• • • 『 C A P I T U L O 25 』 • • •

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LAS COSECHAS ERAN LOS PEORES DÍAS DEL AÑO, los odiaba con todas las de la ley y no podía evitarlo, por mucho que quisiera. ¡Claro que lo había intentado! Pero los Agentes de la Paz entraron en mí casa como si les perteneciera y me obligaron a cambiarme de ropa para estar presentable en la estúpida cosecha de este año.

Me puse uno de los tantos trajes que Zaphyr había diseñado para mí durante mi desaparición de duelo y me afirmé del brazo de Kenneth para estar en las primeras filas con los otros vencedores del distrito 2, la gran mayoría mayores y desgastados, alcoholizados, poco cuidados; otros se mantenían en forma y deseables para las cámaras o muy peligrosos, como Enobaria y Brutus. Y luego estaba yo. Que no me importaba nada.

Margo con su habitual sonrisa hipócrita nos obliga a ver el video de todos los años, el estúpido video que, por primera vez, le prestó real atención, percatándome de un sutil detalle: es una grabación. No es en vivo como le hacen creer a la gente y, apostaría mi vida, a que es el mismo de todos los años, ¿por qué? Sin embargo, las preguntas quedan atoradas en mi cabeza cuando se disponen a leer el nombre del tributo femenino de este año: Dakota Philis, una chica de quince años que sonríe con gran orgullo y muestra su contextura fuerte al público.

Tiene pinta de ser buen tributo.

Lyme me habla al oído mirando a la chica y sobre lo que podría hacer, pero mi atención en ella se quita cuando el alma se me cae a los pies al anunciar al tributo masculino, un niño de trece años, que es rápidamente reemplazado por un voluntario: Magnus.

— ¡Un voluntario! — Chilla Margo emocionada y aplaudiendo, obligando a los demás a hacer la misma acción mientras vemos al chico subir al escenario con su ceño fruncido y mirando altaneramente a la nada —. ¡Dinos tu nombre!

— Magnus — responde fríamente, poniendo sus manos detrás, en su espalda —. Magnus Reinhart.

— ¡Un aplauso para nuestros tributos de este año: Dakota Philis y Magnus Reinhart!

Debo haberme agarrado muy fuerte de Kenneth en ese momento, porque él hace una leve mueca de dolor y trata de poner su mano sobre la mía para que lo suelte un poco. Me siento realmente confundida y mareada con la información nueva, con los cambios de hecho, y me doy cuenta de que no lo he superado del todo, que no puedo verlo morir en la arena.

Mis manos tiemblan ligeramente mientras veo a los tributos entrar al palacio de justicia, acompañados de los Agentes de la Paz, esperando a la familia y amigos que quieran despedirse de ellos. Mis ojos conectan brevemente con el azabache de ojos pardos rasgados y creo que ha leído la preocupación en mis ojos, porque me sonríe levemente.

— Tenemos que ser mentores — ruego.

— Anda con su familia, yo me encargo — Kenneth murmura en mi oído y sonríe ampliamente para las cámaras —. Sonríe un poco y nos reunimos en un rato, Sirena.

Me acerco a las puertas del palacio de justicia minutos después, cuando la conmoción ha pasado y las personas comienzan a volver a sus rutinas. Mis tacones resuenan por todos lados en un eco que me molesta enormemente y me enderezo con elegancia al ver a Aimee con los ojos llorosos y su nariz rojiza por el llanto. Evie corre a mis brazos y me abraza con fuerza, sollozando con preocupación y no me queda de otra que devolverle el gesto, acariciando su cabello, sin apartar la mirada de los padres de Magnus.

— ¿Serás mentora? — preguntó Evie, levantando su cabeza, suplicándome que lo hiciera —. ¿Por favor?

Grant se aclara la garganta. — No pensé que vendrías, Selene. Puedes tomar mi lugar para verlo, si quieres.

III. Opresión ━ Finnick OdairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora