LAS PESADILLAS FUERON EN AUMENTO DESPUÉS del distrito 4, provocando que mi equipo comenzara a darme pastillas para dormir debido al mal aspecto que poseía por las mañanas. ¿Cómo podría no tener mal aspecto después de ver el rostro de odio que me proporcionó todo el distrito 1 y las familias? Yo había entregado en bandeja a Rubí, luego de casi asesinarla, y luego atravesé a Onyx con una espada como si fuese un trozo de carne más. Ambos tenían la posibilidad de volver a casa, no juntos, pero al menos uno de ellos pudo hacerlo... si no me hubiese cruzado en sus caminos. Gracias a mí, ambos estaban muy muertos.
Para cuando llego al Capitolio, estoy desesperada. Hago apariciones interminables ante las muchedumbres adoradoras. No sé qué hacer para escapar, porque mientras más personas me saludan, más me convenzo de que Snow no me dejará salir de esto, no me querrá fuera de los Juegos durante mucho tiempo; la gente está encantada conmigo, quieren verme, hablarme y ofrecerme cosas. Todos están interesados en mí y en lo que he hecho, pero claro, ellos son un grupo de privilegiados que nunca tuvieron sus nombres en las urnas de la cosecha, un grupo que jamás verá a sus hijos morir por supuestos crímenes cometidos hace generaciones.
Me deben llevar a una fiesta, la última antes de volver a casa, así que hago abandono de mi habitación del Centro de Entrenamiento, que no me trae buenos recuerdos, y me dejo maquillar un poco más, a petición de Zaphyr. Deedee y Gio son los más extasiados con la noticia y se ponen en acción: pestañas más rizadas con máscara negra para destacarlas, un delineado negro, mejillas rosas y un labial del mismo tono. Mi cabello lo dejan suelto en ondas y me colocan un collar pegado a mi cuello en tono azul. Zaphyr y Camrose me ayudan con el vestido de aquella noche: un vestido azul profundo con una gran cola en la parte trasera y corto por la delantera. Está cubierto de piedras preciosas en tonos blancos, azules y negros que rodea hasta las largas mangas transparentes en el mismo tono del vestido. Los zapatos son altos, cerrados y con una pequeña abertura en el empeine del pie.
— Te has lucido — halago.
— Oh, cariño, siempre me luzco — me guiña un ojo —. Ahora que estás un poquito más grande, podemos jugar un poco más en la transición que tengas de cada año.
— ¿Será un banquete como los demás?
— No, absolutamente no. Aquí hay un baile y una cena, que, según las tradiciones, no puedes dejar de comer — dice Camrose.
— ¿Qué? ¿Cómo...?
— Sí, es el banquete en la mansión del Presidente Snow, son las reglas. Ahora luce la sonrisa más grande que puedas y finge estar muy, muy, feliz y emocionada — advierte Zaphyr —. Las cámaras estarán sobre ti todo el tiempo, no puedes descuidarte ni un segundo.
La fiesta, que tiene lugar en la sala de banquetes de la mansión del Presidente Snow, no tiene igual. El techo de doce metros ha sido transformado en cielo nocturno, y las estrellas se ven exactamente igual que en casa. A mitad de camino más o menos entre el techo y el suelo, músicos flotan en lo que parecen ser nubes blancas algodonosas, pero no puedo ver qué las sostiene en el aire. Las mesas de cena tradicionales han sido sustituidas por innumerables sofás y sillas acolchados, algunos rodeando chimeneas, otros junto a fragantes jardines de flores o estanques llenos de peces exóticos, para que la gente pueda comer y beber y hacer lo que les plazca con comodidad máxima. Hay una gran área de baldosas en el centro de la sala que sirve para cualquier cosa, desde una pista de baile, a un escenario para actuaciones, a otro lugar donde mezclarse con los invitados extravagantemente vestidos.
Pero la auténtica estrella de la noche es la comida. Mesas repletas de manjares están alineadas contra las paredes. Todo lo que se puede imaginar, y cosas que nunca se han soñado, esperan. Vacas enteras asadas, cerdos y cabras aún girando en asadores. Inmensas bandejas de aves rellenas de sabrosas frutas y frutos secos. Criaturas del océano rociadas con salsas o pidiendo ser empapadas en especiados menjunjes. Incontables quesos, panes, verduras, dulces, cascadas de vino, y arroyos de bebidas espirituosas que titilan con llamas. Mi apetito ha regresado. Después de semanas de sentirme demasiado preocupada para comer, estoy muerta de hambre.
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III. Opresión ━ Finnick Odair
FanfictionSelene Ravenscroft: la sirena del Capitolio... o la sirena rebelde, según el lado de la historia que deseen saber. Antes de siquiera obtener el apodo o formar parte de la revolución, era una simple chica con el deseo de mantener su burbuja de famili...