paquistaní

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Zayn salió del estudio con la respiración aun agitada y la mochila al hombro, caminaba deprisa en un intento de cansarse y poder calmarse. Niall no era nadie para juzgar su religión o ascendencia cuando él era un homosexual, eso estaba tan mal que ni siquiera encontraba palabras para expresarlo.

El mayor llevaba cerca de dos años soportando las conductas xenófobas de su compañero de elenco sin decir nada pero ese día había sido insoportable, intentaba evitar al castaño e ignorar el ruido que hacía cada que abría la boca pero entendía sus palabras y su significado.

No podían decirle a los niños que ser gay estaba bien porque simplemente no lo estaba, Zayn había crecido sabiendo que era un pecado y como todo pecado merecía un castigo. Le parecía cruel que todos los niños que veían ese programa crecerían creyendo que pecar de una manera tan repugnante estaba bien solo porque era socialmente aceptado hasta cierto punto. Caminaba furioso por el aparcamiento, no tenía auto pero ese camino era más largo y le aseguraba no volver a toparse con Niall esa noche, se moría de ganas por llegar a su casa para intentar dormir, quizá de esa manera podría sentirse mejor por la mañana así que siguió caminando con las piernas doloridas y el aliento congelandose con cada exhalación. Solo llevaba puesta la camiseta roja que había utilizado para grabar ese día y los jeans que no cubrían del frío aire a sus delgadas piernas, una vez más tranquilo se dio cuenta de que debería haber pasado a cambiarse la ropa por los calentitos pantalones de chandal y el suéter verde con los que había llegado esa mañana.

Sintió escalofríos pero hizo caso omiso de la sensación en los brazos desnudos y siguió con la ruta que hacía diario hasta que encontró las escaleras al subterráneo que veía cada mañana y cada noche durante diez meses desde hacía dos años. Bajó rápidamente y compró el boleto con el mal humor haciéndose evidente en su rostro. No había una cantidad exagerada de gente esperando por el metro pero sí era considerable e inmediatamente se sintió más cálido entre aquella muchedumbre.. Mientras esperaba cerca de la línea amarilla que nadie debía rebasar tomó su mochila para sacar la chamarra de mezclilla que había usado para salir a comer hacía un par de horas, se la puso sin importar que no hacía un buen trabajo por calentarle.

Cuando subió al vagón encontró un par de asientos vacíos y ese día estaba muy cansado como para ser cortés por lo que no dudó en abrirse paso a empujones y sentarse. Su respiración era más natural y tranquila pero sentía el dolor punzante del golpe que había recibido en el estómago y los nudillos ardiendo, cuando bajó la vista para verlos notó que tenía algunos cortes y la sangre se expandía hasta las puntas de sus dedos, era una vista desagradable y el líquido rojizo le ponía pegajosos los dedos, intentó limpiar la sangre pero en su mayoría estaba seca así que simplemente dobló los dedos pero hizo una mueca por el dolor que no lo dejó terminar el movimiento. Se inclinó sobre si mismo para comprobar si de esa manera lograba reducir el dolor de su estómago y esperó que ese día terminara pronto.

Las estaciones pasaban y pasaban haciendo que con cada una Zayn se sintiera más somnoliento, el movimiento del vagón le resultaba casi arrulla d'or después de los eventos de ese día. Apoyó la cabeza en la ventanilla que estaba rayada con nombres de diferentes personas y cerró los ojos para intentar perder la noción del tiempo.

—¡Mamá!— escuchó a una niña susurrar emocionada con un marcado acento americano —¡Él es Muhammad!— volvió a hablar y Zayn maldijo internamente cuando escuchó el nombre que le habían asignado en la serie seguido de una sugerencia, de quien supuso sería la madre de la chica, de pedirle una foto.

La niña se acercó y le tocó la pierna con delicadeza, el chico se removió incómodo y fingió despertar, le dedicó una sonrisita a la niña y ella en seguida se apresuró a pedirle una foto antes de parlotear sobre cuanto amaba su familia y como siempre veía el programa con sus primos además de que ansiaba conocer a George y Lucy, los nombres para Niall y Delilah. Sintió un agudo dolor en el estómago cuando recordó la situación y suspiró antes de apartar un mechón de cabello que caía sobre su frente.

Zayn sonrió parcialmente molesto con la situación pero intentó poner su mejor cara, esa niña no tenía la culpa de nada y probablemente sería el mejor momento de su día, estiró sus brazos y tomó a la niña por debajo de los brazos para sentarla en su regazo antes de sonreír a la mujer que acompañaba a la menor.

—Eres muy amable— le sonrió la madre de la niña antes de que la menor volviera corriendo a su lado con una enorme sonrisa. La mujer era joven y tenía el cabello rizado castaño hasta los hombros que enmarcaba un rostro delgado con una sonrisa brillante y ojos grandes de un verde tan intenso que captaron la atención de Zayn de inmediato.

Cuando llegó a su estación bajó rápidamente antes de que las puertas volvieran a cerrarse y metió las manos en los bolsillos de la chaqueta. Caminó hasta las escaleras que daban al exterior y en cuanto sintió el aire frío en el rostro se estremeció pero una sensación de alivio lo inundó pues estaba a dos manzanas de su departamento. Sacudió la cabeza y siguió caminando con la intención de llegar cuanto antes para encender la calefacción y mirar televisión basura. Mientras intentaba no pensar en nada que no fuera el sonido de sus pasos en el pavimento la voz de Niall regresó a su mente, como hacía muchas ocasiones al día.

Vuelve a Medio Oriente.

Durante toda su vida Zayn se había sentido orgulloso de quien era, de la religión que profesaba, de su ascendencia y costumbres pero entonces había aceptado ir a ese maldito país para grabar esa mierda que solo le había dejado dinero y problemas, probablemente todo iría mucho mejor si nunca hubiera conocido al castaño que se esforzaba en mostrar su desagrado hacia él.

Sí, Zayn había nacido en Pakistán pero había pasado su infancia en Bradford para después mudarse a Canadá donde terminó sus estudios en artes dramáticas con el sueño de grabar películas y al menos ser reconocido en ese país pero había terminado aceptando una oferta para ir a Nueva York a grabar un programa para niños pequeños, el sueldo era bueno y era el primer trabajo formal que tenía, hasta ahí su vida parecía un sueño pero la realidad cambió cuanto terminó viendo a Niall diario solo para escuchar como lo despreciaba por el color de sus ojos, la tonalidad de su piel, el color de su cabello o el acento con el que hablaba, ninguna de esas eran cosas que Zayn pudiera cambiar.

En tan solo dos años lo había hecho sentirse inseguro sobre todo lo que se le había inculcado en los veintiún anteriores y Zayn lo detestaba por ello. Odiaba como se sentía inseguro cada que alguien lo veía en la calle o como sentía estar indefenso frente a todos, como si todos supieran sus secretos y todo gracias a Niall. La situación lo tenía al límite y le hacía reconsiderar las decisiones que lo habían llevado hasta ahí, quizá Niall tenía razón y Zayn había apuntado demasiado alto al ir hasta ahí, probablemente debería regresar a su país, a la calidez de todo lo que conocía y le parecía seguro pero sabía que no era la misma persona que había escapado a Canadá con un sueño y un par de maletas, quizá simplemente ya no tenía un lugar en el mundo.

Normal || ziallDonde viven las historias. Descúbrelo ahora