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Elizabeth Thompson. 19 de septiembre del 2017, el Olimpo.

Sentía que en cualquier momento iba a caer dormida, sus párpados pesaban pero sus extremidades se movía por reflejo, estaba tan cansada que apenas podía usar su magia para usar un escudo.

Y quería guardar hasta la última gota de ella para usarla contra la Sombra.

Atravesó la cabeza de una mujer con cabello miel y luego apuñaló a otra de cabello rubio, jadeando con fuerza y sudando por el intenso sol que golpeaba su piel sin piedad.

Así que ya no era solamente el agotamiento mental y físico lo que la atormentaba, la picazón en su piel también era muy molesto y su boca se sentía cómo una lija, se sentía demasiado caliente.

—¡Tienen a Arsen! —se escuchó a lo lejos.

Elizabeth abrió los ojos. Arsen, él estaba atrapado, la Sombra lo tenía en sus garras, y no sabía de lo que era capaz de hacer.

Se olvidó por completo de lo mal que se sentía y corrió, corrió cómo nunca antes en dirección al bosque oscuro, el único lugar en el que la batalla no se estaba librando y dónde los guerreros de la Sombra estaban cuidando la entrada.

No le importó gastar su poder innecesariamente, sólo necesitaba llegar a Arsen rápidamente. Así que lanzó su magia frente a ella, rostizando a cualquier persona con traje rojo que viera, sin fijarse en sus rostros o en lo que hacían.

Las lágrimas nublaban su visión. Por favor, por favor Arsen, tú no. Rogó para sus adentros.

Quizás lo susurró, o quizás sollozó, pero su garganta dolió.

Llegó al borde entre el campo y la entrada al bosque, y no tuvo que hacer nada para quitar a los guerreros de ahí, ya que una espada, la espada de Evan, acabó con ellos rápidamente.

Evan, sucio, ensangrentado, cansado y con una flecha en el hombro, asintió en su dirección, una muestra de que no la dejaría sola en eso.

Elizabeth no hizo preguntas no había tiempo, así que sólo avanzó con cuidado entre el pasto mientras, a unos metros frente a ella, unas siluetas se hacían visibles.

Elizabeth no hizo preguntas no había tiempo, así que sólo avanzó con cuidado entre el pasto mientras, a unos metros frente a ella, unas siluetas se hacían visibles

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Arsen Makri. 19 de septiembre del 2017, el Bosque Oscuro.

Parpadeó lentamente, ajustando su visión hacia la nueva luz que lo iluminaba, a juzgar por el sol no se habría desmayado más de media hora.

Intentó mover los brazos, pero una tela y un fuerte dolor en todo el cuerpo se lo impidieron.

—Así que eres tú —una voz femenina le habló.

Miró hacia un lado, unas botas negras cubrían unas pantorrillas femeninas que, a su vez, estaban cubiertas por un pantalón negro. Una camisa blanca pegada al cuerpo resaltaba las curvas de la mujer y una capa roja la cubría del sol.

Bendecida Por Los Dioses (Libro 1) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora