Cicatrices.

618 44 12
                                    

Glam y Victoria entraron a casa en silencio después de bajar y pagar el taxi que los trajo hasta ahí. Glam aún se sentía un poco melancólico y abrumado por todos los sentimientos que recordó gracias a esa caja que se le dió como herencia por parte de su "Padre".

Victoria no iba a mentir, era muy ingenua y poco inteligente pero notó que su esposo no estaba así por no tener las malditas llaves de ese yate, así que buscando en su memoria recordó que desde un principio él sabía que no se le iba a heredar nada, además de cambiar su expresión al ver el contenido de la caja y cuando se perdió en sus pensamientos delante de ese bote de basura.

Aún sintiéndose así, Glam se encaminó hacía la habitación para poderse cambiar sosteniendo su sonrisa muerta mientras que la pelirroja lo siguió ya que tampoco aguantaba ese maldito vestido.

Tanto Heavy como Dee no se encontraban en casa, el menor había salido a jugar videojuegos con un amigo y el mayor sólo pidió permiso sin decir su paradero.

— Bien, iré a cambiarme este puto vestido de prostituta — Habló Victoria al entrar a la habitación y caminar hacía el armario buscando ropa más cómoda.

—Si, Vicky — El rubio se acercó a la cama para sentarse en el borde sosteniendo su sonrisa y mirando a un punto en la pared tomándose el dorso de la mano derecha por encima de su muñequera.

La pelirroja al voltear ya con su muda de ropa en mano, observó al hombre unos segundos antes de acercarse arrojando las prendas que sostenía a una silla cercana, luego se paró frente a su esposo con una mano en la cintura y la otra acercándola a la mejilla de Glam.

— De acuerdo, Glam, aquí y ahora, me dirás todo, sobre tu nombre, tu sonrisa, esa caja y tu familia — Hizo que levantara el rostro para que la viera a los ojos — Has evitado está conversación desde que nos conocimos, no puedes seguir así —.

— Vicky... — Evitó su mirada sin quitar su sonrisa o sin mover la cabeza de su lugar.

— No, Glam, soy tu maldita esposa, debería de saber por lo menos tu pasado o algo, lo poco que sé es por ese gallo verde que tienes como amigo y sólo me dijo sobre cómo te escapabas de noche para tocar la guitarra con él — Ahora sonó irritada rodando los ojos.

El rubio contempló las palabras de su esposa y lentamente borró su sonrisa volviendo a mirar a la mujer parada frente a él. Ella tenía razón, se conocían desde hace más de 20 años y él nunca mencionó nada de su pasado antes de ser "Glam".

¿Era hora de revelar todo lo que pasó?.

¿Era hora de mencionar a su padre?.

¿Era hora de que viera un lado más frágil de él?.

¿O que viera sus cicatrices?.

Suspiró inclinando su rostro para que estuviera recargado completamente en la palma de la mano de la pelirroja.

— Sebastian, me llamaba Sebastian antes de conocer a Chess. Como pudiste ver, mi familia es de clase alta, teníamos dinero y reconocimiento musical, mi padre tenía grandes espectativas tanto en Lydia como en mí. Lydia cumplió todo lo deseado para un señorita, mientras que yo... Nunca fui suficiente — La miró a los ojos con tristeza estirando una mano para tomar la cadera de la mujer.

Victoria lo miró analizando todo lo dicho, sabía que la gente rica tenía grandes espectativas de todo mundo y más si se trata de su propia familia, pero no sabía como eso afectó a su esposo como tal, ha escuchado tocar al hombre más veces de las que recuerda y siempre ha pensado que él debería ser un maldito músico famoso.

A menos que...

— ¿Tu padre hizo algo? — Sin darse cuenta preguntó.

Glam se quedó callado unos segundos pensando si era buena idea decirle lo siguiente así que retiro su mano de la cadera de la mujer y con ayuda de la otra, se quitó la muñequera, era más fácil mostrarlo.

— Él tomaba medidas poco octodroxas — Bajó su brazo a la altura de su pierna para mirarlo tanto él como ella.

La de ojos verdes abrió los ojos al contemplar las marcas en el brazo del contrario, eran marcas obscuras casi perceptibles por el pasar de los años pero aún así se lograban distinguir como cicatrices. Dentro de Victoria había furia dirigida principalmente al padre del rubio, aunque también agradecía que ese infecil ya que esté muerto.

— ¿Ese hijo de perra te hizo eso? — Preguntó retirando su mano de la mejilla del hombre y juntando ahora ambas manos para tocar el brazo del rubio.

— Si, fue hace mucho tiempo, desde que tengo memoria me educó así —.

— Está bien, entonces, ¿Esa caja de dónde es? — Lo miró de nuevo sin soltar su brazo e intentando olvidar su enojo hacía el hombre fallecido.

— Originalmente la caja era un paquete de mi padre que contenía un arma, después de algunas cosas, yo la utilicé para esconder una maqueta de la ciudad, cada día la mejoraba aunque nunca logré ver más allá del parque ya que mi padre consideraba esa gente indigna para nosotros. Después conocí a Chess, él me enseñó todo sobre el metal y cosas así, me abrió un mundo mejor con varias posibilidades para mí, es por eso que vivía dos vidas, una en donde tocaba música clásica recibía los regalos, reproches y quejas de mi familia, y otra donde me vestía diferente, tocaba la guitarra y hacia lo que me gustaba, sin embargo... —.

Hizo una pausa al recordar de nuevo el día en el se fue de casa y tuvo que pedirle ayuda al castaño. Mucho para un sólo día, era como volver al pasado y escuchar las palabras de su padre.

Iba a seguir en sus pensamientos hasta que sintió como Victoria se ponía de rodillas delante de él aún con su delgado brazo entre sus manos.

— ¿Qué haces? — Glam le cuestionó aún confundido al ver el rostro de determinación de la mujer.

— Shhh, sólo cállate —.

Permaneció en silencio unos segundos antes de sentir los labios de Victoria sobre sus cicatrices, daba pequeños besos a cada cicatriz sin prisa pero si un poco torpe.

Glam no recuerda la última vez que se sonrojó, aunque sin duda no le importaba ya que en ese momento su sonrojo era superior a cualquiera. De todo lo que pensó que haría su esposa al ver sus cicatrices, definitivamente eso estaba en lo último de la lista.

— Olvida a ese hijo de puta al que llamabas padre y... — habló despegando sus labios para luego darle uno último a la cicatriz más marcada y después mirar al rubio — Concéntrate en el ahora, sé Glam, ¿De acuerdo? —.

La pelirroja quería evitar que Glam dejara su sonrisa aterradora por más tiempo, así que hizo lo único que su mente le mandó en ese momento para que no siguiera contando su historia, ya después buscaría respuestas sino se le olvidaba.

El rubio quedó maravillado por las palabras de la mujer y se inclinó para tomar su mentón acercando sus labios hasta que quedaran juntos dándose un beso.

Al separarse la sonrisa de Glam volvió más radiante que antes y Victoria sonrió levemente tomando con una mano la camisa de su esposo sin llegar a aplicar demasiada fuerza.

— Tenemos tiempo hasta que los niños vuelvan o sino también los podemos sacar a patadas de la casa —.

Victoria se levantó tomando entre sus brazos al hombre con facilidad al estilo nupcial mientras que este sonreía.

Tal vez ya era hora de olvidar definitivamente esas cicatrices.

































































...

•-•

We're Not Gonna Take It.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora