Vecinos.

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Si le preguntaran a todas las personas que se han mudado a un lado de nuestra familia Shvagenbagen:

¿Cómo eran sus vecinos?.

Todos dirían exactamente lo mismo.

Horribles.

Sin embargo, ¿Por qué son horribles? ¿Es tan malo vivir a su lado?.

Para contestar esas preguntas, tal vez sería bueno que se le diera un vistazo a ese camión de mudanza que acababa de llegar.

— ¡Maxin! ¡Khristeen! ¡Vengan a ayudar a bajar las cosas! — Un hombre de cabello negro y ojos verdes exclamó hacía dentro de la casa. Él hombre era robusto con un par de músculos y una leve barba además de vestir un camisa blanca con pantalones negros.

— ¡Ya voy, Pa! — Una niña de unos 13 años de cabello negro hasta la cintura con ojos del mismo color, un vestido rosa pastel que le cubría hasta las rodillas con los hombros descubiertos y unos zapatos blancos, apareció por la entrada tomando una caja y volviendo a entrar.

— Uhg — Gruñendo un chico de 16 años salió también de la casa, él era de cabello castaño claro con ojos verdes, unos pantalones de mezclilla y una sudadera roja.

— Sin quejarse — Regañó su padre tomando dos cajas entrando a la casa.

— Si, padre — Murmuró de mal humor el chico tomando una casa siguiendo a su padre.

Mientras que eso sucedía, en la casa de a lado en una ventana abierta se podían notar dos cabelleras rojas mirando hacía esa dirección.

— Vicky, Heavy, dejen de ver a los nuevos vecinos — Dijo Glam sacando una charola del horno con calma.

— Es curiosidad, Glam — Comentó Victoria moviendo su mano restándole interés sin apartar la vista de la ventana.

— Si, Pa — El niño también movió su mano.

— De acuerdo — El rubio colocó las galletas que sacó junto a otras en la mesa y las que ya estaban ahí las acomodó en un plato.

Los dos pelirrojos voltearon de inmediato al hombre, el menor se acercó sonriendo pero antes de poder tomar una galleta, la mano de su padre lo detuvo.

— No Heavy, son para los nuevos vecinos — Explicó al verlo con unas expresión de confusión.

— ¿Desde cuándo le damos cosas a los vecinos? — Heavy se cruzó de brazos con un puchero.

—Desde ahora, ya le hemos causado muchas molestias a los anteriores — Glam sonrió volviendo a acomodar unas cuantas galletas en el plato.

— Oww —.

Victoria le tomó del hombro a su hijo y le sonrió mientras susurraba.

— Dejaselo a mamá — La mujer se acercó al rubio y lo miró con una mueca —Me darás galletas, ¿O qué? —.

—Lo siento, Vicky pero no hasta después de la cena —Le sonrió.

—¿¡Qué!? No sé vale — La mujer también se cruzó de brazos enojada.

Glam rió un poco por la actitud de su hijo y esposa, luego se giró sobre sus talones mirando hacía las escaleras en donde estaba su hijo mayor leyendo un libro.

— Dee, ¿Podrías llevarle esto a los nuevos vecinos? —Preguntó de forma amable el mayor extendiendo el plato de galletas.

— Si — Dee se levantó dejando su libro de lado y luego caminó hacía su padre tomando el plato, fue a la entrada tomando sus llaves y salió para ir a la casa de a lado.

We're Not Gonna Take It.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora