66

91 12 0
                                    

Elizabeth Thompson. 19 de septiembre del 2017, el Bosque Oscuro.

Elizabeth respiró profundamente, una, dos veces, calmando el agitado latir de su corazón, temerosa por lo que estaba por ocurrir.

—Quiero que te lleves a Arsen de aquí, no me importa lo que hagas, pero sácalo de aquí —le susurró Elizabeth a Evan, lo suficientemente bajo cómo para no ser escuchada.

Evan asintió, indeciso en advertirle de que él tampoco estaba en buenas condiciones.

La albina caminó sus primeros pasos hacia la entrada del Bosque Oscuro, pero Rosé la detuvo con una mano.

—¿No planeas dejar eso? —preguntó viéndola a los ojos, sonriente—, sería una gran desventaja para mí.

Elizabeth supo a qué se refería, así que se arrancó el collar del cuello y lo lanzó al pasto, sin fijarse que había caído justo junto a Arsen. Al igual que su espada de acero que Evan le había dado.

Maldijo para sus adentros, porque su único método de escape por si se perdía había sido descartado. No tendría oportunidad de sobrevivir a este punto, tendría que fijarse muy bien.

—Tenemos una hora para caminar, pequeña Eli —habló la castaña—, y apenas se oculte el sol, el juego empieza.

No esperó más y la dejó atrás, perdiéndose en la oscuridad del bosque, cubierto de árboles que casi cubrían el cielo por completo.

Y Elizabeth la siguió, sin más alternativa y rezando porque todo saliera bien.

Y Elizabeth la siguió, sin más alternativa y rezando porque todo saliera bien

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Evan. 19 de septiembre del 2017, el Bosque Oscuro.

El rubio contaba cada segundo, imaginando la distancia que cada una de ellas caminaba por minuto, dispuesto a cumplir con la petición de Elizabeth.

Y cuando sintió que nada se escucharía en el bosque a su lado, se preparó.

Atacó con su espada de forma veloz, intentando cortar el brazo del guerrero pelinegro que miraba hacia el bosque, pero este bloqueó el ataque de forma veloz. Tan veloz que era imposible que no supiera lo que trataba de hacer desde antes.

—Al parecer Eli y la señorita Rosé tienen las mismas ideas, ya que me había pedido asesinarte apenas tuviera oportunidad —le dijo Sam con un resoplido burlón.

Evan le respondió con una sonrisa ladeada.

—No te preocupes, no podrá castigarte por inclumplir sus órdenes ya que estarás muerto para cuando vuelva —habló con confianza.

Dejó de lado el dolor en su hombro, uno que empezaba a causarle mareos, y sostuvo la espada con ambas manos, dispuesto a luchar por la vida de su amigo.

Empezó a embestir a cada segundo, pero su contrario resistía, devolviendo los golpes e intentando hacer que Evan retrocediera. Pero el rubio, por más dolor que sintiera, no iba a dejarse vencer en la única petición que Elizabeth le había dicho.

Bendecida Por Los Dioses (Libro 1) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora