Parque.

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Sebastian estaba maravillado, nunca había estado en un lugar como el parque, su padre se lo prohibía a Lydia y a él, decía que ahí se juntaba gente que no era de su clase o de su altura.

Hace un par de horas se encontraba en la escuela particular, sin embargo ese día las clases se suspendieron por razones que aún desconocía, es por eso que intentó regresar solo a casa.

Aunque para un niño de sólo once años eso era imposible y más si siempre lo llevaban y traían de la escuela en un auto.

Al no conocer el camino, llegó al parque que dividía el barrio en donde vivía del barrio donde vivía mucha gente de bajos recursos, se asustó un poco al reconocer que estaba muy lejos de casa y que además cerca de un lugar muy peligroso.

Pero eso se fue de inmediato al ver el lugar con muchos juegos y algunos niños en ellos divirtiéndose.

Observó los juegos unos segundos y luego bajó la mirada a su traje, sabía que su padre se enfadaría si arrugaba su traje, aunque ya estaba lo suficientemente arrugado por tanto caminar así que se alzó de hombros y miró un tobogán a lo lejos, iba a ser la primera vez que se subiría a uno.

— Miren que tenemos aquí — Una voz lo detuvo de dar el primer paso — Un niño de la clase alta —.

Se giró para mirar al dueño de la voz y encontró a tres niños que tal vez le llevaban dos o tres años, entró en pánico por que sólo tenía ese costoso traje y su violín.

— ¿Qué es eso, niño? — El sujeto de la derecha le arrebató su estuche de violín.

— ¡Hey! ¡Es mío! — Sebastian intentó arrebatarle el estuche pero el tercero lo tomó de los brazos.

— Wow, con esto podríamos comprar lo que quisiéramos — El que le arrebató el violín, se lo enseñó al que parecía el líder y el primero que habló.

— ¿Cuánto creen que nos pagarán si nos lo llevamos? — Preguntó el que lo tenía sujeto.

— Vamos a averiguarlo — Los tres sonrieron.

— ¡Hey trío de idiotas! — Una voz femenina llamó la atención de los tres mayores y del rubio.

Al voltear la mirada, Sebastian pudo distinguir una niña de cabello pelirrojo sujetado en una trenza mal hecha, ojos verdes, blusa verde con un overol azul y además tenía muchas banditas en todo el cuerpo.

— ¿Por qué demonios molestan a menores? — La voz de ese ángel pelirrojo fue como música para los oídos de Sebastian.

— ¡Victoria!, ¡No sabíamos que hoy estarías! — El líder se separó del rubio y dio una señal de que lo soltaran.

— Pues no quería venir a verles sus caras de idiotas pero me dieron ganas de dar golpizas — La sonrisa malévola de esa tal Victoria se hizo presente.

— Nosotros ya nos íbamos — Los tres asintieron dejando todo lo del rubio como estaba y saliendo corriendo del lugar.

— Bola de inútiles — Bufo la pelirroja acercándose a recoger el estuche que tiraron en el suelo y extendiéndoselo a niño — ¿Estás bien?, no pareces de aquí —.

— Si, muchas gracias señorita — Agradeció Sebastian inclinándose un poco al recibir el violín y estar frente a su salvadora.

Estaba consternado por la forma en que la niña ahuyentó a los tres sin siquiera mover un dedo, era inexplicable y a la vez maravilloso ya que la niña parecía tener por lo mejor 2 años menos que él.

— ¿Señorita? — Victoria lo miró con una ceja levantada mientras se rascaba su barriga — En serio no eres de aquí, ¿Qué haces por este lugar? —.

We're Not Gonna Take It.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora