• • • 『 C A P I T U L O 23 』 • • •

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Finnick Odair.



Tomo el bolso que traigo conmigo y bajo del tren con una brillante sonrisa para despedirme de los que me han traído. No ha sido nada fácil ni sencillo conseguir el permiso, pero lo he logrado a grandes precios y sé que sigo arriesgando demasiado con esto, y aquí estoy, insistiendo con algo que me traerá grandes repercusiones si no tengo cuidado.

En la estación me espera Lyme, a quien he avisado y nos saludamos tensamente, porque ninguno sabe qué decir realmente en esta situación. El clima no es tan favorecedor, de hecho, corre algo de viento, y tampoco me detengo a observar demasiado el distrito 2, porque mi intención no es una visita, sino ser apoyo para Selene Ravenscroft.

— ¿Cómo está?

— De mal en peor — murmura, negando con su cabeza —. Ayer tuvo un ataque de pánico en medio del funeral. Kenneth la tuvo que sacar y tranquilizarla. Está rota.

— ¿Sabe que estoy aquí?

— No, Kenneth y yo pensamos que es mejor que te vea. ¿Muy difícil conseguir que te dejasen venir?

— Casi imposible — suelto un suspiro agotado —. Hice muchas cosas.

— Ella lo va a valorar, ya verás.

Lyme me lleva a la aldea de los vencedores y me indica cuál es la casa de Selene. Toco la puerta, ignorando ciertas miradas, como la de Brutus y Enobaria, y me abre Kenneth. Él intenta sonreírme y me deja pasar al living de la casa. Doy una rápida mirada, topándome con fotos y cuadros de una familia que la rubia tuvo hace un tiempo. Es realmente acogedora la casa, tiene algo que la hace muy Selene, incluso su aroma está impregnado por todo el lugar.

— ¿Dónde está?

— En el cementerio, te llevo, vamos.

Salimos de la casa de Selene en completo silencio y tengo una sensación de vacío en el pecho, sabiendo que ella no lo está pasando nada bien y que es un dolor del que no me puedo hacer cargo, como con las otras cosas. Esto no lo puedo solucionar para ella, esto tiene que vivirlo, lamentablemente.

— Te dejaré solo con ella e iré a preparar tu habitación — me comenta.

Asiento y seguimos avanzando hasta la entrada de un pequeño cementerio que tiene la pinta de ser tétrico. Kenneth apunta a la única persona que está ahí y me da una palmada en el hombro antes de retirarse con un largo suspiro de tristeza. Tomo aire y la observo vestida de negro completo, abrazándose así misma y sollozando frente a la tumba de su hermano menor.

Me acerco a ella a pasos lentos, notando de reojo a otra persona cerca, pero podía ser otra visita a una tumba diferente, así que lo ignoro. Mis brazos se envuelven en su cintura, dejando que ella se apoye en mi pecho y solloce tanto como quiera, liberándose del dolor lo mejor que pudiese. Su cuerpo temblaba entre mis brazos y se mantiene así durante un rato.

Reprimo mis ganas de llorar con ella, porque no quería que ella se sintiese peor, así que me mantengo a su lado hasta que ella se da vuelta y junta sus llorosos ojos rojos con los míos. Su boca se abre por la impresión, dándome la vista perfecta de su rostro enrojecido, lloroso e hinchado. Las lágrimas hacen aparición otra vez y se cuelga de mi cuello, abrazándome con fuerza mientras yo hago lo mismo, aferrándola a mi cuerpo y besando su cabeza y cuello repetidas veces.

— Lo siento, amor, lo siento tanto — murmuro en su oído —. Lo siento muchísimo.

— Estás aquí...

III. Opresión ━ Finnick OdairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora