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Después del incidente de la ventana, ciertamente Naruto no podía ver las cosas de la misma forma que antes. Las cortinas nuevas de su habitación estuvieron a primera hora de la mañana, del día siguiente, sin duda. Había aprendido una importante lección con esto y no quería que se volviese a repetir aquello. Pero se seguía sintiendo algo culpable.

Había visto a Hinata, prácticamente, desnuda, y lo peor de todo, se había sentido levemente excitado por ello. Ese leve cosquilleo que sintió, a pesar de que fueron apenas segundos, lo dejó pensando por el resto de la tarde. Cuando manejaba hacía la casa de Sasuke aún pensaba en ello, y mientras estaba posando junto a una estatua para que este le tomara fotos, todavía lo estaba haciendo. Se complicó aún más cuando al día siguiente, sábado, comenzó a analizar el asunto estando en el trabajo. ¿Por qué se había sentido así?, peor aún, ¿Por qué seguía pensando en eso? La imagen clara de Hinata en su ventana, caminando sin camisa por doquier, se repetía en su cabeza una y otra vez, y lo estaba volviendo loco. Entendía que, como hombre, lo más lógico es que su deseo se haya activado al ver un cuerpo desnudo. Sin embargo lo que no concebía es por qué no lo podía dejar ir, es más, para la noche del sábado, había comenzado tener pensamientos más allá de la realidad. Y todos envolvían a Hinata y a él en situaciones poco conservadas.

Tuvo una explosión cerebral cuando se imaginó así mismo besando a su vecina sobre una cama, junto a otras cosas más fuertes que no deseaba dar cuerda a que siguieran avanzando de nivel.

¿Era un sucio? Muy probablemente. Y era por eso que no se había atrevido a mencionar lo que había ocurrido ese día, a nadie. Absolutamente nadie. Incluso a Sasuke, a quien usualmente le contaba todos sus secretos oscuros, aún si este le rodaba los ojos cada diez segundos, o luego lo utilizara como material de chantaje en su contra. Naruto pasó el fin de semana entero, tratando de no hacer de todo aquello un gran dilema. Esperaba que solo estuviese actuando, algo- demasiado, caliente, debido a la falta de sexo en los últimos meses. Y es que la última vez que lo hizo, tampoco había sido muy satisfactorio que digamos. No se había dado bajo circunstancias en las que él estuviese bien, y además, sintió mucha culpa luego de hacerlo.

Aun así, Naruto entró en un verdadero conflicto, al recordar un hecho muy importante que había estado olvidando, hasta la tarde del domingo: Él y Hinata eran amigos.

Mierda.

Estaba pensando, de forma sucia, en una de las amigas más cercanas que tenía en la actualidad. Hinata era casi como su mejor amiga... ¡Los padres de ella lo consideraban una especie de hijo adoptado también! Definitivamente debía parar esta locura ya. Pero aún estaba teniendo problemas con ello cuando vio a Hinata, por primera vez, frente a frente, desde el incidente de la Hinata, en martes.

— ¿Te pasó algo? —le preguntó Hinata, claramente confundida, pues Naruto no estaba viéndola directamente a ella, y parecía perdido. Él trataba de enfocarse en cualquier cosa detrás de su vecina, menos a su rostro — Naruto. — Hinata volvió a llamar, al ver que no conseguía respuesta alguna.

— Ah, lo siento.  — trató de disimular con una sonrisa — Pensé que había visto a un conocido pasar.

— Ahh — Hinata musitó, encogiéndose de hombros.

Ahí estaban ambos, parados sobre el jardín delantero de Naruto, a las casi cuatro de la tarde. Era uno de los días menos pesados en el horario para él, porque solo tenía universidad dos horas en la noche, y tenía toda la mañana y tarde libre para hacer lo necesario. Se la había pasado durmiendo hasta las diez de la mañana, se hizo un desayuno tardío y luego salió a correr con Kurama por la zona, aprovechando que se sentía con ánimos para hacer el ejercicio que no había podido hacer en el tiempo que pasó ocupado. Tenía un examen ese día, así que cuando volvió, aún en ropa deportiva, se puso a estudiar un poco para la prueba, hasta que notó que la hora del almuerzo se le había pasado y ya no tenía tiempo ni ganas de cocinar. Hizo la opción más fácil, y que recortaba su presupuesto un poco, entonces: Ordenar a domicilio.

Hey, vecino [Naruhina] En edición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora