Naruto
―¿Que has hecho qué?
―Lo he vendido, hijo, he vendido el negocio.
―Pero, papá, ¿qué vas a hacer ahora?
―Pues vivir de las rentas. Después de trabajar toda mi vida, creo que merezco jubilarme cuando aún puedo disfrutar de ella.
―Eso es estupendo.
―Bueno, pero por lo que realmente te llamaba… es que Nonō y yo nos vamos a mudar a Miami.
―Eso es un cambio importante.
―Lo es, pero nuestros hijos viven aquí, así que hemos pensado en estar cerca de la familia.
―¿Y qué pasa con Menma?
―Ese es el motivo por el que decidí vender el negocio. Le han ofrecido un buen trabajo en el distribuidor de BMW aquí, de director o algo así. Al principio no quería dejarme tirado, pero es una oportunidad que no iba a permitir que dejara pasar. No es lo mismo trabajar para un distribuidor oficial en Miami, que trabajar en un pequeño negocio familiar como el nuestro. Así que aceptó el puesto. Es probable que llegue dentro de unos días, cuando arregle el traslado y todas esas cosas.
―Así que mi hermano también se muda a Miami. La familia vuelve a reunirse.
―No te pongas melodramático.
―No, eso te lo dejo a ti.
―Llegaremos a Miami dentro de un par de días y queríamos tener una cena para celebrarlo, ¿qué te parece?
La verdad, era el momento para dar el siguiente paso. Decirles a mi padre y a su esposa que había encontrado a alguien especial en mi vida. Uf, presentar a la novia a la familia. Era un paso importante, pero estaba preparado para hacerlo,¿lo estaría Hinata? Bueno, como decía la abuela Constantina, “los problemas los solucionas cuando llegan, no antes”.
―¿Puedo llevar a alguien a la cena?
―¿A Hinata?
―¿Cómo…?
―Hablas de ella cada vez que nos llamamos. Así que supongo…
―Sí, creo que es “ella”.
―¿Lo crees?
―No, lo sé.
―Bien, esa chica me gustó desde el principio.
―Y a mí.
―Bien, entonces nos veremos en dos días.
―Allí estaremos.
Bueno, convencer a Hinata de ir a cenar con mis padres no resultó difícil. Creo que mi padre y ella tienen algún lío entre ellos, pero no quiero preguntar.
Hinata
¿Nerviosa?, diablos, sí, lo estaba. Naruto me iba a presentar a sus padres como su novia. Con la historia que tenía con Hotaru no sé si podré volver a mirar a la cara a su madre. Pero no podía acobardarme, la traicionada había sido yo. Cuando entré en el restaurante, el camarero nos llevó hasta la mesa de Nonō y Minato, y sus sonrisas de bienvenida me relajaron un poquito, casi tanto como sentir la mano de Naruto firmemente asentada en mi espalda. Al menos estábamos en una especie de reservado. Si algo se torcía, podía salir del restaurante sin que nadie se enterara del motivo por el que huía. Uf, me estaba convirtiendo en una paranoica, era la familia de Naruto, nada iba a salir mal.
Bueno, eso pensaba, hasta que un gritito ahogado llegó desde muy cerca de mí, Hotaru.
―¿Cómo te atreves a presentarte aquí?
―La he invitado yo.
―¡Ella no puede estar aquí, mamá, no puede estar aquí!
Minato se levantó y juro que pude sentir la ira en su voz.
―Es la mujer que mi hijo ama, eso le da tanto derecho a estar aquí como a ti.
―Estarás contenta, primero me destrozas la vida, ¿y ahora quieres quitarme a mi madre?
―¿Pero de qué demonios estás hablando? Hotaru, hija.
No, esta vez no iba a quedarme callada, ya había aguantado bastante de su parte, y no iba a perdonarle ni a protegerle. Que asumiera las consecuencias de sus actos, era hora de que madurara.
―Que yo recuerde, fuiste tú la que se metió en mi relación y me traicionó con mi novio. Y si no esperaba eso de él, menos aún de mi mejor amiga.
―Tú siempre tan perfecta. Todo lo bueno tenía que ser para ti. Buenas notas en la universidad, el trabajo que te gusta, un novio guapo y estable. Es imposible ganarte en nada, todo lo tuyo siempre es mejor.
―Pero, ¿qué…?
―Siempre ha sido ella, mamá, ella ha sido siempre tu favorita, siempre me decías que tenía que parecerme más a ella. Que si qué buena estudiante, que si qué chica tan sensata, que si qué trabajadora…
―Todo lo que he conseguido ha sido a base de trabajo y esfuerzo, nadie me ha regalado nada.
―Yo también trabajo, soporto a tipos engreídos que se creen míster universo y que son viejos y feos, todo por conseguir una mísera comisión. Pero no, tú tenías que encontrar al joven y guapo de Kiba, un chico con un buen negocio, que cuidaría de ti el resto de tu vida porque es de los que se casan con una buena chica.
―¿Te estás oyendo? No eres más que una celosa de mierda. Tienes envidia de Hinata.
―Sí, ¿y qué? No es justo que ella lo tenga todo y a mí no me toque nada. Mírale, si pierde a Kiba, y a cambio consigue a un pedazo de bombero de rescate que heredará un buen pico de su padre.
―¡Hotaru!
―¿¡Qué!? ¿Ahora vas a negar que estás con Minato por su dinero?
―¡Yo quiero a Minato!
―Sí, lo que digas.
Nonō se acercó a Hotaru, sin poder contener las lágrimas que corrían por su cara estropeando su perfecto maquillaje. Alzó la mano y le atizó un sonoro bofetón en su mejilla.
―Creí que había criado una buena chica, no una víbora.
―Iros a la mierda. Tú, tus espaguetis y la santa de Hinata.
Hotaru salió de allí con la ira de quien ha perdido todo. Nonō intentó alejarse hacia el baño, un lugar seguro donde dar rienda suelta a su llanto, pero Minato la cogió por el brazo y la envolvió en un protector abrazo, donde ella se sintió segura para llorar. Y yo sentí que mis piernas dejaban de sostenerme, así que me dejé caer en una silla. No podía creer lo que acababa de presenciar. Y decían que las telenovelas eran auténtico drama y que no se parecían a la vida real. Pues alguien tenía que coger notas para un par de capítulos aquí. Noté un cuerpo cálido a mi lado y un brazo que me acercaba y me arropaba en ese calor. Alcé la mirada y vi el rostro sereno de Naruto. A él sí que se le daban bien las situaciones “calientes”.
―Bueno, creo que al final no cenamos.
Y reí, tuve que reír. Solo él podía hacer una broma en un momento así y hacer que la tensión se esfumara.