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Omnisciente

La joven apresuradamente salió de aquel horroroso penthouse, frotaba sus manos para sentir calor.

No había parado de llorar, mientras más recordaba, las lagrimas regresaban con más fuerza.

Ya no quedaba nada de la antigua Melissa, ahora solo era una mujer con el corazón roto, vacía.

Su cuerpo le enviaba señales de dolor para que se atendiera. Pero ella las ignoraba, su dolor emocional era más grande que su dolor físico.

Iba tan sumida en sus pensamientos que no se dio cuenta que había entrado a un barrio peligroso. Sus sollozos eran tan audibles que lográron llamar la atención de los vagabundos.

Llego a un callejón sin salida, preocupada volteo para regresar por donde venía pero a lo lejos observo la sombra de una silueta.

Sus sentidos se pusieron alerta, y con mucho miedo Melissa avanzó lentamente, esperado salir de ese callejón.

Lamentablemente el vagabundo tenía otros planes que la incluían a ella. Mientras más avanzaba el vagabundo se acercaba más y más a ella.

Melissa corrió pero el vagabundo la alcanzó, la tomo por los hombros y sacó una pequeña navaja para colocarla en su  cuello.

– Tranquila Nena, no hagas ningún ruido y camina lentamente hacia atrás – le susurro el delincuente al oído.

– Por favor no me hagas daño – le rogó Melissa.

– Si cooperas no saldrás herida niña – le respondió aquel delincuente.

Las lagrimas de Melissa, bajaban con fuerza. Sentía miedo y repulsión. Porque el delincuente había comenzado a tocar su cuerpo.

De un movimiento sorpresa aquel hombre la giró y la arrinconó en la pared.

– Nos vamos a divertir nena– le dijo el hombre.

– Por favor no – chillo Melissa. A punto de tener un ataque de pánico.

El delincuente comenzó a besarla.

Melissa entró en un estado de shock, sus manos comenzaron a temblar.

Estaba sucediendo.

Melissa estaba teniendo un ataque de pánico.

– Cállate maldita zorra - dijo el delincuente propinándole un fuerte golpe en la cara.

Melissa perdió los estribos y comenzó a gritar de dolor y susto. Su atacante la golpeó unas veces más hasta casi dejarla inconsciente.

Meli perdió la noción del tiempo, mientras que poco a poco fue cerrando los ojos.

El vagabundo pensó que la había matado y salió despavorido del lugar. Dejando  aquella joven inconsistente.

Afortunadamente su ángel guardián había llegado a rescatarla.

[...]

Melissa.

Me froto lo ojos para después abrirlos poco a poco. Me apoyo de mis brazos para levantarme pero algo está atado en mi.

Inmediatamente me doy cuenta de que no estoy en mi habitación, las máquinas emiten el sonido que tanto conozco.

Estoy en el hospital.

Los recuerdos llegan a mi mente, uno por uno. Estaban a punto de violarme.

La puerta de la habitación se abre dejando ver a ¿Mikhail? entrar por ella.

– Hola. ¿Como te sientes? – me pregunta con preocupación.

– Estoy bien. ¿Quien me trajo aquí? – le interrogó. El niega y camina hacia la ventana.

– Creo que deberías descansar. ¿Quieres que llame a tu esposo? . – me dice sin verme.

La palabra esposo causa un sin fin de emociones dentro de mi. Ahora estoy sola.

Mis lagrimas comienzan a bajar descontroladamente. Mikhail se percata de mis sollozos y se acerca a mi.

– No-no ya no estamos juntos. – tartamudeó apenada.

– ¿Por las fotos? – me pregunta tomándome por sorprendida y asiento.

– ¿Tu ya las viste? – le interrogó.

– Si, un médico me las mostró, todos en el hospital saben que eres la mujer de el famoso Santiago.

– ¿Y no estás molesto?

– ¿Porque debería estarlo? Sabemos que la farándula se alimenta de chismes. Debemos felicitar a la persona que la editó, parecen muy reales. – intenta animar, pero yo no demuestro emoción alguna. – ¿Si quieres puedo hablar con el? No quiero que tengas problemas.

Niego inmediatamente– El-el ya está con alguien más. – mi voz es apenas audible.

– No llores, no me gusta ver a una mujer llorar.

– Lo lamentó, puedes prestarme tu móvil por favor – el asiente y me pasa el pequeño artefacto. Intento recordar el número de Harry, lo dígito y espero a que responda.

– ¿Hola?

– Harry – chilló.

– ¿Melissa?

– Si, soy yo. Necesito saber si me podría quedar en tu casa.

– Por supuesto pero que sucedió pequeña. ¿Estas bien?

– El-el me dejo Harry. Santiago me dijo que me odia y que no quiere saber más de mi. – le digo llorando si importar que Mikhail esté escuchando– Me corrió de la casa y no tengo en donde quedarme.

– ¡¿Pero que hizo ese imbecil?! Mi casa es tu casa pequeña, por el momento me encuentro en Alemania pero cuan pronto me desocupe iré a verte.

– No te preocupes Harry, estoy bien solo...– Mikhail me arrebata el móvil para hablar con Harry.

– ¡Que te pasa, estoy hablando con el! – me hace una seña de silencio y continúa hablando con Harry.

Minutos después me lo regresa.

– ¡¿Porque no me dijiste que te encontraron inconsciente?! Pequeña no puedes ocultarme cosas así. Ahorita mismo estoy comprando un vuelo para verte.

– No es necesario Harry, estoy bien – pero ya no escuchó más porque me a colgado.

Miro a Mikhail– ¿Que le dijiste a Harry?

– No estas bien Melissa, necesitas apoyo.

– Tu no eres quien...– la puerta se abre interrumpiéndonos. Dejando ver a Abraham mi suegro.

PAIN & LOVEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora