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Hinata pensó, que después de haber conseguido que Gaara ayudara a sus dos torpes y mejores amigos, las cosas iría más tranquilas a partir de ahora. Y definitivamente, no esperó que ahora, TenTen y Toneri, se convirtieran en unos pesados de mierda.

Y no, no le importaba estar sonando grosera, porque no encontraba una mejor descripción para lo molestos que se habían vuelto ambos, a raíz de que Gaara ahora pasaba tiempo en el club de teatro, dibujando las escenografías que ellos mismos jodieron dos meses para obtener. Gaara ya llevaba dos semanas ayudándole, y aún no podían dejar de preguntarle a Hinata cómo había logrado que accediera a ello, aunque ella ya se los había explicado y ellos se negaban a creer que fuese así de sencillo. Quería patearlos. Estaba a nada de conseguirse otro grupo de amigos, y es que hacían de algo tan pequeño, un gran dilema.

Oh, y ni qué decir del resto de los del club de teatro. Habían varios que conocían a Gaara, aparentemente, y al igual que TenTen y Toneri, cuando miraban al chico hacer su trabajo en silencio, era como si contemplasen un alienígena yendo al baño frente a sus ojos. Ni si quiera podían disimular un poco y le veían con incomodidad, algunos hasta con enojo. Hinata estaba a un paso de declararle la guerra a todos esos idiotas y hasta a sus dos mejores amigos si no dejaban de hacer eso ¿Es que acaso no notaban lo imbeciles que estaban siendo? Gaara la verdad era un chico tranquilo y pacífico, porque Hinata podía percatarse de como fingía no darse cuenta de las cosas que decían sobre su persona los de su alrededor, mientras que si ella estuviera en su posición, hace rato hubiera mandado a todos al diablo. Y eso la hacía sentir aún más culpable, porque fue ella quien le pidió el favor, y lo había metido en una habitación junto a un montón de personas estúpidas que lo señalaban sin razón, porque apostaba, que ninguno de ellos si quiera había mantenido una conversación de un minuto con Gaara, y debían estarse basando en esos estúpidos rumores.

Cuando fue lunes de la tercera semana, oficialmente explotó.

Hinata rara vez expresaba su enojo como esa vez, pero debía poner un alto. Agarró a sus dos mejores amigos durante el almuerzo, y los sentó, bajo la cortina fría de su mirada. TenTen y Toneri estaban confundidos, y algo asustados. Había algo de sorpresa también, Hinata jamás se había enojado con ellos a ese nivel. Y quedaron como piedra cuando esta empezó a hablar, porque su tono, sumado a las palabras que les dijo, sin duda denotaban que habían hecho enfadar a su mejor amiga, y la habían cagado. Bastante. Hinata les recriminó hasta los pecados internos, hasta que finalmente los dejó ir, bajo la advertencia de que si no dejaban de actuar como un par de inmaduros, jamás volvería a ayudarles. Y hablaba en serio.

— No tienes que venir, ¿sabes? — Gaara le dijo.

Era tal vez la cuarta vez que ella iba entrando a la sala donde él trabajaba junto a otros chicos del club — No es como si dejaran de mirarme así si apareces.

— Ay, pero con mi linda personalidad al menos te distraigo. — Hinata contestó, haciéndose la graciosa. Gaara la miró unos segundos, antes de encogerse de hombros y aceptar sin problemas. Es más, de hecho, le tendió unos lápices y una hoja y le dijo que hiciera algo.

Como si hablara con una niña de cinco años, a l cual su padre trajo al trabajo porque no tenía donde mas dejarla, y para mantenerla ocupada sin que dañase algo, le daba uno de esos cuadernos para colorear. Aun así Hinata lo aceptó, y ya que Gaara estaba sentado en el piso, ella hizo lo mismo, aunque más bien se puso boca abajo y se apoyó en sus codos, mientras decidía qué dibujar. Gaara emitió un gruñido, o tal vez era una risa, al ver que ella le había hecho caso.

Dos minutos después, Hinata estaba aún dándole detalles al rostro, algo amorfo, de un personaje de anime en su hoja, mientras Gaara seguía cortando piezas de cartón a un lado suyo.

Hey, vecino [Naruhina] En edición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora