MAMÁ ME OBSERVA, APOYADA EN EL PIANO, SIN cargar todo su peso mientras me indica las notas de la siguiente melodía que quiere que toque. Probablemente la tarde más relajada y tranquila que he tenido durante las últimas semanas y es una forma de que mi cuerpo descanse de tanto entrenamiento con espadas y cuchillos, punterías y trampas. Ella tiene su cabello tomado en una coleta desenfadada y su sonrisa es su maquillaje más atractivo, todo en ella era acogedor y atrayente, la razón por la que papá siempre decía que tuvo que pelear por el interés de mamá, porque varios otros hombres estaban interesados en ella. Mamá era guapísima, además, de poseer una mirada y voz dulce que te hacía bajar las defensas.
— Otra vez, Selene, no hiciste sonar la tecla correcta — dice —. Recuerda, tiene que ser un movimiento delicado, casi imperceptible a la vista cuando cambies de tecla. Es una extensión de ti.
— Entiendo.
Vuelvo a intentarlo después de relajar mi espalda, mis dedos y mi cabeza. Cierro los ojos y comienzo a mover mis dedos delicadamente sobre las teclas, teniendo en cuenta en mi cabeza la posición de cada tecla que debía presionar. Pronto mi oído capta otro sonido, a mamá acercándose a mí para sentarse y ella presiona otras teclas, cercanas a las mías, pero juntas crean la melodía perfecta y muy atractiva al oído de cualquier persona. Abro los ojos y sonrío de lado a mamá y mantiene su pacifica mirada sobre las teclas y deja escapar una pequeña pero hermosa sonrisa que me hace desear ser la mitad de atractiva que ella cuando sea mayor.
— Todo el mundo está esperando, todo el mundo está mirando. Incluso cuando estás durmiendo, mantén los ojos abiertos — murmura —. La cuestión delicada, es que ayer éramos sólo unos niños jugando a ser soldados, sólo fingiendo. Soñando sueños con finales felices — dejo de tocar para permitirle a ella explayarse en su área y porque no había escuchado aquella melodía desde el año anterior —. En patios traseros, ganando batallas con espadas de madera, pero ahora, hemos dado un paso hacia un mundo cruel en el que todo el mundo se para y lleva la cuenta. Mantén tus ojos abiertos.
— Todo el mundo está esperando a que falles — continuo la melodía que recordaba —. Todo el mundo está mirando para ver la caída. Incluso cuando estás durmiendo, durmiendo, mantén los ojos abiertos. Mantén los ojos abiertos.
— Pensé que no la recordarías — suspira, dejando de tocar el piano —. Tienes buena memoria, Selene.
— Supongo que la seguía manteniendo en mi cabeza y los sueños la han traído de vuelta.
— ¿Pesadillas?
Me encojo de hombros. — Es normal, tú también las tienes, mamá.
— Es completamente diferente. Lo que yo veo en mis pesadillas no es lo mismo que tú podrías imaginar. Yo tengo recuerdos, malos recuerdos, que se emiten cada noche como una función terrorífica de la que no puedo escapar.
— Todas sobre los Juegos del Hambre, ¿no?
— Sí, la mayoría.
— Nunca me has contado cómo fueron tus Juegos, mamá.
— Y no lo haré — se levanta, dándome la espalda —. No necesitas saber nada de eso, Selene, estás mejor así.
— No me haces un favor al ocultarme el mundo, madre. Es peor si no me dicen a qué nos enfrentamos fuera de estas paredes.
— Los mantenemos a salvo del mundo cruel que hay afuera — me mira severa —. Puedes pensar lo que quieras, Selene, pero tu padre y yo estamos protegiéndolos de todo lo que pueda hacerles daño. De eso no nos vamos a arrepentir nunca.
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III. Opresión ━ Finnick Odair
FanfictionSelene Ravenscroft: la sirena del Capitolio... o la sirena rebelde, según el lado de la historia que deseen saber. Antes de siquiera obtener el apodo o formar parte de la revolución, era una simple chica con el deseo de mantener su burbuja de famili...