cap 36

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Miré por la ventana, maldiciendo estar allí metida perdiéndome ese estupendo día de playa. Pero era consciente de por qué estaba en aquella habitación. Tenía un buen golpe en la cabeza, tres puntos en mi peluda sien lo confirmaban, y no querían dejarme ir a casa hasta que pasara unas cuantas horas en observación. ¡Ja! Como si Naruto me fuera a dejar de observar durante ese tiempo. Después de oírle masacrar sus dientes cada vez que me dieron uno de los diecisiete puntos que necesité, y de obligar al médico a darme calmantes como si fuera a sufrir una operación a pecho abierto, ¿el tipo me iba a dejar de vigilar durante dos minutos? Estuvo tentado de mear en una papelera, antes que dejarme sola el tiempo que le llevara ir al baño y vaciar la vejiga. Ni de coña, había cosas que no iba a consentir. Así que allí estaba, medio atontada, flotando en una cama que me parecía de bolitas de algodón cuando sabía que no lo era. Creo que el pobre aún estaba bajo shock , y eso que la que había estado a punto de convertirse en puré de enfermera había sido yo. Podía estar drogada, sentir todo mi cuerpo entumecido por los golpes y los calmantes, pero aún podía apreciar los brazos de Naruto mientras me aferraba a él con fuerza, sus labios en mi boca, robándome el poco aliento que conseguía respirar entre cada uno de sus desesperados ataques. Sai tuvo que aguantarle para que el pobre paramédico se encargara de mis heridas y me subieran a una camilla. Si por él fuera, me habría llevado en brazos hasta el hospital. La puerta se cerró y giré mi cabeza para encontrarle, pero no era Naruto el que me miraba con rostro compungido.

―Yo… lo siento.

No pude decir nada, quizás mi lengua estuviese dormida, o fue verle allí, o simplemente estaba cansada del golpe, de él, de todo.

―Lo siento, Hinata. Yo no quería.

―¿No querías qué?

Esa fue la única manera de hacer que se parase, que no se acercara más a mi cama. Y lo conseguí, porque se detuvo a medio metro de mis pies.

―Yo, creía… creía que era él.

―¿Qué era él?

―Perdóname, por favor, perdóname. Si habría sabido que eras tú quien conducía, yo…

―¡Hijo de puta!

Esa frase podía haber salido de mi boca, podía estar gritándola en mi cabeza, pero nunca habría tenido la rabia y sed de muerte que Naruto le había dado. En dos segundos, tenía al sorprendido veterinario aplastado contra la pared en frente de mí, alejándole. No pude ver su rostro, pero la vena hinchada en su cuello sí. Y si el rostro amoratándose de Kiba no fuese suficiente pista, el grito de la enfermera que entró como una bala en la habitación fue definitivo.

―Suéltele.

Un par de celadores entraron y agarraron a Naruto, reteniéndole a duras penas.

―Llamen a la policía, ese tipo casi me mata.

La enfermera no necesitaba saber a qué tipo me refería. No, no era la bestia sedienta de sangre que luchaba por alcanzar al castaño que tosía, medio caído en el suelo. No, ella había estado alabando al atento novio que no me había dejado sola y atendido todas mis necesidades desde que llegué a aquella habitación. Ella sabía que era el hombre al que mis ojos lanzaban dagas asesinas.

―Agarren a ese otro tipo, voy a llamar a seguridad.

―¡¿Qué mierda pasa aquí?!

Neji sostenía la puerta mientras miraba toda la escena con el ceño fruncido. Sabía que no era el mejor momento para las presentaciones, pero tenerle allí era el mejor de los refuerzos. Los dos agentes de seguridad irrumpieron en la habitación seguidos por la enfermera, y pude comprender su desconcierto cuando vieron todo el jaleo. Un tipo grande y musculoso tratando de acercarse al que los enfermeros sostenían y otro con pintas de poder dar una paliza a todos ellos y cara de pocos amigos. Y es que mi hermano Neji era un calco de Lorenzo Lamas en su versión más sexy del Renegado . Con 26 añitos, sí, pero igual de duro. Pelo largo a la altura de los hombros, barba de dos días, jeans desgastados, botas de motero y, aunque no se vieran a simple vista, un par de tatuajes que yo conocía muy bien. ¿Quién creen que tuvo que ponerle la crema antibiótica para practicar?

―¡El castaño, es el castaño! ―gritó la enfermera.

A la pobre no pude culparle por tardar en reaccionar, pero es que ver a mi hermano Neji causaba esa impresión entre las chicas, les quitaba la voz. Los agentes de seguridad sostuvieron a Kiba y le sacaron de la habitación, bajo la atenta mirada de Neji.

―¿Alguien va a decirme lo que pasa aquí?

Un agente de policía apareció en ese momento en la habitación, evitando que diera una respuesta a mi ceñudo hermano.

―Señorita Hyuga, ¿podemos hablar?

―Llega a tiempo, agente, el castaño que se llevaban los de seguridad es el que me sacó de la carretera.

―¡¿Qué?! ¿Kiba?

El grito de Neji resonó en la habitación mientras se ponía tenso a mi lado.

―Verá, agente, acaba de confesar que creía que era mi novio Naruto el que estaba en el coche, y que él… quería pedirme perdón por…

―¡Hijo de…! .

Neji se giró hacia la puerta con toda la expresión en la cara de arrancarle las pelotas y algo más a Kiba.

―¡Neji, no! Naruto, detén a mi hermano.

Naruto se abalanzó sobre la espalda de Neji y le abrazó con fuerza para evitar que saliera de la habitación.

―¡Suéltame! Yo mato a ese cabronazo.

―Tranquilo, tío. La policía se encargará de él. ¿Verdad, agente?

―Por supuesto. Volveré para más preguntas, pero ahora creo que mi compañero y yo llevaremos a… ¿Cómo dijo que se llamaba?

―Es mi ex novio, Kiba.

Le di todos los datos que recordaba de Kiba: su apellido, su dirección, la del trabajo. Todo. El agente se despidió y salió deprisa por el pasillo. Al mirar hacia Neji vi que estaba más tranquilo. Naruto le había soltado, aunque se había interpuesto entre él y la puerta. Hay que ver cómo cambian las cosas: de querer matarle a salvarle la vida en unos segundos.

―A ver, que me aclare. Lo único bueno que he sacado de todo esto es que el pusilánime ese del veterinario ya no es tu novio.

―Aha.

―Y supongo que el tal Naruto es este tipo de aquí, que ha tenido la desfachatez de evitar que le parta la cara al zombi de tu ex.

―Naruto Namikaze.

Naruto le tendió la mano y Neji se la estrechó con fuerza y el ceño aún fruncido. Naruto no se amilanó, y eso seguro era un mérito para mi hermano. Lavez que le presenté a Kiba, Neji hizo un gesto despectivo. Cada vez que estábamos a solas no hacía más que meterse con el “nenaza” de mi novio.

―Así que tú eres el nuevo novio de mi hermana.

Repasó su uniforme y asintió satisfecho. Naruto gritaba a los cuatro vientos que era bombero, y las siglas del departamento, estampadas en su pecho, eran todo lo que Neji necesitaba. ¿He dicho que mi hermano es muy listo?, pues sí, lo es. Tiene uno de esos CI de más de 130, pero no hubo manera de sacar provecho de él. Bueno, eso dice mi madre, que esperaba un ingeniero aeronáutico o algo así.

―Lo soy.

Neji se volvió hacia mí y sonrió con malicia. Oh, Dios, sabía lo que iba a venir ahora.

―¿Y cuándo vas a presentarle a la familia?



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