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"Cuando las prioridades están claras, las decisiones se hacen fáciles.



Nos encontrábamos camino hacia la casa de la madre de Santiago. El aprieta y acaricia mi mano la cual está en su regazo. Voltea a verme de reojo y me da una sonrisa coqueta.

– Meli, no me mires así.

– ¿Así como?– digo ingenua.

– ¿Enserio estás haciéndome esto?

– No estoy haciendo nada. – el niega.

– Meli, quería pedirte que, ignores a mi madre. Sabes que ya está un poco grande y por eso es muy irritante. Solo no le hagas caso ¿Si?

Asiento. – Dalo por hecho.





(...)

Después de media hora bromeando y jugando en el auto, por fin llegamos. Era de medio día por lo que aún no habían llegado los invitados.

– Amor, no se te olvide el medicamento.– me recuerda Santiago.

– Ahora mismo me lo tomaré. – sacó el paquete de pastillas y tomo las que me tocan hoy. Me causa un poco de náuseas ingerirlas, nunca me han gustado.

– ¿Estás lista cariño?- tragó la última y asiento. Mi esposo toma de mi mano y me ayuda a bajar, las zapatillas que traigo son muy incómodas. Santiago posa su mano en mi cintura causándome una corriente eléctrica. Los dedos de él juguetean con mi cadera y aprietan causándome risa.

– ¡No me hagas cosquillas!– le digo dándole un golpe en su duro abdomen.

– No me provoques entonces.

– Pero si no estoy haciendo nada.

- Claro que lo hiciste, desde que decidiste ponerte ese vestido lo haces. – dice con picardía.

– Hey, no estes viéndome. ¡Que me sonrojo!

– Santi, hijo. ¡Que bueno que llegaste! – el grito de Blanca nos hace separarnos, ella llegas hasta el y lo abraza.  Pero en ningún momento me mira a mi.

– Vamos hijo, necesito un poco de ayuda en...–

– Madre, Meli te trajo un regalo.

Me acerco a ella y le entrego intento darle un abrazo y ella se aleja. Así que solo me queda felicitarla verbalmente. Su indiferencia me dolió de algún modo.

–  Lo veré después ahora vamos Santi.

Toma de la mano de mi esposo y lo guía hacia el interior.

– ¡Melissa hija! – la voz de Abraham me hace saltar del susto. Volteo a mirarlo. Lo había extrañado demasiado.

– Abraham – lo abrazo fuerte.

– ¿Como has estado Meli?

– Estoy bien Abraham, no he tenido ninguna recaída, creo que las quimioterapias al fin están dando resultados. ¿Y tu?

– Me alegro Meli. Yo también estoy bien hija, aunque un poco limitado no puedo salir al exterior por mucho tiempo. ¿Dime que no te a insultado?

– No, está vez se portó bien. – miento. Blanca hizo como si no estuviera aqui. Ya estoy acostumbrada a sus insultos y malos tratos. El año pasado me tiro la comida encima. No entiendo el porqué tanto odio hacia mi.

Mi suegro me pide que entremos y lo sigo, el patio de la casa está decorado elegantemente. Hay varías mesas, zonas de bebida y postre. Tenía pensado que sería un convivio pequeño pero al parecer no.

Santiago está ayudando a su madre a colocar cubiertos y vasos en las mesas. Se da cuenta que lo miro y me sonríe.

Mi piel se eriza con tan solo una sonrisa de él, parezco una adolescente. Los pies me duelen y apenas llevo unos minutos con zapatillas. Acomodo la diadema en mi cabeza, la había traído para no verme mal sin cabello.

La noche anterior, cuando Santiago vió mi cabeza sin ningún solo cabello tuvo una reacción extraña. Se quedó parado por unos segundos viéndome, sus lagrimas comenzaron a bajar. Esa misma noche lloramos los dos. El me dijo que le dolía verme así.

Ayudo a mi esposo con las demás mesas, pero un pequeño mareo me invade, las piernas me fallan y me sostengo con lo que puedo. La sangre comienza a bajar por mi nariz manchando el mantel. Me siento y saco papel de mi bolso, los efectos ya se habían tardado en aparecer.

Tapo mi nariz con el papel y camino hacia el baño, mojo mi cara para limpiarla. La sangre sigue bajando y me asusto un poco. Hago presión en el tabique. Pasan algunos minutos y esta para.

Mi vestido se a manchado un poco, intento limpiarlo pero solo logro esparcirlo más.

– Amor, ¿Estas aquí? – escuchó a Santiago gritar.

— ¡En el baño! – la puerta se abre y Santi me mira preocupado. Se acerca a mi y me besa.

- Estoy sucia Santi.

– ¿Estas bien?

– Si, es normal. Son los efectos secundarios de la quimioterapia. No te preocupes.

– Me duele verte así Meli. – me abraza y me deja un beso en la cabeza.

– Estoy bien si. Ahora vamos que tú madre me linchara al ver que e manchado su preciado mantel.

– ¿Está segura que estas bien? Si no puedo decirle a mi madre que...

– Estoy bien cariño, vamos que tú madre estará preguntando por ti.

Toma de mi mano y me guía hasta el comedor. Blanca está preparando los banquetes, mientras que Abraham está sentado viendo el televisor.

– ¿Que sucedió? ¿Estas bien hija? – asiento y le sonrió a mi suegro.

– Si, los efectos secundarios ya se habían tardado en aparecer.

– No hagas esfuerzos hija, Blanca puede hacerlo. Ella quizo fiesta, ella que la atienda.

Rio al escuchar las palabras de Abraham. El siempre me apoyaba en cuanto se trataba de Blanca. El timbre suena y me levanto a ver de quien se trata. Giro el picaporte y frente a mi está la persona que menos deseo ver.

Marina.

PAIN & LOVEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora