Consuelo.

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El rubio azotó la puerta de su habitación cuando entró a este. No tenía ganas de hablar con nadie ni de ver a nadie, así que trabó la puerta.

Se limpió los ojos y las mejillas que ahora estaban manchadas por su maquillaje con el dorso de su mano y se sentó en el borde su ventana. Sujetó la guitarra acústica que traía consigo, pasó sus dedos entre las cuerdas intentando tocar alguna melodía pero sin éxito.

Su padre tenía razón, él no tenía ningún talento musical... No como Heavy.

Escuchaba lo que decía su hermano del otro lado de la pared mientras jugaba con sus amigos, Heavy pensaba que también era mejor en la música, pero que equivocado estaba. Dejó la guitarra de lado y tomó su laptop.

Tecleó una respuesta corta en el chat que tenía abierto en su computadora y volvió a cerrarla dejándola a un lado de él.

No estaba enojado con su padre, él no tenía la culpa de su falta de talento, no, Dee estaba enojado consigo mismo por no poder alcanzar esas "expectativas" que se tenía.

Si, quería impresionar a alguien tocando la guitarra, aunque ahora que lo piensa eso no era del todo cierto, no quería impresionar a esa chica con la que hablaba, quería impresionar a su propio padre.

Desde niño admiró a su padre, era un hombre demasiado inteligente, perspicaz, calmado y con grandes dotes musicales. Dee quería llegar a ser como él al crecer o por lo menos que se sintiera orgulloso de tener un hijo como él.

Sin embargo, ahora sabía que nunca podría llegar a ser como Glam, nunca tendría esos dotes artísticos que caracterizaban al mayor.

Aún sentado en el borde de la ventana, guió su mano hacía la liga que sujetaba su cabello y lo dejó caer suelto, luego enredó sus manos entre sus rizos rubios y tiró de ellos. De nuevo los restos de su maquillaje se corrieron cuando las lágrimas se reanudaron, en serio se odiaba.

Escuchó un par de toques en su puerta que simplemente ignoró, quería estar solo. Al cabo de un par de minutos, esos toques desaparecieron, tal vez los toques eran de su padre para anunciar la cena.

— ¡Dee! — Ahora era su hermano el que tocaba la puerta sin ningún patrón — Papá dice que la cena está servida, baja —.

Lo sabía.

— Largate Heavy, no tengo hambre — Contestó como pudo sin moverse de su posición.

— Pero papá dijo que... —.

— ¡No me importa! ¡Largo! — Se enderezó un poco sin retirar las manos de su cabello.

Escuchó unos susurros por parte de su hermano y luego unos pasos alejándose, bien, ya pasó la barrera de su hermano y su padre, la única que le faltaba era su madre, a ella le valía la privacidad y estaba seguro que tiraría la puerta de ser necesario para que bajara a comer algo.

En la planta baja, la mujer pelirroja apenas llegaba como era usual.

— ¡Ya llegué! — Gritó lo suficientemente fuerte para que su familia la oyera, dejó sus llaves donde siempre y caminó hacía el comedor en donde estaban su esposo y Heavy.

— Hola Vicky — El hombre la miró con una sonrisa sirviendo un plato de comida, luego se sentó junto a Heavy.

— ¿En dónde está el otro gusano? — Preguntó al ver que sólo estaba el pelirrojo.

— En su habitación, no quiere bajar — Comentó Heavy sentándose para comenzar a comer.

— ¿Por qué? — Miró con una ceja levantada ahora a Glam.

— Sólo es un berrinche, se le pasará — Su sonrisa no abandonó su rostro en ningún momento.

Victoria le iba a preguntar otra cosa pero se calló a ella misma, a veces era muy imprudente pero ahora algo le decía que no debía preguntar mucho, así que tomó su propio plato con carne y se giró hacía las escaleras.

— Ese mocoso debe de comer si o si — Habló la pelirroja para aclarar a donde iba.

Glam observó como su esposa subía por las escaleras y volvió su vista hacía comida delante de él, tal vez fue demasiado duro con Dee pero su hijo debía entender que la música no era un juego para él.

Le hizo una seña con la cabeza a Heavy para que comenzara a comer y él hizo lo mismo.

Al estar frente a la habitación de su hijo mayor, Victoria giró la perilla pero notó que la puerta tenía seguro, así que gruñó con molestia y tocó la puerta.

— ¡Dee! ¡Soy yo! —.

— Ya dije que no bajaré a cenar, más tarde iré por comida — La voz de Dee sonaba baja y más deprimente de lo usual -según Victoria-.

— ¡Te traje comida! ¡Abre la maldita puerta en este instante si no te quieres quedar sin una el resto de tu vida! — Sonaba enojada ya que odiaba esperar y para ese momento ya hubiera tirado la puerta sino fuera por que al parecer había ocurrido algo con ese hijo de ella.

Escuchó unos pasos dentro de la habitación y después algo de la puerta siendo quitado, luego se escucharon otros pasos alejándose.

Victoria abrió la puerta encontrando un desastre en la habitación, esperaría eso de Heavy pero nunca de alguien tan recto y limpio como lo era Dee, en la habitación estaba una que otra prenda del chico tirada con el armario abierto mientras que también habían algunas otras cosas de uso personal del chico en un rincón y una guitarra en el bote de la basura junto a unos papeles. La mujer azotó la puerta tras ella, dejó a un lado el plato de comida volviendo su mirada al niño estando preparada para gritarle al menor aunque se detuvo al ver el rostro del rubio, su maquillaje estaba ensuciando todo su rostro y su cabello estaba suelto y desarreglado.

— Dee... — Comenzó la pelirroja intentando buscar palabras para hablar.

— Estoy bien, mamá. Sólo no tengo ganas de comer pero gracias — Señaló el plato y luego se dio la vuelta para mirar a la ventana — Puedes irte, la cena se enfriará y sé que no te gusta así —.

La mayor no sabía que decir en ese momento, no es como si pudiera decir: "Deja de comportarte como un puto malcriado y más vale que limpies este lugar, esta será la última vez que te traía la maldita comida cuando hagas un berrinche". Bueno, Victoria llegaba a tener ciertos límites, además de que aprendió a tener más tacto en sus palabras después de casarse con Glam.

— ¿Mamá? — El rubio estaba confundido por el silencio ya que esperaba gritos y tal vez un golpe de parte de la mayor por comportarse así pero no, sólo había silencio — ¿Ocurre alg...?—.

Antes de terminar sintió que lo giraba y le apretaba entre sus brazos, Victoria le estaba dando un abrazo y no de los que da siempre que son asfixiantes, no, este contenía fuerza pero sólo la suficiente para sentir confort.

— No sé que carajos pasó para que tú o tu padre actúen así, pero si sé que podrás superarlo, siempre has sido excelente para encontrar una solución — Habló la pelirroja aún inclinada para abrazar a su hijo.

Dee abrió los ojos con sorpresa, eso era nuevo, muy nuevo en realidad, su madre llegaba a ser cariñosa muy pocas veces y en las que lo era, ella lo asfixiaba con " amor", pero esta vez no. Relajando sus ojos y el cuerpo tensado, pasó sus manos por la espalda de la mujer y se ocultó en el hombro de ella.

Tarde o temprano se debía disculpar con su padre por su comportamiento tan aniñado pero ahora sabía que no debía sentirse como un completo fracaso, por que su madre se había encargado de dejarle en claro que no lo era.












































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