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Elizabeth Thompson. 19 de septiembre del 2017, el Olimpo.

Su respiración era agitada, su pecho subía y bajaba velozmente y su rostro y armadura estaban cubiertos de aquel líquido escarlata que tantas náuseas le provocaba.

A su alrededor, una hora después de que la bomba hubiera explotado, Elizabeth y el quinto equipo –o lo que quedaba de él–, junto con Astra, estaban rodeados de cadáveres.

Habían tenido catorce pérdidas, contra un grupo de cincuenta enemigos. Sólo un semidios había perdido la batalla, afortunadamente.

—Ellos tienen sangre de dios en sus venas —dijo Elizabeth en voz lo suficientemente alta para que todos en el pasadizo la escucharan—, debemos tener mucho cuidado y no bajar la guardia, no sabemos que otras criaturas pudo haber adquirido la Sombra.

Supo que algunos ya habían pensado en eso antes cuando sólo unos cuantos asintieron con la cabeza, sin embargo no le tomó importancia y habló una vez más.

—La batalla se está librando en el campo de entrenamiento de Ares —estaba conciente de que eso no lo sabían —, agarren todas las aljabas de aquí, sólo dejen tres, y tomen posiciones junto a los arqueros en el campo, cuatro de ustedes, quédense aquí para cuidar esta entrada.

No le importó verificar si cumplían con sus peticiones o no, confiaba en que escogerían la mejor opción, así que sólo se dio la vuelta al terminar de hablar y salió corriendo hacia el campo, rezando para que todo estuviera controlado, y que Arsen aún resistiera.

El agotamiento le aplastaba los pies, haciendo que se sintieran cómo piedras y que cada paso le costara más, después de tres días de entrenar sin parar, comiendo una fruta por comida y durmiendo sólo cuando ya no podía abrir los ojos, ahora el simple hecho de respirar le hacía querer caer rendida.

Pero no podía, no ahora que el momento para el que se había preparado había llegado.

La espada de oro sagrado colgaba de su mano derecha, con un peso bastante elevado, pero que no entorpecía sus movimientos, y con su mano izquierda sacó la espada que Evan le había dado de su funda. En el campo tendría el espacio para usar ambas.

 En el campo tendría el espacio para usar ambas

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Arsen Makri. 19 de septiembre del 2017, el Olimpo.

Los equipos resistían bien, ya habían acabado con una quinta parte de los guerreros de la Sombra, y más guerreros habían llegado a ayudar al Olimpo, Arsen sabía que Zeus no permitiría que su hija muriera, así que lo más probable, era que ya haya pedido ayuda a otros guerreros.

El golpeteo de espadas chocando entre sí llenaba el ambiente, y el sol empezaba a elevarse por el cielo, pese a ser muy temprano aún.

No podía dejar de pensar en Elizabeth, no había llegado aún al campo, y si lo había hecho, estaba pasando muy desapercibida, pero Arsen sabía que, si ella estuviera peleando, sus truenos y relámpagos brillarían con tanta intensidad que podría dejárlos ciegos a todos.

Tenía miedo, Arsen, un guerrero que creía estar preparado para la guerra, y quizás morir en el proceso, tenía miedo.

No sólo por él y el hecho de que si moría Astra no sería la única afectada ahora que también estaba Elizabeth. Sino que lo que amenazaba con hacerlo dar la vuelta y correr al interior del Olimpo en busca de la albina, era el terror a perderla.

En esa hora cualquier cosa podría haber pasado ya, Elizabeth podría haber Sido capturada desde el interior, quizás el equipo en los pasadizos había fallado y todos habían muerto, o quizá incluso la misma Sombra se había escabullido para atrañar a Elizabeth por su cuenta.

Y, aunque trataba de apartar el pensamiento de su mente, quizás la misma Elizabeth ya no estaba del lado del Olimpo.

Sabía que no era el único con esa idea en la cabeza, lo supo cuando los guerreros empezaron a mirar a sus alrededores, con el miedo y la desesperación, incluso la ansiedad, mientras buscaban a una chica más blanca de la nieve y con ojos de diamante entre ellos.

Buscaban a su salvadora, una que no estaba ahí.

Pero también buscaban a la Sombra, quién tampoco parecía estar ahí.

Y Arsen no sabía qué era más inquietante.

Embistió con su espada a un guerrero de la Sombra frente a él, con los brazos ligeramente temblorosos gracias al esfuerzo que estaba haciendo, no era lo mismo que pelear con un muñeco de acero o en un combate amistoso.

Ellos peleaban para matar, y su fuerza era increíble. Estaban bien preparados.

El pasto crujió a sus espaldas y se agachó rápidamente justo cuando una espada pasó en diagonal justo sobre él, dispuesta a cortar cuello y torso, y con esa fuerza hubiera logrado hacer un corte limpio en el hueso.

Aún agachado giró y rebanó las piernas del enemigo, haciendo que cayera y gritara del dolor, pero Arsen no bajo la guardia a sus espaldas y levantó un escudo de rayos, haciendo uso de su bendición de Zeus.

La espada del sujeto a sus espadas chocó con el escudo y rebotó, haciendo retroceder al tipo.

Arsen preparó su espada y enfrentó al guerrero, sin importarle dejar al hombre ahora sin piernas gritar del dolor por la ausencia de sus extremidades inferiores.

El pelinegro ni siquiera lo pensó, sólo empezó a atacar sin seguir un orden, para que sus siguientes movimientos no pudieran ser notados de antemano.

Atacó una y otra, y otra vez, con rapidez y sin piedad, mientras su oponente gruñía y evadía cada uno de sus golpes. Pero su brazo flaqueó de repente y el enemigo aprovechó, dispuesto a cortarle la cabeza, pero antes una flecha atravesó la suya.

Astra estaba a unos metros a la distancia, supo Arsen al voltear, suspiró con alivio al verla ahí, sin más heridas aparte de un corte superficial en la mejilla y una perforación en el costado que ya parecía haber sido atendida.

Astra asintió, y el pelinegro supo qué le quería decir con eso. Elizabeth estaba bien, y ya estaba en batalla.

Lo confirmó cuando una luz blanca y azul carbonizó a un guerrero de la Sombra a un kilómetro a la distancia.

Suspiró aliviado, y junto con los otros guerreros que peleaban por el Olimpo, retomó la fuerza en su brazos y siguió peleando, sabiendo que su heroína estaba entre ellos.

Suspiró aliviado, y junto con los otros guerreros que peleaban por el Olimpo, retomó la fuerza en su brazos y siguió peleando, sabiendo que su heroína estaba entre ellos

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[ EDITADO ☑️ ]

¡Hola! Después de una larga pausa (muy larga, lo sé y perdón), creo que ya estoy lista para terminar este libro de una vez por todas.

Cambié la portada del libro y los banners también, aparte de eso, también puse los tiempos, lugares y puntos de vista en cada capítulo, espero que les guste y acomode más así, ¡díganme qué les parece todo esto!.

Trataré de actualizar lo más seguido posible, de preferencia diario, e incluso más de una actualización al día ya que estos son los últimos capítulos, pero no prometo nada.

Aún así, muchas gracias por su paciencia, ¡los amo! <3

Bendecida Por Los Dioses (Libro 1) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora