• • • 『 C A P I T U L O 9 』 • • •

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Adler Ravenscroft.


DESPUÉS DE QUE SELENE VOLVIERA DE LOS JUEGOS DEL HAMBRE no había vuelto a ser la misma. No sólo yo podía notarlo, sino cualquier persona que alguna vez la hubiese visto por el distrito. Su luz se había apagado radicalmente, marcando un antes y después en lo que fue mi hija. Sabía que era una opción, pero que hubiese pasado seguía siendo algo que me perturbaba. Yo no quería que los Juegos del Hambre cambiaran a mi hija, y ya lo habían hecho.

Desde que volvió se ha mantenido encerrada en su casa, con las ventanas y cortinas cerradas, incluso dejando a Thomas fuera de su vida. Durante los primeros días dejamos que enfrentara esto sola, como había pedido, pero después de un par de semanas ella dejó de abrirnos la puerta, dejo de dar noticias sobre sí misma. Muchas veces Athena y yo teníamos que entrar a la fuerza a la casa y encontrarla en el mismo sofá, abrazada a sus piernas y mirando la chimenea encendida, lo cual no era necesario porque era temporada de verano.

Athena la ayudaba a sumergirse en la tina y la lavaba como de un maniquí se tratase, porque Selene ni siquiera lo intentaba. Ella no se movía o decía algo. Había dejado de cantar y dibujar, lo que me preocupaba, porque siempre había expresado sus emociones a través del arte o la música, pero lo último que había descubierto en su cuadernillo de dibujo era un retrato de Seth Oswald muerto en la arena. Su habitación estaba llena de polvo, ni siquiera se había molestado en limpiar y se mantuvo sin mostrar emociones todo el tiempo, incluso cuando la abracé con fuerza, como a ella le gustaba.

Temía que alguien le hubiese hecho algo a Selene mientras estuvo en el Capitolio, pero Lyme me aseguró de que no se había apartado de su lado después de que ganó y las veces que no estaba con ella, Zaphyr cuidaba de mi hija. Ambos eran de confianza, así que no dudaba de su palabra, pero no comprendía qué ocurrió para que ella no quisiera moverse. O intentarlo al menos. Se estaba dejando morir ahí mismo. Incluso Thomas intentó que Selene volviera a ser la misma, pero ella simplemente lo observaba mientras él hablaba sin parar sobre su día y lo que había hecho.

— ¿Volverá a ser alguna vez la misma?

— No lo sé — confesé a mi esposa —. Espero que sí, pero los Juegos estropean a la gente, lo sabemos mejor que nadie.

— Yo no quería que esto le ocurriera.

— Snow lo prometió, ¿no? Él dijo que nos estropearía de alguna manera, que nos haría pagar todo lo que hicimos.

Athena intenta no romperse a llorar. — Pero es una niña, Adler, es nuestra niña.

No sabía cómo decirle que ya no era nuestra niña. Selene no volvería a ser la misma de antes. A diferencia de nosotros, ella era muy pequeña para comprender en su totalidad lo que significaban los juegos del hambre, ahora lo estaba aprendiendo de la peor manera, cargando con todos los recuerdos en su cabeza, siendo consciente de que había matado personas por sobrevivencia. Quizás alguna vez ella podría tener una vida normal, pero los recuerdos la seguirían para siempre y tendría que aprender a lidiar con ello.

Tal como nosotros lidiamos con las mentiras que le hemos dicho.

El día de su cumpleaños número quince llega, pero ni siquiera eso le hace sentir mejor como otras veces. Nunca le había gustado celebrarlos, pero sí le gustaba estar con las personas que ella consideraba su familia; este año ni siquiera eso parecía importarle. Athena había hecho unos biscochos de cacao como a ella y Thomas les gustaban, pero Selene no había probado bocado y se mantenía impasible en la mesa con nosotros y la familia de Grant. Ni siquiera su amigo Magnus logró hacerle sentir mejor. Nos había costado demasiado sacarla de su habitación, pero ella parecía querer huir de nosotros.

III. Opresión ━ Finnick OdairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora