Naruto
Entrar en el apartamento no fue extraño, pero sí hacerlo en la habitación de Hinata. No necesitaba preguntar cuál era, aparte de que no había nadie a quien hacerlo. Su cuarto estaba ordenado, la cama hecha y el armario no estaba abarrotado de ropa de diseñador. Sus uniformes estaban bien doblados en una balda a media altura, imposible de no verlos. Busqué en el armario y encontré una maleta y una bolsa de viaje. Abrí la primera sobre la cama y comencé a meter los uniformes, un par de pijamas y algo de ropa. Quizás estuve más.tiempo de lo debido mirando dentro del cajón de la ropa interior, pero qué voy a decir, soy un chico. Acabé vaciando todo el cajón. Cuando la llené, pasé al baño con la bolsa de viaje. No pude evitar comparar las dos zonas del baño: la de Hotaru y la de Hinata. Era fácil saber cuál era la de Hotaru, había marcas demasiado caras y demasiados botes. Incluso tenía toda una balda exclusivamente de perfumes. Hinata solo tenía dos, uno fresco y otro más intenso. Cuando terminé de llenar la bolsa, me giré para salir del baño y me topé con una dolida Hotaru.
―Te ha mandado a por sus cosas.
―Volveremos otro día para recoger el resto.
―Kiba tenía razón, entonces.
―¿A qué te refieres?
―Decía que perseguías a su chica.
―No voy a negar que me gusta, pero desistí de intentar algo cuando me enteré de que tenía novio.
―Eso no es lo que parece.
―Ahora solo soy el amigo que necesita, nada más.
―Si tú lo dices.
―Lo digo porque es verdad. Nunca he necesitado mentir a nadie. No tengo segundas intenciones, si es lo que piensas.
―Sabes, me da igual lo que tú hagas y lo que Hinata haga. Los dos podéis iros al infierno.
Pero... ¿a qué venía aquella pataleta? Hotaru era la menos indicada para sentirse ofendida.
―Vendré en unos días por...
―Sí, ya lo has dicho. Puedes venir por ello cuando quieras. Es más, mañana mismo lo tendré todo preparado para que te lo lleves.
Hotaru dio un portazo cuando entró en su cuarto. Algo me decía que, al igual que cuando éramos adolescentes, iba a correr a contarle a su mami lo que había pasado. Y si algo había aprendido, era a hablar las cosas con mi familia.
Cargué las cosas en el coche y, antes de arrancar marqué el teléfono de mi padre.
―Hola, Naruto.
―Papá, tengo algo que decirte.
―Te escucho.
―Verás, Hinata va a venir a vivir una temporada a mi casa.
―¡Wow!, hijo, tú sí que te mueves rápido. Aunque, conociendo a la muchacha, no puedo reprochártelo.
―No es lo que parece, papá.
―¿Qué quieres decir?
―Será mejor que te sientes.
―Me estás asustando.
―Hotaru y Kiba no son novios en realidad, solo lo fingían, el porqué, no tengo ni idea, pero si Hotaru está metida en ello...
―No sigas, la conozco y puedo imaginármelo.
―Bueno, el asunto es que Kiba es el novio de Hinata, o lo era, no sé exactamente cómo está la cosa ahora, si te soy sincero.
―Sigue.
―El caso es que el sábado Hinata no se encontraba bien, pasamos por su casa antes de lo previsto, y... sorprendió a Kiba y Hotaru, juntos.
―Bueno, no me sorprende que Hotaru aprovechara para besuquearse con el chico. Siempre ha sido "muy ligera de cascos".
―No papá, los sorprendió teniendo sexo.
―¡Joder!
―Sí, eso pensé yo. Bueno, el resultado es que va a dejar el apartamento, y le he ofrecido mi habitación libre mientras lo necesite.
―Eres un buen tipo, hijo.
―Ya, te lo digo porque no sé qué cuento irá soltando Hotaru a su madre, y quiero que estés preparado.
―Bien. Porque conociéndola, seguro que olvidaría comentar algunas cosas importantes, y torcer el resto hasta hacerlo encajar en su zapato.
―Ahora estoy saliendo de casa de Hotaru. He recogido algunas cosas de Hinata, pero volveremos otro día a por el resto.
―Cuenta conmigo si lo necesitas.
―Lo tendré en cuenta. Bueno, me voy. He de buscar a Hinata en el trabajo.
―Cuida de ella, Naruto. Es una buena chica.
―Lo sé, papá.
Arranqué el SUV y me acerqué a comprar algo de comida preparada para cenar. No iba a permitir que Hinata cocinara, y mucho menos la envenenaría con mis artes culinarias. Una cosa era hacer un desayuno o un sándwich para mí y otra muy distinta darle de comer a Hinata. Ella merecía una cena con cubiertos y un rico postre.