Parque de diversiones.

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Después de que Justin me contara más sobre él y su pasado, no podía evitar mirarlo de manera diferente.

No era el chico problemático que todos conocía y temían.

Era un tímido pequeño que había sido víctima de estúpidas personas que no tenían nada que hacer en su vida.

No me mires así – dijo sacándome de mis pensamientos.

¿Así como? – fruncí el ceño.

Con compasión, Emm, no quiero dar lastima contándote todo esto – lucia casi arrepentido.

No es eso – murmure juntando mi nariz con la suya.

Suspiro mientras me acercaba más a él y me daba un rápido beso.

Salimos de la cafetería y tomamos un taxi, no sabía donde Justin me llevaba, solo lo escuche hablar con el pequeño hombre que conducía. En francés.

Sentí su mano posarse en uno de mis muslos y apretarlos de vez en cuando.

Solo su tacto en mi cuerpo hacia que me recorrieran escalofríos de pies a cabeza.

Llegamos – murmuro en mi oído.

Sonreí al ver el lugar en el cual estábamos.

¿Disneyland? ¿En serio? – pregunte incrédula, no veía a Justin del tipo que se sacaba fotos con dibujos animados.

¿Qué? Yo también se divertirme Kicks – me giño un ojo y entrelazo mi mano con la de él.

Vi como Justin pago por dos tickets y me tiro con el.

El lugar estaba lleno de vida, había niños con sus mamas, parejas, amigos, todo. También gente vomitando. Solo esperaba que no me pasara eso, no soportaría el hecho que Justin se avergonzara de andar conmigo.

¿Qué tal la montaña rusa? – pregunto inocentemente.

¿Qué tal una patada en las bolas? – lo dije imitándolo, él se rio.

Ow, ¿Tienes miedo? – miedo era poco.

Esa palabra no existe en mi diccionario – me encogí de hombros, tratando de parecer normal.

Entonces vamos – nos ganamos en la fila, mientras veíamos a las personas salir emocionados, estaba empezando a sentir menos temor.

Entonces era nuestro turno, quedamos primeros. Genial.

Faltaban menos de dos minutos para que comenzara a andar y empecé a recordar todas esas películas donde la montaña estaba dañada y todos terminaban muertos.

Sentí como mi respiración se atascaba.

¿Estás bien? podemos bajarnos si no te sientes bien cariño – me conforto Justin.

Estoy perfectamente bien – mentí aferrándome de él lo más fuerte posible.

Eso no es lo que dicen tus ojos – iba a responderle pero el carrito comenzó a moverse.

Oh dios mío, oh dios mío, repetía mentalmente.

De repente bajamos fuertemente por las vías, solté unas malas varias palabras mientras estuvimos en el juego.

Mi voz probablemente estaba afónica y mi garganta seca tanto gritar, pero entiéndanme, es un horror, nunca me volvería a subir ni aunque fuera con Zac Efron al lado. Bueno quizás si va sin polera...

Creo que me dejaste sordo – murmuro tapándose con sus dos manos sus oídos.

No exageres, tú también gritaste – le saque la lengua y caminamos hacia la salida.

Divise a lo lejos un puesto de algodones de azúcar. Amaba los algodones de azúcar prácticamente más que mi vida.

Comencé a caminar hacia allí, vi por el rabillo de mis ojos como Justin reía y negaba con su cabeza.

Pedí uno azul e iba a pagar cuando él se adelantó. Puse los ojos en blanco y solo me quede callada, sabía que no iba a ganar si discutía con él.

Saque un poco y me lo eche a la boca, sentí como se disolvía en mi paladar. Gemí.

Mire a Justin y vi cómo me miraba, parecía serio y sus ojos estaban fijos en mi boca.

 ¿Quieres un poco? – pregunte divertida.

No, gracias, estoy mayor para eso –espeto.

Lo que digas... pero te estás perdiendo lo mejor del jodido mundo – respondí.

Sabía que en su interior ansiaba probarlo, pero se hacia el rudo para mantener su perfil de chico malo. Así que saque un gran pedazo de este y se lo metí en la boca mientras estaba desprevenido.

Oye – murmuro mientras lo comía.

Lo mire expectante esperando una reacción de su parte, pero lo único que dijo fue

Eh probado cosas mejores – me abrazo y me saco otro pedazo.

Hey – se lo echo a la boca y me acerco hacia él, besándome, sus labios estaban fríos porque estaba poniéndose helado y dulces por el algodón. Sin duda era el mejor beso de mi vida.

Se separó de mí y se quedó viendo.

¿Por qué me miras? – sentí mis mejillas arder.

Porque me gustas – lo dijo tan simple.

Probablemente estaba sonrojada hasta los pies.

Y el disfrutaba eso.

El sonido de un celular se hizo presente, agradecí por eso.

Justin frunció el ceño al verlo y se alejó un poco para que no pudiera escuchar lo que hablaban.

Parecía furioso y frustrado cuando colgó.

Tenemos que irnos – y se giró dejándome confundida y sola en medio del lugar.


Dulce Oscuridad ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora