EL CORAZÓN ME LATÍA TAN RÁPIDO COMO SI HUBIESE CORRIDO UNA MARATÓN, sin embargo, nada estaba más lejos de la verdad. La razón era que llevábamos varios días de los Juegos del Hambre y no había demasiadas bajas ni peleas como se esperaban, de hecho, para nosotros, los mentores, era bueno ver menos muertes ocasionadas por los mismos tributos, pero para el Capitolio no era así.
Consideraban estos juegos aburridísimos.
Finnick y yo teníamos las manos enlazadas, ocultas al resto de los presentes, ya que nos encontrábamos en el sofá y la tela de mi vestido ocultaba todo. Podía asegurar que el de cabello cobrizo a penas había tocado su cama desde que iniciaron los Juegos y no había parado de buscar patrocinadores junto a Mags, pero al ser tan aburridos estos Juegos, nadie se quería arriesgar.
— Tengo un mal presentimiento — me susurra Finnick en el oído, intentando que nadie note su tensión, pero era difícil no fijarse en sus ojeras y rostro preocupado —. Algo anda mal.
— Estará bien, Finn. No pienses en negativo.
— Gracias por ir a dormir conmigo anoche — dice. Mi rostro se gira para poder observarlo mejor y veo una pequeña sonrisa asomarse —. Lograste que pudiese dormir de corrido algunas horas.
— Fueron tres horas, Finn, no está bien eso.
Él suspira. — Cuando terminen estos Juegos podré descansar, supongo.
Sabía lo que significaba eso: cuando acaben estos Juegos podría no tener más a Annie o podría volver a casa con ella.
— Si quieres que consiga algo...
— No.
— Finnick.
— No, Selene, no. Te dije que mientras yo pueda evitar eso, no te iba a meter en problemas.
— ¿Más problemas? — intento bromear soltando una carcajada, él me mira serio unos instantes, aunque poco a poco una sonrisa comienza a aparecer —. ¿Acaso es posible que Selene Ravenscroft tenga más problemas de los que ya tiene? Vaya, sí que es cierto que las cosas siempre pueden empeorar más.
Ambos reímos, pero Finnick vuelve a centrar su mirada en la gran pantalla y su sonrisa se borra de inmediato, dando paso a un suspiro agotado.
— Si le pasa algo a Annie...
— No le pasará nada.
— No lo sabes.
— No, tienes razón — admito y aprieto su mano, como reconforte a su situación —. Sólo quiero que esté bien, pero no lo sé y tampoco tú puedes asegurarlo. La única persona que puede ayudarle ahora es ella.
— ¿Y qué tal sí...?
Entrecierro los ojos. — ¿La amas?
— ¿Qué?
— Eso. Qué si la amas — me encojo de hombros —. Entiendo el sentimiento de querer a tu mejor amiga, es como tu alma gemela, ¿no? y es difícil concebir una vida en la que no esté presente y sólo quieres que esté a salvo, pero... pero luego te das cuenta de que, quizá, tu preocupación va más allá porque siempre has albergado un sentimiento por ella.
— ¿Por qué me dices eso?
— Porque la miras de una forma particular — sonrío, rodando los ojos, como si fuese obvio —. Vamos, puede que no te conozca hace tanto tiempo como ella, pero habría que ser idiota para no notarlo.
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III. Opresión ━ Finnick Odair
FanfictionSelene Ravenscroft: la sirena del Capitolio... o la sirena rebelde, según el lado de la historia que deseen saber. Antes de siquiera obtener el apodo o formar parte de la revolución, era una simple chica con el deseo de mantener su burbuja de famili...