Correr el riesgo.

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Con cualquier cosa o persona en contra, Glam estaba ahí, mirando el atardecer con una gran sonrisa como es habitual.

Esa tarde esperaba a una persona muy especial, la mujer de sus pesadillas más dulces y sus sueños más obscuros, Victoria.

Hace casi dos meses la había conocido frente a aquella cafetería, bueno, la vio. Unos días después la buscaba y frecuentaba ya que tenía esperanzas de alguna oportunidad con ella, no se rendiría por más que lo alejaran.

Hace un mes, la mujer aceptó una cita con él en donde todo le fue de maravilla. Conoció más de ella y ella un poco de él, le hizo algunos cumplidos mostrando sus dibujos y demás cosas.

Se notaba que ella se abría cada vez más a su lado, y eso lo ponía más feliz.

Él era un hombre que no obligaba a nadie y menos a una mujer, fue educado de esa forma. Entonces planeó todo lo que pasaría esa tarde.

Por que si, esa tarde besaría a Victoria.

Estaba seguro de sus sentimientos hacía la pelirroja, puede que lo llamen loco e incluso él se llamaría así por un amor a primera vista, pero existía, existía el amor así.

La actitud de Victoria era única, la admiraba por su forma de ser, era brusca y ruda, no le importaba las opiniones ni mucho menos las miradas, ella era todo lo que se podía pedir y mucho más de lo que alguna vez imaginó.

Es por eso que correría el riesgo de probar esos labios y si la suerte no está de su lado, entonces moriría sabiendo que besó a la mujer más hermosa y valiente del planeta.

Un motor lo sacó de sus pensamiento, ella había llegado.

— Hey rubia — Habló Victoria quitándose el casco y bajando de su motocicleta para acercarse al hombre.

— Hola Vicky — Levantó su mano para saludarla y pronto le hizo espacio en la banca en donde se encontraba.

Casi todas las tardes, los dos se encontraban en ese lugar para hablar o simplemente pasar tiempo juntos, Glam guardaba esos momentos en su corazón.

Victoria se sentó junto a él sin ninguna delicadeza y posó su brazo detrás de Glam mirándolo divertida.

— Entonces señor sonrisas, ¿Estás listo para que te enseñe a manejar? — La burla se coló entre esa pregunta sin ningún disimulo.

— Ya te dije que no quiero dañar tu moto, Vicky — Se excusó el hombre frunciendo un poco el ceño mirando la motocicleta frente a ellos.

— Te lo dije antes y te lo vuelvo a decir... — Se inclinó un poco acercando su rostro al de Glam — C-O-B-A-R-D-E —.

— Estoy feliz viajando contigo — El rubio se alzó de hombros sin apartarse o quitar su sonrisa.

— Extraño... — Murmuró la pelirroja con una sonrisa mientras se alejaba del rostro de otro — Como sea, cuentame algo —.

Victoria normalmente le gustaba escuchar a Glam por que le parecía divertido el que viviera con alguien como Chess además de que a ella no le gustaba hablar mucho de su vida personal.

El tiempo se fue volando entre pláticas y risas, el cielo se obscureció, la luna subió y ellos no se detuvieron.

— Y Chess me obligó a usar esas bo... — Las palabras de Glam se quedaron en el aire cuando sintió un peso en su hombro, Victoria se había quedado dormida.

El rubio no pudo evitar un pequeño sonrojo con una sonrisa más suave, la mujer era hermosa durmiendo, sus fracciones se mostraban un poco más relajadas sin embargo sus labios estaban en una leve mueca y los ronquidos asustaban a cualquiera del parque.

Ahí tuvo una idea.

Tal vez si la besaba ahora, ella no se enteraría y él cumpliría con su sueño, era mucho riesgo ya que ella podría despertar y matarlo pero valdría la pena.

Colocó una mano en el hombro contrario de la pelirroja y la acomodó de tal forma que él se pudiera agachar hasta la altura de sus labios.

Se acercó un poco lento pero decidido, con su otra mano le tomó la mejilla para inclinarla hacía arriba.

Antes de tocar sus labios, un golpe lo mandó volando fuera de la banca.

— ¿¡Qué carajos, Glam!? — Una sonrojada Victoria se levantó de la banca mirándolo y sobando sus nudillos.

— ¡Lo siento! — Se disculpó lo más rápido que pudo el rubio tomando su nariz sangrante y que comenzaba a hincharse, ¿Estaba mal que ese momento aún le fascinara la fuerza de la pelirroja?.

— ¿¡Lo siento!? ¡Vete a la mierda! — Le levantó el dedo medio aún con un leve sonrojo y caminó hacía su motocicleta.

— ¡Espera! — Glam la detuvo antes de que encendiera el vehículo corriendo hasta ella — No quería hacer nada para incomodarte, es sólo que... —.

— ¿Qué? ¡Habla de una maldita vez! — Lo miró enojada cruzándose de brazos bajando nuevamente de su moto.

— Tú eres una mujer muy amenazante y me gustas — Suspiró Glam con la mano en su nariz dejando de sonreír unos segundos.

Victoria no pudo evitar el sonrojarse por el cumplido y la confesión, no iba a negar que a pesar de que el hombre era extraño él era lindo, era extrañamente lindo. Algo que nunca consideró en nadie y nunca pensó que lo haría, además se sentía bien a su lado, suponía que la hacía sentir cómoda.

— En verdad eres extraño y escalofriante — Habló relajando sus músculos Victoria — Siento haberte golpeado —.

— No te preocupes, yo me sobrepasé, me lo merezco — Dijo más contento con la situación — Además tu fuerza aún es admirable —.

— ¡Con una mierda, Glam, deja de halagarme! — Le golpeó en el brazo con un poco de fuerza y el ceño fruncido.

— No puedo evitarlo — Se rió levemente el rubio dejando de presionar su nariz.

— Uhhh se te hinchará mucho — Victoria sonrió con orgullo aunque en el fondo se sentía preocupada — Vamos, te llevaré a tu casa para que te coloques un poco de hielo —.

— Claro Vicky — El rubio recibió el otro casco y comenzó a configurar el vínculo que se compartía entre los dos.

— Ah, ¿Glam? — Lo llamó Victoria que estaba recargada en su motocicleta esperando a que acabara de vincular los cascos.

— ¿Qué sucede? — Preguntó sin apartar la vista de los cascos.

— La próxima vez deja que yo lo haga — La carcajada de Victoria desconcertó a Glam.

— ¿Qué cosa? —.

La pelirroja rodó los ojos, tomó de los hombros a Glam y unió sus labios.

Glam se sentía en el paraíso aún cuando lo tomó desprevenido, los labios de Victoria sobre los suyos eran maravillosos, no eran suaves pero eran especiales y cálidos para él.

Al separarse, Victoria se subió a su vehículo tomando uno de los cascos ya vinculados y miró a Glam que estaba sonriendo como idiota con los ojos cerrados.

— ¿Vas a venir, rubia? — Encendió el motor alertando al rubio que rápidamente se subió detrás de ella.

A Glam no le importó en ese momento tener que sujetarse demás de la pelirroja ni que ella se saltara unos cinco altos, lo único que le importaba en ese momento era recordar esa sensación de los labios ajenos y de como volver a sentirlos.


















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DianaLaHumana

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