13

1.3K 138 79
                                    

Unas lagrimas rodaron por los ojos de Hinata mientras cerraba la última página del libro que había estado leyendo.

Después de sesenta capítulos, dos rupturas, un giro de trama, y la muerte de su personaje favorito; al fin lo había acabado. Sin duda, después de tanto llanto, risa, ganas de romper todo en pedacitos, pausas porque sus sentimientos eran muchos para continuar; podía agregar orgullosamente otro libro a su colección.

Y aún así, entonces, alguien podría explicarle: ¿¡Por qué rayos se sentía tan malditamente vacía?! Es que quería volver a llorar por eso. Hombre, hace solo cinco minutos había dejado de llorar otra vez.

— Maldita seas Sebastián, tú tenías que vivir idiota — chillaba —. Y moriste, en frente de tu hijo, tonto ¡Tu hijo! Ahg, pero al menos Diane terminó bien con Adrián. Aún así, Cole era mejor partido. Mucho mejor en verdad, ¿Hay segundo libro? — tomó su teléfono — ¡Maldita sea! No está disponible para el país, ¿Cuándo mierda llega? Maldito tercer mundo.

Rayos, ahora quería a un Cole en su vida.

Había pasado mucho tiempo inducida en su propio mundo, como siempre, mientras, sin poder saberlo, su vecino estaba escuchándola muy claramente desde su ventana, con mucha diversión y una sonrisa que trataba de contenerse de soltar una gran carcajada. Naruto Uzumaki, un chico inocente a las cosas que su vecina imaginaba y leía, había estado casualmente tratando de fumar un cigarrillo en su ventana, cuando sin querer, ya que Hinata olvidó bajar sus cortinas ese día, presenció a la chica saltar de su asiento para empezar a caminar de un lado a otro. Parecía una maniática. De hecho, por un segundo eso se le cruzó por la cabeza a Naruto, antes de notar que no, esa era la misma chica de aspecto dulce que vivía a su lado, en su máximo punto de locura nada más.

— ¡Maldita Cuerva despiadada! — gritó está de repente. Tan alto que hasta Naruto, que había intentando ser discreto e ignorar lo que no le concernía ver, se le cayó el cigarrillo de entre los dedos.

Sacó de inmediato su caja para tomar otro, pero descubrió que había sido el último que tenía, ¡Maldita sea esa cuerva despiadada quien quiera que fuese! Ahora ya no tenía con que fumar, frunció el ceño triste. Al menos esperaba que no causara un incendio allí abajo, porque eso sería muy malo. Pero sin ganas de ir a comprobar si su casa no se incendiaría, y nada que hacer un miércoles por la tarde, se rindió sobre el marco de su ventana, para continuar escuchando los insultos de su vecina a personas que Naruto ni si quiera conocía, o sabía al menos que estos no existían en realidad.

— Desgraciada de mierda, ¡De no haber sido por ella! — la escuchó decir, y el rubio estaba levemente impresionado de por primera vez oír a esa chica decir malas palabras —. Ahg, si pudiera arrancaría sus uñas de a poco y luego la cortaría en pedacitos, ¡La odio, perra!

Okay, eso le había dado algo de miedo, ¿Qué era lo que esa perra había hecho para que su vecina quisiera cometer asesinato? La cara que Hinata puso lo había aterrado más.

— Creo que me voy a morir. — dijo esta de repente, lanzándose a su escritorio de nuevo y más decaída que nunca, y fue ahí que Naruto pensó que era suficiente de tanta intriga. Muchos saltos de explicación y él no estaba entendiendo ni un carajo.

Sin importarle que podría ser tomado como un metiche, tomó el primer objeto al azar y sin importancia que encontró, y lo arrojó a la ventana de Hinata. Lo que había lanzado en realidad, había sido uno de los juguetes chillones de Kurama (que por cierto estaba harto de oír), era uno de los grandes, por lo cual al estrellarse contra la ventana contraria, este causó un gran impacto que logró alertar a su vecina en seguida, quien se levantó alarmada para ver qué era.

Hey, vecino [Naruhina] En edición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora