. Tenía tantas ganas de golpear a ese hijo de puta, que soñé que lo metía en una jaula de esas de la UFC y lo machacaba hasta convertirlo en una masa de carne sanguinolenta. Pero salvo cuidar de Hinata, no podía hacer nada. No era nada más que su amigo, aún, y tampoco podía empujar para convertirme en algo más. Hinata no estaba preparada para ello, aún no. Tenía que darle tiempo de curar sus heridas y, después, haría mi movimiento. Y tenía buenas vibraciones al respecto. Ella estaba preocupada por mí. Se había enfrentado a Kiba y, en vez de centrarse en su propio dolor, estaba preocupada por lo que el cretino de Kiba tenía en mente para mí. ¡Ja!, que intente lo que quiera, y si hay puños en el menú, pues mejor. Pero hasta que ese día llegara, necesitaba descargar toda la tensión que llevaba dentro. Así que allí estaba, golpeando un pesado saco de arena mientras Shikamaru lo sostenía para mí y Sai orbitaba a nuestro alrededor.
―Tienes que parar, Naruto. Si tenemos que salir a un aviso estarás demasiado cansado para rendir al 100%.
―Solo un par de golpes más.
Lancé mis puños contra el saco, imaginando la cara del cretino al hacerlo.
―¿Tu chica pasará hoy por aquí?
―¿Por qué lo preguntas?
―Porque es la única cosa que se me ocurre. Tienes que quemar calorías y hacer sitio para la sorpresa que nos va a traer.
―No, no va a venir. Después del turno de noche dormirá un poco y después de comer se acercará al centro social.
―¿Por eso no haces otra cosa que mirar tu teléfono? ¿Para ver si se ha despertado y te manda un mensaje?
―Eres un cotilla, Sai. Tienes que aprender de Shikamaru.
―¿Yo?
―¿De mí?
―Shikamaru solo habla cuando es necesario. No tiene incontinencia verbal como tú.
―Eso es porque no tienen nada interesante que decir. ¿A que sí?
―Hablar está sobrevalorado.
―¿Lo ves? Shikamaru es aburrido.
―Soy un hombre de acción, actúo, no necesito hablar.
Alcé la ceja y miré directamente a Sai.
―Es un hombre sabio, es lo que veo.
Shikamaru sonrió y cogió los guantes para quitarlos de mis manos. Noté mi teléfono vibrar en mis pantalones, lo saqué y leí el mensaje que acababa de llegar. No pude evitar sonreír, porque era de quien era y por lo que decía.
―”Shizune te manda un besote”.
―”Dile que pasaré por allí mi próximo sábado libre”.
―”Se lo diré”.
―¿Es de tu no-chica?
―¿Ves cómo eres un cotilla, Sai?
―Ya, lo que sea, pero pregúntale cuándo va a volver a traernos otro flan de café como el del miércoles.
―Mándale recuerdos de nuestra parte.
―¿Lo ves?, Shikamaru es más sutil.
―Eso, tú siempre dejándome mal.
―”Los chicos te mandan recuerdos”.
―”Te dejo. Hermanos Alvarado en acción”.
No pude evitar reír, aquellos diablillos agotaban a cualquiera. Así que guardé el teléfono y me dirigí a mi taquilla, necesitaba un cambio de camiseta, ¡ya!, apestaba a sudor.
La sirena de aviso entrante resonó por todo el cuartel, y con mecánica precisión, todos los miembros de la estación ocuparon sus puestos en los camiones. Subí al camión antes que Sai y no es porque lo tuviésemos así ensayado, era porque no podía esperar a ser el último, necesitaba acción, y la iba a tener. La mirada fija de Sai me confundió, pero su agarre en mi chaqueta me puso los nervios de punta.
―Es el centro social, Naruto, está ardiendo.
Tuve que luchar con el miedo. Por primera vez en mi trabajo,estaba asustado, porque Hinata estaba allí.
😱
Buenos días!!