Arsen Makri. 19 de septiembre del 2017, el Olimpo.
Las luces empezaban a notarse a una distancia no muy lejana, todos los semidioses y guerreros del Olimpo estaban puestos en las posiciones que Elizabeth había dicho.
Los líderes de los cuatro grupos en el campo de entrenamiento se mantenían firmes frente a sus compañeros, atentos a cualquier cambio o problema.
—¡Preparen sus armas! —exclamó Evan a los cuatro grupos apenas alcanzó a ver las luces acercarse.
Arsen se acercó a Evan por el costado derecho, sin despegar la mirada del frente y con la espada en alto.
—¿Dónde demonios está Elizabeth? —en su voz había preocupación, más no enojo.
Si la decisión dependiera de él, no permitiría que la albina saliera al campo de batalla, menos aún con tan poco tiempo de entrenamiento, claro que eso no significaba que dudara de su habilidad.
Pero la decisión no era suya, Elizabeth era la salvadora elegida, por mucho que le asustarla perderla en ese lugar, confiaba en que saldría con vida de ahí, al igual que él.
En esos momentos, luego de tanto tiempo de correr hacia el peligro, el pelinegro se daba cuenta de lo muy cansado que estaba de todo. Se daba cuenta de lo mucho que deseaba una vida normal, al igual que la mayoría de semidioses en ese lugar, probablemente.
Nadie hacía el más mínimo sonido, atentos a las luces que habían parado de repente.
Una pelirroja a sus espaldas, una integrante del equipo dos, sollozó. La miró de reojo. Era de las semidiosas más jóvenes, con sólo diecisiete años, la única aparte de Elizabeth que tenía menos de veinte años.
Su armadura de cuero marcaba su cuerpo atlético, la forma en la que agarraba el arco mostraba talento. Pero la madera en sus manos temblaba y sus nudillos estaban blancos de apretar tanto el arma.
Estaba aterrada, sus destellantes ojos de un azul cristalino la delataba, era la hija de Poseidón.
Miró nuevamente hacia el frente, calculando el tiempo que tenía, y se dirigió hacia la chica.
—¿Eres hija de Poseidón? —cuestionó con un tono de voz muy bajo.
No podían hacer ruido, el sol de la madrugada estaba por aparecer y parecía que esa era la señal que esperaban. Cualquier sonido que provocaran llegaría a los oídos enemigos por el silencio que había, y eso podría adelantar todo.
La pelirroja asintió, tragando saliva y adoptando un semblante sereno que, si Arsen no la hubiera visto segundos atrás, se hubiera creído.
—Bien, escúchame. Si te sientes insegura entra ahora, pero si te vas a quedar aquí mantente a una buena distancia de los otros, y usa tu poder para defenderte que cualquier cosa, no te desgastes rápidamente —explicó, cómo un comandante—, ¿Qué harás?.
—Me quedaré —afirmó.
Arsen asintió y volvió con su equipo.
Astra no estaba, había acompañado al equipo cinco a los pasadizos olvidados que habían entre las paredes del Olimpo.
—Manténganse alerta, podrían avanzar en cualquier momento —advirtió a su equipo.
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Bendecida Por Los Dioses (Libro 1)
FantasyUna lucha por la salvación del mundo, a eso se acerca Elizabeth Thompson luego de perderlo todo. Su vida está en riesgo y no teme a perderla si con eso evitará más muertes. Es hora de descubrir y mostrar quién es en realidad, toda su vida ha sido ig...