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— ¡Estamos jodidos! — Toneri había exclamado, con gran resignación en su expresión al decirlo.

Hinata pensó que era un exagerado.

— ¡No! No quiero oír esa actitud, vamos a lograrlo. ¡Dilo! — TenTen demandó, agarrando a Toneri por el cuello de su camisa. Pero este le vio como si de un saco de arena para gatos se tratase.

— Estamos jodidos — repitió.

— Voy a tomar cloro. — TenTen finalmente se rindió y pasó a ser otra deprimida. Soltando a Toneri, ambos comenzaron a desinflarse como un globo al que a poco apoco se le escapa el aire, sobre sus puestos.

Hinata rodó los ojos. Definitivamente estaban siendo ridículos.

Ella los observaba sin entender una mierda, sentada frente a ellos en el césped del patio trasero de la casa de su mejor amiga. Había sido la última en llegar, y desde que había pisado la casa, tanto TenTen como Toneri andaban con la misma actitud decadente, hablando cosas que no entendía.

— ¿¡Pueden explicarme qué demonios sucede, ya!? — inquirió Hinata, ya en serio molesta, sobándose la cabeza en busca de algo de paciencia. Comenzó a arrancar algo de hierbas con la otra mano, solo esperaba que no le molestase al padre de TenTen, que era la razón de que todas las plantas del lugar parecieran como de un cuento de hadas. Pero es que necesitaba acabar ya con todo ese drama que sus dos mejores amigos se cargaban, de una vez—. Recién llego y no he escuchado más que quejidos por parte de los dos, estoy comenzando a ponerme de mal humor. — advirtió, sin pizca de gracia.

— Ya, perdón — Toneri fue el primero en decir, alzando las manos en señal de paz y luego bajándolas —. Pero es que TenTen y yo estamos en graves problemas.

— ¿Qué graves problemas?

— Malos — afirma — ¿Recuerdas que TenTen y yo nos unimos al club de teatro este año?

Hinata asiente, ¡Cómo olvidarlo! Con lo emocionados que esos dos estaban, habían querido unirse hace años pero siempre había estado algo impidiéndoselo. Y este año había sido su última oportunidad, así que decidieron no gastarla.

— Pues, estaban en un apuro — comenzó TenTen — y Toneri y yo nos ofrecimos a encontrar a alguien dispuesto a ayudarnos a hacer la escenografía para la nueva obra, ya que el torpe chico que antes los hacía se ha cambiado de escuela — terminó de explicar.

— Estúpido chico y su puto colegio elitista para genios. —murmuró entre dientes Toneri. Hinata eligió hacer de cuenta que no lo había notado.

TenTen continuó — Y pensamos que sería fácil al principio — dejó salir un quejido—, pero nadie del club de Arte quiere ayudarnos porque están ocupados en sus propias actividades, y no conocemos a nadie a parte que pueda ayudarnos.

— Ya veo.

— ¡Hinata! — lloriquea Toneri, arrodillándose dramáticamente hacía ella, extendiéndole los brazos, en lo que ella lo abraza y comienza a tratarlo como un bebé. Una broma entre ellos — ¿No conoces a alguien que pueda ayudarnos de casualidad? —

Ella niega mientras vuelve y deja de nuevo libre a Toneri para ponerse de pie. Es temprano y no ha desayunado aún, así que quiere ir a la cocina y rogarle al padre de TenTen que le haga un desayuno, que sabe muy bien que no le va a negar. Es como la otra hija perdida del señor Chou, de eso no tiene duda. Y es que por ahora, ella tampoco sirve de mucha ayuda ante el dilema de sus dos mejores amigos, siendo honestos sobre eso.

— No, lo siento — dijo, limpiándose la parte trasera de la tierra que pudo haberse pegado en su pantalón —. Pero aún pueden seguir buscando, ¿Cuánto plazo les dieron?

Hey, vecino [Naruhina] En edición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora