LA CASA SE SENTÍA TAN VACÍA sin él aquí, sin su risa, sin su voz..., todo dolía el triple ahora. La culpa por no poder salvarlo, por no poder mantenerlo vivo, me estaba carcomiendo por dentro y me estaba dejando completamente destruida. No había forma en la que mi alma encontrara alivio a tan grande dolor.
Las llamadas eran peor. Todos los días recibía una llamada de Finnick para saber de mi estado, a las que pronto comenzaron a integrarse las de Haymitch, quién había entrado a otra de las tantas casas de la aldea del 12 para obtener un teléfono por el cual comunicarse conmigo. No sabía si era legal lo que él hacía, pero mientras mantuviésemos el secreto entre nosotros todo iría bien.
Durante los siguientes meses no hice más que estar en la habitación de Thomas, abrazando sus almohadas y su ropa, llorando desconsoladamente hasta que me doliera la cabeza y ya no tuviese nada que botar, hasta sentirme más vacía de lo que ya me sentía, y más sola de lo que estuve jamás.
Nunca, jamás, me imaginé que perder a Thomas me afectaría tanto como lo hizo. Sabía que era mi talón de Aquiles, que era mi pilar fundamental y que, si no estaba, entonces podrían acabar conmigo, pero jamás pensé que serían tan doloroso. Era doloroso porque no podía hacer nada al respecto, porque no quería vivir y contra todo pronóstico, seguía de pie.
¿Cómo? ¿Por qué?
No merecía seguir respirando, no debería seguir viva. No después de todo lo que he hecho, porque nada, absolutamente nada, ha valido la pena. Todo lo que quería era proteger a mi familia, mantenerme lejos de los problemas y el Capitolio, cuidar de mi hermano y ser lo más normal que se me permitiera..., y ahora no tengo nada.
Todo lo que hice, todo lo que viví, no sirvió de nada. Ya no tengo a mi hermano, no está más.
— Selene, cariño — murmuró Kenneth, entrando a la habitación —. Hoy llegan Annie, Mags y Finnick por la gira de la Victoria.
— No me interesa.
— Tienes que levantarte — dice dulcemente —. Por favor, sabes que él vendrá por ti si no vas.
— Hoy se cumplen cinco meses desde que perdí a Thomas.
— Lo sé.
— No lo sabes.
— Tienes que levantarte y seguir.
— Es fácil decirlo. Lo he perdido todo, Kenneth — sollozo —. Perdí a mi familia y no hice nada para evitarlo. No me queda ninguna razón por la que debería seguir adelante.
— Aún te quedo yo... y no me voy a ir, Selene, te lo juro. No me voy a ir.
— ¿Y cómo me levanto?
— Poco a poco. Te ayudaré con eso. Nos tenemos el uno al otro, ahora y siempre, cariño — acaricia mi cabello con delicadeza —. Te lo prometo.
— ¿Nunca me dejarás?
Él sonríe. — Jamás.
Nos quedamos un tiempo más en la habitación de mi hermano, porque no puedo soltarlo, no quiero dejarlo ir. Lyme y Kenneth me han dicho que debo sacar sus cosas de aquí, que me hace peor, pero no quiero hacerlo, no puedo. Tener sus cosas aquí me hace creer que aún existe la posibilidad de que esté en una horrible pesadilla y que, al despertar, lo veré otra vez.
Pero no es más que una tonta ilusión a la que me aferro.
Tal como le dije a Kenneth, no me presento en la plaza para el discurso de Annie, aunque sé que debería, pero no he salido de casa desde lo de Thomas y no pensaba hacerlo ahora. Me quedé en el sofá del salón y vi todo a través de la televisión, como un espectador más, sin embargo, ni siquiera me concentré en lo que decía.
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III. Opresión ━ Finnick Odair
FanfictionSelene Ravenscroft: la sirena del Capitolio... o la sirena rebelde, según el lado de la historia que deseen saber. Antes de siquiera obtener el apodo o formar parte de la revolución, era una simple chica con el deseo de mantener su burbuja de famili...