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Me desperté por que sonó el timbre de casa. Mamá no estaba así que bajé a abrir la puerta y me encontré con un señor que sujetaba una cesta con un almuerzo. Dijo mi nombre y me entregó el paquete. Busqué una nota. Cada año, por mi cumpleaños, como hoy lo era, mis tíos de las Filipinas me enviaban algún regalo. Todos los regalos tenían una nota en la que mi prima pequeña me felicitaba pero esa vez no encontré la nota.

- ¿No venía ninguna carta con esto? - el señor negó con la cabeza. Pensé que la carta se habría caído. Firmé un papel conforme me había llegado el paquete y me despedí del repartidor.

Dejé la cesta en la cocina. Ese año mis tíos se habían lucido. En la cesta habían frutas, magdalenas de chocolate, galletas y otros alimentos. Además había un caballo de peluche pequeño y muy suave en un lado. Me recordó al caballo en el que montaba en la hípica; Rey. Me alegré mucho y enseguida llegó mamá a casa.

- Mira lo que me han traído los tíos - había tanta comida en la cesta que decidí compartirla con ella.

- Siento no haberte despertado esta mañana con un gran beso - me dijo. Mi madre es la mejor, es tierna y cariñosa -. Pero he ido a comprarte un regalo. Pensaba que los tíos te darían el regalo después de comer y quería que el mío fuese el primero que recibieras este gran día.

- Siempre eres la primera en darme algún regalo

- Claro, la primera persona en dar el regalo es la que más te quiere

- Entonces este año ¿los tíos me quieren más que tú a mí? - me mofé de ella. Entre risas me dio una carta. Al abrirla sólo había un papel en blanco en el que ponía: ve al comedor.

Fui corriendo al comedor y, al lado del sofá había un piano eléctrico. Hacía años que me gustaba cantar y le pedía a mi madre que me comprase un piano. Ella, por problemas económicos, nunca logró llegar a comprármelo. Ya casi había olvidado lo mucho que me gustaba la música. Me giré y la abracé tan fuerte como pude.

- Hoy es domingo y por la tarde tienes que ir a la hípica así que enseguida me pondré a cocinar, ¿qué vas a querer comer? - me rascó detrás de la oreja.

- Mamá, ayer me mareé un poco en la hípica y me dijeron que hoy descansara

- ¿Estás bien?

- Sí pero hoy no voy a asistir a la clase, así que no te preocupes mucho

- Pues... si no vas a asistir invita a algunos amigos en casa y celebra tu cumpleaños, que nunca lo celebras

- Mamá, es que no me gusta ser el centro de atención

- Anda, va, invita a Hongseok, Kino, alguien de la hípica, a tu nuevo amigo del colegio... ¿cómo se llamaba? ¿Hoyojin?

- Hyojong

- Eso, llámalo a él también y a Hyuna que de antes os llevabais. Yo os dejaré la casa sola - suspiré y volvió a sonar el timbre y mamá abrió. Entraron Kino y Hongseok. Kino le hizo una reverencia a mi madre y vino a felicitarme. Luego Hongseok le cogió la cara a mi madre y le plantó un beso en la mejilla.

- Hola, muy buenas señora Cho - Hongseok solía ser a veces un poco maleducado pero mi madre ya se había acostumbrado a él.

- Hola Hongseok...- suspiró. Hongseok se acercó a mí y me empezó a cantar el cumpleaños feliz. Cuando terminó mi madre y mis amigos aplaudieron y Kino me dio una caja pequeña. La abrí cuidadosamente y de repente vi un montón de condones dentro. La cerré rápidamente y los miré rabioso. Era una buena broma pero mi madre andaba cerca.

- Para que lo disfrutes con Yeo - me susurró Hongseok.

- ¿Qué es cariño? - me preguntó mi madre yendo a cogerme el regalo de la mano. Me aparté.

Quiero montarte [Wooho/Wooseok x Jinho]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora