25|

10.2K 391 29
                                    




Melissa.

Mis dedos escriben ansiosos en el papel, intento encontrar la combinación perfecta para la canción que tengo en mente. Hace tiempo que tenía una melodía atrapada en mi cabeza, y pensé que esto sería el regalo perfecto para Santiago.

Nuestro octavo aniversario, sería en unos  días, tengo que darle el mejor regalo de mi vida.

« Podría ser el último »

Aunque necesito inspiración, necesito... estar fuera. Me abrigo lo más que puedo y tomo mi guitarra para emprender camino hacia el parque. Tal vez y con un poco de suerte logro encontrar a Matthew, aquel niño de voz chillona.

Con sumo cuidado, camino hacia la salida sin hacer ruido. Tengo prohibido salir pero en verdad lo necesito. Colocó bien mi pashmina y salgo trotando.

Después de haber caminado casi quince minutos, logré llegar al parque que se encontraba cerca del orfanato. Me siento en la primera banca que encuentro y tomo una postura que me parezca cómoda. Acaricio las cuerdas y tomo mi tiempo para cantar.

Cuando tus piernas no funcionen como solían hacerlo antes,
y yo no pueda ya volverte loca.

¿Recordará todavía tu boca el sabor de mi amor?

¿Sonreirán todavía tus ojos desde tus mejillas?
Querido estaré amándote hasta que tengamos 70 años,
y cariño, mi corazón podrá todavía sentir como a los 23,
y estoy pensando en cómo
la gente se enamora de formas misteriosas,
quizás solo el roce de una mano,
bueno, en mi caso, yo me enamoro de ti cada día,
y solo quería decirte que lo estoy.

Así que cariño, ahora,
tómame en tus amorosos brazos,
bésame bajo la luz de un millar de estrellas,
coloca tu cabeza sobre mi corazón que late,
estoy pensando en voz alta,
quizás encontremos el amor
justo donde estamos.

El ruido de unos aplausos me desconciertan, siento como mis mejillas se sonrojan. Volteo a ver a la agradable persona que me interrumpió.

– ¡Hola Matthew! – le habló apenada al pequeñín, el cual me observa con un grande sonrisa.

– ¿Porque no habías venido guitarrera?

– Estaba un poco enferma y no tengo permitido salir. – el niño camina y se sienta junto a mi.

– ¿Porque tienes ese trapo en la cabeza? ¿Tienes piojos? – la pregunta del niño me saca una carcajada.

– No pequeño. – niego.

– ¿Y entonces?

– Es que, como te explico... Cuando una persona tiene una enfermedad muy fea, el cabello comienza a caerse.

– ¿No tienes cabello? – me pregunta sorprendido. Niego.

– Solo tengo algunos cuantos cabellos.

– ¿Puedo ver?

Respiro un poco y comienzo a desatarme la pashmina. La retiró con cuidado y cierro los ojos para no ver la expresión de el pequeño.

Dilató unos segundos con los ojos cerrados y al no obtener repuesta alguna de Matthew decido abrirlos. Y la escena con la que me encuentro me conmueve el corazón.

El pequeño se encuentra tomándome fotos con un móvil de juguete.

– No veo nada diferente, sigues siendo bonita. A Alexis le gustaste.

– Muchas gracias pequeñín, has alegrado mi día con tus palabras.– ignoro la última frase.

El niño sonríe y me da un abrazo tomándome por sorpresa. Esta vez siento algo diferente que no sabría como expresarlo, a mi mente llegan imágenes de yo siendo madre.

– Te cantare una canción y tu me dirás si te gusta o no ¿Si? – el niño asiente.

Canto con la imagen de Santiago en mi mente, es como si él estuviera en frente mío, como si solo estuviéramos él y yo.

– ¡Que canción tan conmovedora! - aquella voz me saca de mis ilusiones, soltando la guitarra que tenía en los brazos. Esta cae al suelo e inmediatamente me levanto a recogerla. Pero una mano ya se me había adelantado y la toma por mi. – Lo lamentó, no tenia la intención de asustarte.

Levanto la cara para mirarlo, es aquella persona que me ayudo hace tiempo cuando tuve mi ataque.

– No te preocupes. – nos levantamos los dos al mismo tiempo y el me entrega de mi guitarra.

– Melissa ¿cierto? — así es.

– Oye Mikhail – le dice Matthew tirando de su camisa – la interrumpiste. ¿Sabias que eso es de mala educación?

– Si lo se pequeñín. Pero no fue mi intención hacerlo - le dice tomándolo en brazos para cargarlo. El pequeñín me mira.

– Es bonita, pero no es mi tipo, a qué si verdad Mikhail.

– Por supuesto, es una canción muy hermosa. - sus últimas palabras hacen que mi corazón comience a acelerarse. Siento como mis mejillas se han sonrojado e intento voltearme para que no me vean.

– Gracias yo-yo tengo que irme. – comienzo a decir.

– ¿Volverás?– me pregunta el pequeñín.

– Por supuesto, te veré pronto. – le digo acaricio su mejilla regordeta.

Omnisciente

Mientras Melissa platica con aquel joven y el pequeño niño. Blanca los observaba desde lejos, cuando ella los vio no podía creer que esa chica se tratara de nada más y nada menos que la huérfana.

Así que analizo muy bien sus pasos, saco el móvil de su bolsillo. Y se encargó de retratar, cada acción que hacía la joven. Tomo varias fotos de ella con aquel chico platicando y riendo.

« Ahora si maldita, veremos qué piensa mi hijo sobre tu amante » se dijo a sí misma.

Las consecuencias de sus actos serían tan devastadores, logrando así la separación que tanto anhelaba.

PAIN & LOVEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora