UNA LUZ ME GOLPEA, Y PONGO LA SONRISA MÁS brillante que puedo. Bajo los escalones y soy absorbida por lo que se convierte en una ronda indistinguible de cenas, ceremonias, y viajes en tren. Cada día es lo mismo. Despertarse. Vestirse. Conducir entre muchedumbres que me aclaman. Escuchar el discurso en mi honor. Dar un discurso de agradecimiento en respuesta, pero sólo el que me dio el Capitolio, nunca personales. A veces un breve tour: altos bosques, feas fábricas, campos de trigo, refinerías malolientes. Vestirse con ropa de noche. Acudir a la cena. Tren.
Durante las ceremonias, soy solemne y respetuosa. En las cenas, estoy al borde del delirio por tanta risa y conversación. Me rio, sonrío, bailo, me pillan intentando escapar para recorrer por mi cuenta. En el tren, me siento silenciosamente miserable mientras intento evaluar todo lo que me depara el futuro, porque mientras más avanzamos, peor es toda la situación y me convenzo cada vez más que pueden hacerle daño a Magnus si descubren mi relación con él.
Cuando abro los ojos, me descubro demasiado animada para los días anteriores. Me acerco a la ventana pequeña y miro rápidamente el radiante sol que se posa sobre el vasto mar. Probablemente el distrito que más estaba esperando desde que anunciaron la Gira de la Victoria. Papá había dicho que le encantó estar ahí cuando ganó porque parecía ser más libre que los demás al tener un mar donde perderse, no mentía cuando decía que era precioso, porque incluso por la ventana puedo apreciar la belleza y sé que no es nada comparado con lo que puedo ver estando en tierra.
— Vaya, te levantaste de buen ánimo — reconoce Brutus —. Es primera vez, desde que te conozco, que estás tan animada, ¿va a morir alguien?
— Eres un idiota, Brutus.
— Ahí está ella. Ya extrañaba a la chica respondona.
Lyme ríe. — ¿Qué pasa? ¿Por qué tan animada?
— Es primera vez que veo el mar, es todo.
— Oh, hubieses dicho eso antes — sonríe Zaphyr —. Conozco muy bien a un chico de aquí, podría darnos un recorrido.
— Ah, no creo que a ella le agrade el chico del 4. Muy pretencioso, ella es una chica lista.
— ¿No tienes fiebre? Porque es primera vez que me dices algo bueno sobre mí — me burlo de mi mentor —. Es bueno que puedas reconocer cuando una persona es más lista que los demás.
El equipo de preparación se encarga de hacerme lucir bastante veraniega con un vestido en tono blanco, con una tela delgada: strapless que era ajustado hasta mi cintura y luego se dejaba caer hasta arriba de la rodilla por la parte delantera y detrás era más largo. Probablemente el traje más simple que he usado desde que salí de los Juegos del Hambre, pero se sentía mucho mejor. Me colocan unas sandalias de unos centímetros más alta en tonos rosados. Acompañan mi cabello con una trenza de lado que decoran con flores rosadas y el maquillaje sigue siendo muy natural, enfocándose en darle tono a mis mejillas y un tono rosa en mis labios.
Cuando bajamos del tren, nos encontramos con dos agentes de la paz y dos personas más: una mujer mayor que se afirma con una especie de bastón y un joven de cabellos cobrizos y ojos verde mar, atractivo, sí. Ambos mantienen sonrisas grandes y nos guían hasta el auto que nos llevará al Edificio de Justicia. Todos conversan dentro, yo no soy participe porque la vista del amplio mar tiene toda mi atención y el paisaje también. Es demasiado hermoso estar aquí. Probablemente es de los paisajes más bellos que he visto hasta ahora, y eso que el bosque del 11 y el del 7 también lucía hermoso.
— ¿Selene? — llama Lyme. Asiento —. ¿Segura?
— Perdón, no te he prestado atención. No sé a qué te he dicho que sí.
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III. Opresión ━ Finnick Odair
FanfictionSelene Ravenscroft: la sirena del Capitolio... o la sirena rebelde, según el lado de la historia que deseen saber. Antes de siquiera obtener el apodo o formar parte de la revolución, era una simple chica con el deseo de mantener su burbuja de famili...