• • • 『 C A P I T U L O 22 』 • • •

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TERMINO DE LEER EL LIBRO EN VOZ ALTA, PERCATÁNDOME de que mi hermano se ha quedado dormido varios minutos antes. Sonrío y acaricio su cabello antes de taparlo con una manta que tenía encima de mi cama para estos casos; aunque en lo único que sigo pensando es en lo cambiado que está, lo grande que se ve ahora y lo mucho que lo adoraba.

Thomas era claramente la única familia que me quedaba, los demás se habían convertido en familia por elección, pero él... tenía que cuidarlo con mi vida. Sabía, de todas formas, que Thomas tenía que aprender a cuidarse solo y que tendría que tomar decisiones difíciles, como todos hemos hecho alguna vez, pero mi lado sobreprotector no me permitía dejar de verlo como el niño que lloraba con las canciones tristes que cantaba.

Abajo me encuentro con Diana, quien se prepara un té para tomar un descanso. Las cosas en su casa no iban tan bien como ella esperaba y ya habíamos hablado sobre no poder seguir trabajando con nosotros, en especial después de mi arrebato en el Capitolio, lo que varios tomaron como una forma de desafío al Presidente, según las malas lenguas del distrito 2.

— ¿Se ha quedado dormido?

— Sí, al fin — me rio —. No puedo creer que Thomas se haya quedado entrenando toda la noche.

— Está preocupado, es normal. Acaban de terminar unos Juegos, es mejor comenzar a prepararse para los siguientes.

— Me preocupa que Thomas se obsesione con ello, no es sano para él, ni nadie.

Diana me acaricia la mano encima de la mesa, de manera maternal. El vacío se logra volver a sentir un poco, aunque menos que los meses anteriores. Odiaba no tener a nuestros padres aquí para estas charlas.

— Cariño, Thomas siente presión por ser hijo de vencedores y hermano de una vencedora, la cual es la favorita de todo el mundo — explica —. La presión es enorme. No quiere defraudarte después de todo lo que has hecho, Selene.

— Sólo he sobrevivido, Diana, no es la gran cosa.

— Lo es para él, lo es para nosotros —me recuerda —. Te has mantenido lo más fiel que has podido a ti misma, tomando en cuenta toda la atención que te dan y lo que el Capitolio te ofrece, linda. Sigues paseando por el distrito y ayudas a las personas que necesitan atención.

— Pero no por eso dejan de mirarme mal o con odio.

— No todos pueden ser tú, cariño. Les genera envidia que den órdenes especiales para ti o tratos diferentes — sonríe con ternura —. Debes recordar que no ha sido normal que una vencedora nuestra sea tan amable y dedicada como tú, y que no todos hablaban contigo antes de los Juegos.

— Nadie me hablaba.

— Digamos que no eras precisamente una chica amable antes y siempre alejabas a las personas que te hacían enfadar, como Aimee.

Reí. — Aimee siempre tuvo algo en mi contra.

— Porque tenías la atención de Magnus. Esa chica siempre quiso su atención, más que cualquier otra cosa en el universo. Ahora la tiene.

— ¿Qué?

Mi pregunta debió sonar más tosca y sorprendida de lo que esperaba, pero no podía evitar sentirme de esa manera con una simple frase de la que no tenía ni la menor idea. Diana debe darse cuenta de aquello, porque intenta retractarse, pero no salen más que boqueos y termina por soltar un largo suspiro cansado.

— Sucedió mientras estuviste en el Capitolio — dice —. Quizá el día de la presentación de los tributos. Estábamos en la plaza algunos, viendo todo eso.

III. Opresión ━ Finnick OdairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora